13: Jimena de la Frontera – La Línea de la Concepción

De veras que me ha parecido encantador este Hostal El Anón en Jimena de la Frontera. Si el pueblo ya de por sí tiene su encanto, el alojamiento le hace justicia con sus habitaciones escondidas entre el laberinto de pequeños patios interiores llenos de plantas. Además, el restaurante tiene una carta magnífica de platos de tradición árabe con productos de la zona. Vamos, que se me ve encantado, ¿no?

Tomando algo en un bar del pueblo, me explicaron que, efectivamente, hay muchos ingleses que viven en la zona. Se quejaban de que eso hizo en su día subir mucho los precios de la vivienda «para la gente joven». Pues lo que nos faltaba, que al paro juvenil le añadamos un precio muy alto de la vivienda.

Todavía me viene a la cabeza el mal trago de ayer con el barro y la pérdida de las gafas. Las desgracias no vienen solas, que suele decirse. Al menos en mi caso lo han hecho en pareja. En fin, historias para contar de este viaje que termina aquí con la mole del Peñón de Gibraltar ahí enfrente. Empezamos en Murcia buscando el Mediterráneo allá en Puntas de Calnegre y acabamos aquí de nuevo con el mar ahí al lado, casi a punto de fundir sus aguas con las del Océano Atlántico.

Me he levantado y no llovía. Día gris pero no me voy a mojar. Día gris como en el norte. Sur y norte tan parecidos de paisaje en primavera si las lluvias acompañan. Desayuno a las ocho y media y salida relajada en busca de La Línea de la Concepción pasando por Castellar de la Frontera, zona también de recuerdos Transandalus.

La ruta me lleva por unas haciendas donde hay ganado bravo pastando. Me miran las reses con indiferencia. Solo hay una tachuela en el recorrido que es la que me lleva por entre amplios pastos para el ganado. Pensaba que a lo mejor desde arriba, a algo más de doscientos metros, vería el Peñón, pero nada de nada. El día gris lo impide.

Los kilómetros pasan deprisa. La carretera tiene estas cosas. Evito el vadeo del río Hozgarganta, que trae agua con bastante fuerza. No vaya a ser que tengamos un disgusto el último día. Carriles bici y mucha gente pedaleando para ser un viernes por la mañana. Poco a poco se van viendo las infraestructuras industriales propias de una zona portuaria como esta del entorno de Algeciras.

El Mediterráneo aparece de nuevo por fin. Pero ahora viene repleto de grandes barcos gaseros. Una modesta playa a la que llega la carretera parece cohibida ante tanto progreso. Cuántas caras las de este mar.

Pedaleo por el paseo marítimo, algo perjudicado a tramos por el embate de las olas. Llego hasta la zona de la frontera. Una extraña mezcolanza de almas, garitos y vehículos. Parece haber procesión hacia Gibraltar, todos los coches en caravana a la espera de cruzar esa curiosa línea que separa según parece dos mundos. Justo frente a la frontera una escultura homenajea a quienes la cruzaban para trabajar al otro lado de la verja. Representa a un hombre en bici. Hoy está flanqueado por los carteles del McDonald’s y el Burger King. Ciertas fronteras han caído. Pero otras en cambio permanecen.

Busco el Hostal. Hoy no hay que hacer colada. Adiós a la rutina de los últimos trece días. Hay que quedar con los amigos aquí en La Línea y gestionar la recogida del coche en el que me volveré mañana para el norte. Ese norte que forma parte del sur de Islandia. Hasta la próxima.

Distancia recorrida: 57,58 km. Desnivel acumulado: 447 m. Tiempo de pedaleo: 3h 14min.

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Enlaces con material complementario

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