Palabras

Las gafas, aparcadas sobre el libro. Líneas a la espera de saltar de nuevo del papel a la imaginación humana. Un momento de descanso. Fuera, tras la ventana, el mundo sigue arrancando páginas del calendario. Se suceden los días como siempre fue. Nada que objetar porque nada parece que ella pueda hacer. Las gafas aguardan. Pacientes.

Mientras, el momento de descanso precipita la ilusión de saberse escondida en aquel rincón. Oculta a la vista de miradas indiscretas. Un hueco para saberse segura. Con sus libros, con su pereza y su media sonrisa. Un universo paralelo en el que ubicar anhelos y fracasos. Cada lectura invita a abrir una línea de fuga. Líneas que componen páginas y páginas que describen una huida constante hacia otra vida.

Anodina, previsible, como siempre quiso que fuera. Así es. Excepto cuando practica su truco de magia. Entonces saca de la chistera sus libros y comienza el baile. A ella, que se sabe insegura cuando de seguir el ritmo se trata. A ella, que no quiere sino pasar desapercibida mientras las luces pasan por su lado. Una opción. O puede que no. Pero lo acepta porque prefiere estar a gusto con quien dicen que es.

La ventana es su conexión con el exterior. Las cortinas un poco apartadas, la calle siempre ahí. Deja las gafas sobre el libro, se frota los ojos y asoma al mundo. Entre líneas, en silencio. Como cada tarde. Sola. Como le gusta. Esquiva.