Una niña que juega con el frío

by Julen

Hoja escarchadaLas mañanas de invierno. Cómo no. Frío ahí fuera. Frío amigo, frío que te abraza y te invade. Silencio cómplice. La ventana empañada. Un dedo que juega a dibujar corazones. Un dedo de niña. Una niña en la cocina. Un tazón en el que mojar su infantil imaginación. Inventa dragones mansos que echan humo por la boca. De frío. Humo, que no fuego.

Vacaciones. Un tiempo detenido entre un año que termina y otro empieza. Días extraños de miedo y alegría. Ella sabe por qué. Juega sola en la cocina. Le dicen que no, que fuera hace frío, que es mejor no salir. Y ella lo mira. Ve cómo la escarcha le sonríe. Ve las hierbas blancas por el frío. Pero ella imagina tocarlas, muy suave, para devolverles el verdor. Las hierbas sonríen.

Mira allá fuera. Y las formas se retuercen. El cristal se alía con el frío y cambia los contornos. A ella le hace gracia. Mira a su madre, que le sonríe. Como las hierbas, como el frío. De mayor conservará estos momentos en su caja de los tesoros. A salvo de miradas indiscretas. Pero ahora tiene que esforzarse por captar los detalles. El árbol. La luz. Los corazones en el cristal. El desayuno. Su madre.

El tiempo se detiene. La escena forma parte de un cuadro hiperrealista. Sus deditos, sus pecas, los ojos grandes y muy abiertos. El frío se pega al marco del cuadro. La escarcha lo puede todo. Ella no puede escapar de ese momento en que el pintor atrapó la escena. Nunca más creció.

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