La distancia

Lejos puede no serlo. Los kilómetros saltan por los aires. La distancia nunca tuvo tanto que ver con la geografía. Los muros se levantan entre vecinos. Son humanos quienes lo deciden. Contradicciones y paradojas en un mundo que se hace pequeño y distante en unos sitios y enorme y cercano en otros. El progreso.

Las peores ambiciones se afirman a base de distancia, de diferencia, de desigualdad. Tú como elemento asimétrico de una ecuación donde molestas, donde tiendes a ser ninguneada. Egos que aplican la ley del más fuerte. Egos que aplastan. Sin piedad. Expulsan todo aquello que no sirve a sus intereses. Juegos solitarios.

Por eso hace falta la mirada altruista. No esperar nada de lo que haces. Porque sí. Por una razón que se aleja del cerebro y habita en otros recónditos lugares de la persona que eres. No hace falta encontrar un motivo. Vino de serie con quien somos y no debemos expulsarla de nuestra existencia. Nos hacemos grandes a medida que rompemos distancia.

A veces lo llaman empatía. En realidad es algo muy simple. Es lo que une, lo que tiende puentes. Es el punto de contacto. Es lo que no es distante. ¿Para qué empeñarse en guardar distancias?