No es una fábrica más abandonada a su suerte. No es la incompetencia de autoridades o administradores. No es arqueología industrial porque el pasado está aún demasiado reciente. No tiene que ver con productos que se agotaron o clientes que desaparecieron. No es el reflejo de un pasado que no volverá. No es la desidia o el olvido.
Es el alma la que cruje entre las ruinas, abandonada a su suerte, agonizando achatarrada. Es la identidad perdida, algo profundo y denso que se escapa hacia el futuro. Un modelo industrial fenecido en las aguas del progreso.
Ahora solo queda, huida del mundo real, como imagen para fotografías apocalítpicas. En la lenta muerte sus vergüenzas han sido expuestas a los cuatro vientos. Su faz se va demacrando, golpeada por el agua y el viento que vienen casi siempre del norte, del Serantes. Allí en ese cementerio contemporáneo ya no queda sino preguntarse cómo ha podido ser. Decrépita. Su cuerpo no ha sido amortajado y sucumbe al paso de los días.
No es una fábrica abandonada a su suerte. Es el alma la que huye de su cuerpo para renegar para siempre de él. Un terreno desposeído de todo signo de humanidad. Un monstruo del presente. ¿Cómo fue posible?, ¿cómo es posible?, ¿volverá a ocurrir?
———
Podéis encontrar un reportaje en imágenes de cómo está ahora la planta de Babcock&Wilcox en Galindo en El Correo.
Inserto aquí un álbum de Christine Lortie en Flickr: Geo. W. Reed & Co / Babcock & Wilcox Boiler Plant / Graffiti Factory. Capta de maravilla el interior de lo que yo quería escribir y ella ha fotografiado.
2 comentarios
Tiene mucho sentimiento la entrada Julen y es un retrato impregnado de tristeza y de rabia (llega muy bien). ¿Tenías alguna vinculación con la empresa? Parece desprenderse algo personal
Un abrazo
Allí trabajó mi abuelo. Una pena que perdamos así parte de lo que fuimos.