¿Cómo serán las empresas lideradas por millenials?

by Julen

Dion Hinchcliffe nos plantea un argumento en teoría irrebatible para afirmar que lo digital va a formar parte nativa del código genético de las empresas. Lo explica en The new digital workplace: How enterprises are preparing for the future of work. Se basa en los datos y dice que los millenials, esa ciudadanía nativa en Internet que ha nacido con la tecnología rodeando sus vidas, van a llegar a ser el 75% de la fuerza de trabajo dentro de diez años. Fácil de entender explicado así, pero él mismo se da cuenta de que es demasiado simple. ¿Por qué?

Básicamente porque tenemos que recurrir a la ley de Martec, que dice que una cosa son los (teóricos) avances tecnológicos y otra bien distinta su incorporación a las prácticas de management. Sí, lo tecnología funciona de acuerdo con una escala exponencial mientras que las organizaciones las asumen con una escala logarítmica. El progreso que nos proponen las tecnologías viene plagado de claroscuros. Algunos brutales, como la previsible pérdida de puestos de trabajo «cualificados» a manos de software de Big Data, y otros más sutiles, como una aceptación acrítica de todo lo que suponga tecnología porque «es lo que toca».

Martec's LawEs evidente, no obstante, que las personas que dirigen las actuales empresas están hechas, en general, de otra pasta. Los modelos de negocio están sometidos al conflicto entre lo «tradicional» (entendido como una propuesta de valor en la que no aparecía lo digital) y lo actual en donde Internet no es sino un elemento transversal que no puede no estar presente. Otra cosa es cómo se interioriza esta transversalidad.

Por otra parte, no parece que los datos de gestión de muchas grandes empresas -referentes en el mercado- estén mostrando grandes avances. La desigualdad crece, se conocen casos de corrupción, se torea la fiscalidad con prácticas inmorales y la responsabilidad social corporativa sigue viajando en el vagón del marketing. Los cambios que la generación millenial pudiera introducir bien pudieran suponer una reacción contra la agresión que han sufrido. El mercado de trabajo les ha mostrado su cara más fea: tasas de desempleo brutales y primeras experiencias laborales alienantes.

En positivo cabe pensar que «compartir» será una actividad por defecto porque es lo que han vivido desde que nacieron. Pero de ahí a una construcción colectiva hay un buen trecho. Otra gran duda es la forma en que afectará la explosión de la economía colaborativa a los negocios tradicionales. ¿Serán los millenials quienes vean natural esa convivencia y asuman que existen nuevos players en el mercado a los que no hay que demonizar por el simple hecho de ser catalogados como «economía colaborativa»?

Hinchcliffe explica también que esa generación ha estado acostumbrada a disponer de mejor capacidad tecnológica en su vida personal si la comparamos con la que ofrecen las empresas. Son gente acostumbrada a pensar que sí, que ciertas cosas se pueden hacer, mientras que las empresas, en cambio, se perciben como restrictoras de la libertad individual. Y hasta cierto punto haciendo de tapón para unas posibilidades que no tendría sentido cercenar. Parece que la oferta de consumo de software y hardware de la empresa es aburrida y tediosa frente a lo que los millenials están acostumbrados:

Ease-of-use, enjoyable user experience, and therefore usability, are often compromised significantly in order to meet feature checklists. This is so common it’s led to the coining of the derogatory term ‘enterprisey‘, which is used to describe boring, hard-to-use, and needlessly complex business technology. In the consumer world, those digital services that are most successful are that way because they are enjoyable, effective, and vitally, simple to use (and yes, have the best data/functionality as well.)

¿Cómo serán esas empresas de mañana lideradas por millenials? ¿Las imaginamos muy diferentes o la edad acabará atemperando la gamificación con la que han convivido en sus años de juventud? ¿Y qué hay de los valores? Tecnología sin cuestionamiento de valores puede convertirse en una bomba de relojería. Interrogantes, muchos interrogantes. A mí, lo reconozco, cada vez me preocupa más la incorporación acrítica de tecnología. El «porque sí» creo que nos conduce a las tinieblas.

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59 comentarios

Isabel 10/12/2014 - 11:36

Es cierto que la edad lo suaviza todo, la cuestión de la libertad personal suele navegar entre asuntos más prosaicos como el “hay que vivir, ahora hago esto para luego poder ir a por aquello que quiero”. La vida y sus exigencias, nada nuevo. Pero, ¿cómo imaginar la evolución del contexto? La oscuridad de lo desconocido asusta pero creo que, en lo esencial, todo es más cíclico de lo que parece.

Me gusta mucho esta línea de reflexión, vengo de leer tu post en el blog del Master y me quedo con la impresión de que todo está relacionado.

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Julen 13/12/2014 - 19:51

Bueno, Isabel, a lo mejor es que ya estoy en modo «gruñón» y que la edad me conduce a juicios críticos con quienes son diferentes. Tengo que estar atento a estas cosas de gente mayor 🙂

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El futuro del management… si es que sobrevive tal como lo conocemos | Consultoría artesana en red 07/01/2015 - 05:31

[…] “dependientes”. ¿No cambia esto las reglas del juego? ¿Y qué pensar del futuro cuando los millenials aterricen en puestos de responsabilidad? Aunque… ¿alguna vez lo harán? Es “ley de vida”. ¿Esta frase significará lo […]

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Blogs de Recursos Humanos imprescindibles – Glocalthinking 23/07/2018 - 13:22

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