El síndrome de la plena actividad empresarial

by Julen

Más maderaA veces el día a día se empeña en arrastrar nuestro comportamiento por la pendiente de «no tengo tiempo para pensar». Siempre parece haber una tarea esperando, que se impone como obligación ante cualquier otra alternativa. Lo podemos considerar desde el punto de vista de la persona o de la empresa. Siempre hay un camión esperando para cargar piezas, siempre hay un cliente que reclama atención, siempre una máquina que pide materia prima para cumplir su función.

Hay muchas empresas que viven presas del síndrome de plena actividad. Entienden que lo peor que les puede ocurrir es que no saturen sus medios al cien por cien. Producción, producción, producción. Esa actividad que todo lo puede. No producir es holgazanear, no producir es perder un tiempo valiosísimo. Si no produces, no conseguiremos resultados. Eficiencia es producción.

Por eso cuando te pones a trabajar con una empresa en un proyecto de reflexión estratégica, el primer factor a considerar -si ves que esa es la situación- es cómo desactivas esa toxicidad. Porque «pensar» parece ser un acto relegado a cuando no produces. Como quiera que de hechos y realidades vive la empresa, todos esos tiempos ocultos a la actividad se pueden percibir como defectivo. Material achatarrable, que diría un conocido.

El PDCA es cierto que está sometido a una presión extraordinaria: el tiempo desaparece. Cada cual hemos puesto nuestro grano de arena para construir una sociedad de urgencias. Todo para ayer. Nadie quiere esperar. Esperar es sinónimo de mal servicio. Y una entrega rápida y fiable el camino del éxito. Amazon mediante, amén.

Todo ese aluvión es el que hay que relativizar. Pensar, anticipar. ¿Qué parece ser tendencia? ¿Cómo están cambiado las reglas del tablero de juego? ¿Somos solo alguien que juega en él o podemos vernos con capacidad de modificar ciertas reglas? Hay un sistema que todo lo puede y estamos vendidos ante sus caprichos. Nadie quiere sentirse preso de un futuro sobre el que no puede decidir. Entonces no es futuro, es condena. Otra cosa es que te guste más o menos.

Hurgar en la estrategia es encender las luces largas. Lo cual no quiere decir que pierdas la perspectiva de lo inmediato. Pero las urgencias deben dejar paso a lo relevante. A veces esto, tan evidente, resulta ser la gran barrera a superar. ¿Hasta tal punto hemos construido un monstruo donde la presión de lo inmediato diluye la perspectiva?

Curioso que me vea todavía hoy escribiendo algo tan simple como esto. Pero de veras creo que mucha gente con responsabilidades de gestión vive presa de su futuro inmediato. Ven los baches pero no son capaces de comprender y tomar perspectiva. Una vida muy puñetera la de esquivar baches sabiendo que ni con esas vas a ser capaz de esquivarlos todos. Sigue sirviéndonos de lección la simple y vieja historia del leñador con su sierra sin filo de tanto usarla.

Hubo una vez un leñador que pasaba horas y horas, miles de horas, cortando los árboles de su pinar con una sierra que de tanto usarla apenas cortaba nada. Un día, un vecino se le acercó y al observar el enorme esfuerzo que hacía el leñador le propuso que parase un momento a descansar y afilar la sierra. El leñador, indignado, le preguntó si acaso no había visto toda la tarea que le quedaba aún por hacer. ¡Cómo iba a parar! Le contestó que no tenía tiempo.

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26 comentarios

Amalio Rey 23/01/2015 - 14:58

Jo, lo importante que es esto, y mira que es dificil que se entienda. Deberíamos ponernos esos deberes de chavales, cuando nos portabamos mal, de repetir cien veces en un papel todos los dias: «tomar perspectiva, tomar perspectiva, tomar perspectiva»… o «lo urgente no es lo importante», y así hasta el infinito y más allá 🙂

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#RRHH #Pymes #Empresas El síndrome de la... 28/01/2015 - 08:35

[…] A veces el día a día se empeña en arrastrar nuestro comportamiento por la pendiente de “no tengo tiempo para pensar”. Siempre parece haber una tarea esperando, que se impone como obligación ante cualquier otra alternativa. Lo podemos considerar desde el punto de vista de la persona o de la empresa. Siempre hay un camión esperando para cargar piezas, siempre hay un cliente que reclama atención, siempre una máquina que pide materia prima para cumplir su función.Hay muchas empresas que viven presas del síndrome de plena actividad. Entienden que lo peor que les puede ocurrir es que no saturen sus medios al cien por cien. Producción, producción, producción. Esa actividad que todo lo puede. No producir es holgazanear, no producir es perder un tiempo valiosísimo. Si no produces, no conseguiremos resultados. Eficiencia es producción.  […]

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Alfredo Cotrina 13/04/2015 - 18:14

buenas tardes ,Julen.

Qué gran reflexión. Cuánto hay de cierto en eso. Deberíamos tener más tiempo para reflexionar sobre ello y – si no lo hay – deberíamos sacarlo. El día a día ( como bien dices ) te come. Y es exponencialmente grave, cuanto más pequeña es la empresa, aunque doy por hecho que las grandes empresas, pese a tener más departamentos y más recursos, también tendrán una buena ración de esto.
Hace mucho tiempo, me impuse aprender y tratar de diferenciar, desafortunadamente, no siempre me resulta posible no perder el norte.

Por otro lado, cierto es que si el leñador fuese de Bilbao, tampoco necesitaría afilar el Hacha :).

Saludos.

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Julen 13/04/2015 - 19:26

Gracias por el comentario. Aunque de Bilbao, me temo que hace falta de vez en cuando afilar el hacha 😉

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