Internet, estamos en régimen de libertad condicional

by Julen

Don't Jail Yourself From Nature!!!Internet, sinónimo de libertad. Eso fue lo que se pretendió. Un imaginario colectivo donde primaveras árabes, peticiones de cambio y movimientos sociales encontraran en la red de redes a su aliado natural. Simple, directo y al corazón. Facebook y Twitter símbolos de la libertad contemporánea. Libertad de expresión, democratización de voces. Nada de quince minutos de gloria: tendrás lo que te mereces. Inventa la persona que quieres ser y proyéctala al ciberespacio.

Ahora, con el subidón de adrenalina politiquera ante el auge de los nuevos terrorismos, Internet se configura como «eso que hay que vigilar». ¿Cambia algo? Quizá la intensidad, pero no conviene engañarse. La dinámica siempre fue la misma. Por nuestra seguridad, conviene que nos vigilen. Más cámaras en la calle y más controles en la red.

Nos vigilan. Nos vigilamos. Tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando. Se incita a la población a que colabore. Mil ojos sobre cada sospechoso. No habrá escena que se lo merezca que no acabe grabada con un smartphone, tras las cortinas del hogar. Sea un asesino fanático de la religión o del fútbol. Antes como ahora. Solo que ahora saldrás por la tele y por Internet. Tus fechorías se airearán por todo el planeta. Si eres un niño de diez años y matas, también. Terror banalizado como reality show.

Nos expresamos. Libertad de expresión como moderno fundamentalismo. Libertad de expresión ante (casi) todo. No importan los daños colaterales de dejar en manos de empresas privadas lo que somos y lo que nos importa en la vida. Dime qué «te gusta» en Facebook y sabré quién eres. Tu libertad, no te preocupes, está bien vigilada. A mayor gloria del negocio privado y para tranquilidad de nuestros administradores públicos, que necesitan saber si lees el Corán. Que lo mismo se empieza por ahí y vete tú a saber dónde acabas.

Internet es una cárcel. Moderna, con un avanzado régimen de visitas y con una extraordinaria gama de beneficios penitenciarios. Puertas de cristal, transparencia morbosa, Todos contra todos. Ya lo canta León Benavente y lo versiona Antonio Luque. Una cárcel para la edad contemporánea. Un lugar donde se impulsa la libertad de expresión. Un lugar donde se vigila la libertad de expresión. Un lugar muy luminoso, abierto al negocio privado. Siempre hubo drogas dentro de la cárcel, eso no cambia. Pero ahora predominan la marca personal y el parecer.

La drogodependencia adquiere nuevas formas. Publicar y compartir. Seguidores y popularidad. Más, más, necesito más. La rueda no puede parar. Libertad condicional. Pero libertad. ¿Condicional? Da igual, mientras me dejen consumir mi dosis. Aunque me grabes con el móvil. Todos lo hacemos, ¿qué más da? Así es el progreso.

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16 comentarios

Isabel 19/01/2015 - 08:59

Lo decías ayer: “parecer y aparecer”. La necesidad de reconocimiento y aceptación se está convirtiendo en patología social. ¿De dónde sale esta dependencia del halago? ¿Qué no estamos haciendo bien?

En el fondo no deja de ser la versión virtual del comportamiento de conquista y afán imperial de otros tiempos, la versión moderna de siglos de (in)humanos excesos. “La razón” como bandera y, como dice Mehdi Hasan “la hipocresía de los fundamentalistas de la libertad de expresión”.

Pero también hay mucho bueno, «sólo» hay que desarrollar los mecanismos para no ensordecer 🙂

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Julen 19/01/2015 - 16:14

No lo sé, quizá tanta compañía supuestamente a tu lado en Internet no hace sino profundizar en algún tipo de soledad que se retroalimenta con todo ese griterío. Puede ser que nos demás cuenta de que, en realidad, la cuota de escucha que recibimos tiende a cero. Ese debe ser el lado pesimista de todo este invento, tan potente y tan paradójico.

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