12: Gaucín – Jimena de la Frontera

by Julen

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La tarde paseando por Gaucín me sirvió para luego confirmar lo que era evidente: había habido festejo con toros por el pueblo. Más en concreto lo que allá al norte hemos llamado sokamuturra y que aquí, como es lógico, llaman «toro de cuerda«. Un bicho amarrao con una cuerda y algarabía popular. No es lo mío. Desconozco los detalles de por aquí pero supongo que será relativamente similar a lo que se hace en otros sitios. Cuando digo que «era evidente» es por los vallados metálicos que estaban retirando.

Gaucín es un pueblo con unas supuestas estupendas vistas. Yo no pude disfrutarlas porque los nubarrones lo impedían. Eso sí, toda la tarde sin llover. Claro, ya lo había hecho por la mañana. Es un pueblo de calles blancas y ventanas enrejadas con mucho tiesto y… mucho inglés por sus calles. En cualquier caso, el pueblo precioso.

La cena me permitió degustar presa ibérica a la piedra precedida de una estupenda ensalada de cuscús. Estaba yo tranquilo cenando en una pequeña tasca hasta que llegó un ejército de ingleses con sus niños. A un lado los adultos y a otro las criaturas. Adivinad quién estaba en la mesa de al lado donde se sentaban las criaturas. Pues eso, un poco más y estáis leyendo a un infanticida. Qué cruz de animales. ¿He dicho animales? Sí, salvajes.

Desayuno a las ocho con un dulce y repetitivo sonido ahí fuera. Habéis adivinado: la lluvia. Se sale por una pista que enseguida se convierte en sendero y baja hasta el río. Como siempre estos tres últimos días. Abajo no llueve fino. Del sirimiri pasamos a palabras mayores. Así hasta El Colmenar, en la estación de Gaucín. Curioso, llego como hace cuatro años cuando rodaba por la Transandalus. Entonces llovía a mares, hoy no tanto pero no le desmerecía.

Así pues, en El Colmenar un té calentito y a esperar un poco a ver si amaina. Y sí, para de llover. De hecho ya no hará en el resto de la etapa a excepción de unas pocas gotas por las zonas altas. El GPS va a su bola con la altimetría. Ayer ya empezó a dar guerra porque no me dejó pasar el track al sitio web de Garmin.

Empiezo a subir por un tramo que ya conocía de la Transandalus. Veo a una pareja de ingleses ya mayorcitos con sus alforjas y unas bicis no precisamente de monte. Charlo un rato con la mujer, que lleva buen ritmo. Tremendo. Vienen de Yorkshire y se encuentran con que aquí ¡no hace el sol que les prometían! Se lo toman con cierta sorna. Sigo adelante y me encuentro con ¡otra pareja de ingleses! Y no tienen relación entre ellos. Ingleses por todas partes.

La subida es preciosa. Luego subiré fotos al álbum de Flickr. Todo magnífico hasta que llego a la pesadilla del barro. Imposible rodar. Andando a pie las zapatillas no van mejor. ¿Qué hago? Es una locura seguir. Estoy embadurnado por todas partes y el terreno que sigue parece igual. ¿Vuelvo atrás? Me quedan, calculo, algo más de diez kilómetros. Miro alternativas en el GPS y en Google Maps. Pero no lo veo claro. ¡Hostias! He perdido las gafas. Las llevaba enganchadas porque había empezado a llover y no veía ná de ná. Bien, hasta las cartolas de un barro pastoso como pocos y sin gafas. Decido seguir por el GR del track.

Bueno, poco a poco la cosa mejora. Eso sí, entre el barro y el sendero empapado de las recientes lluvias me hago mis buenos cuatro kilómetros andando. Alegría y buena letra. Joder, seré idiota con lo de las gafas.

Por fin el sendero se ancha y se hace más ciclable. Antes, tramo precioso, que todo hay que decirlo. Y con un altar incluido en la roca. Ahí queda eso.

Se sale por fin a una pista ancha pero sigue el Vía Crucis de barro pastoso. La cadena se va quejando a cada rato más. Paro a quitar otro par de quintales de material viscoso. Da igual, a los cien metros estoy igual. Cuando comienza la bajada fuerte hacia Jimena de la Frontera comienzan a alterarse tramos de chocolate arcilloso y tramos de piedrecilla. Un festival de fuegos artificiales cada vez que pillo la piedrilla. Los proyectiles salen disparados por todas direcciones.

Decido no coger el tramo final de GR. Me da miedo meterme en otra trampa. Llego a la carretera y alcanzo Jimena. A buscar una gasolinera. Agua a presión para la bici y para mí. Y al hotel. Precioso, encantador. El Anón se llama. Suplico lavadora y me la conceden. Me encuentro con la segunda pareja de ingleses. Todos veníamos a Jimena.

En fin, mañana acabamos. Será allá en La Línea de la Concepción, junto a Gibraltar.

Distancia recorrida: 60,8 km. Desnivel acumulado: 867m. Tiempo de pedaleo: 5h 08min.

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10 comentarios

Miguel Ángel 09/04/2015 - 18:48

Vaya con el barro, mala relación la tuya con esa zona y la tierra mojada. Una pena pues se disfruta por esas veredas a lo bestia, eso si, sin tanto empujan-bike
Otro motivo para volver 😉

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Julen 12/04/2015 - 06:47

El barro es parte de la fiesta de dar pedales por el monte. En su momento enfada y mosquea, pero también hay que pasar por esos lances para luego al final disfrutar de todo el recorrido en la memoria 🙂

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13: Jimena de la Frontera – La Línea de la Concepción | Consultoría artesana en red 10/04/2015 - 15:17

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