Hace algo más de un mes tuve la ocasión de visitar la planta de Orbea en Mallabia. De la mano de un amigo recorrimos sus instalaciones para conocer más de cerca su proceso industrial. Se trata de una experiencia que recomendaría a cualquiera. Orbea puede ser un buen ejemplo de cómo una «fábrica» de toda la vida ha evolucionado incorporando más diseño, logística y atención al cliente. Además, su gestión de marca es muy potente.
Desde aquella visita hubo un tema que se quedó revoloteando por la cabeza: la forma en que montaban las bicis de gama alta. Todos tenemos en la cabeza lo que significa una «cadena de montaje«. Puestos de trabajo a través los cuales el producto va avanzando a medida que se le van incorporando diversos componentes. Suelen ser puestos muy «controlados» en el sentido del análisis micro de las operaciones. Me explico.
Con la obsesión por el valor añadido, las cadenas de montaje sufren procesos teóricos de racionalización intensiva. Se llegan a tener en cuenta micromovimientos con técnicas muy contrastadas para reducir los tiempos y eliminar cualquier actividad que no agregue valor. Por supuesto, la robotización es una amenaza constante y las personas, según para qué tipo de actividades, son «mano de obra» perfectamente sustituible.
En Orbea, en cambio, cierta gama de bicis pasa por un montaje individual. En vez de incorporarse a una cadena de montaje, son personas individuales las que se «apropian» de un conjunto completo que deben montar. Imaginad un carro que lleva incorporado el cuadro junto a todos los componentes necesarios para montar la bicicleta entera. Frente a la idea de la división del trabajo -la esencia del taylorismo- emerge el concepto de «made by one person». Sí, un producto final con la firma de una persona, que ha sido quien ha montado la bicicleta en la que montas.
Esa bicicleta que surge de las manos de una persona podría, por qué no, estar «firmada». Hay una institución, Orbea, que provee todo lo necesario. Pero eso se concreta en el trabajo de una persona que se encarga del proceso de montaje completo. Apoyados en la potencia de las modernas técnicas de trazabilidad, podrías tener entre tus manos, un producto que te vincula a una persona. De persona a persona. En un entorno industrial. ¿Artesanía industrial?
No cabe duda de que dar sentido al trabajo pasa por conseguir que quienes fabrican algo se sientan vinculados emocionalmente al proceso que desarrollan. No sé si la idea de Orbea apunta en esta dirección o si los análisis de métodos y tiempos dicen que resulta más rentable un montaje individual y no a través de una cadena. Pero esa idea de tener una bicicleta surgida de las manos de una persona es potente. Y si pueden llevar la firma de la pareja (productor y usuario) mejor aún.
Lo anterior, claro está, tiene sentido en producto de gama alta. La personalización es una línea de trabajo coherente con la sociedad contemporánea del primer mundo. Queremos saber de dónde viene lo que consumimos. Si en el modelo pretérito artesanal, la relación con el productor le era inherente, hoy quizá cabe recuperar aquel sentido de orgullo, ¿no os parece?
Por supuesto que para entender mejor este tipo de propuestas una ayuda magnífica puede seer la lectura de El Artesano, de Richard Sennett. Pero eso para quienes leéis este blog, es tema conocido, ¿no? Animaos. Ah, y aunque no sé cuánto es puro marketing y cuánto sentimiento real, todo lo anterior me recuerda al enfoque de los anuncios que Balay ha realizado en los últimos tiempos.
17 comentarios
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Curioso. Quizas sea incompatible tratar de conciliar lo «industrial» con una «persona que firma». Si hay una persona, hablariamos de «artesanal» pero este es un termino de doble filo, desde el punto de vista de la percepcion de calidad. Por un lado, lo artesanal sugiere singularidad y personalizacion, incluso «hecho con cariño» por el maker; pero por otro puede asociarse a cosas imperfectas, y no se si eso se percibe bien en articulos como una bicicleta.
Habrá que ver cómo lo sacan adelante. Ahora mismo ya disponen del sistema. Yo creo que sería un paso adelante la «firma». Estaremos atentos.
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