07/03/2012 #RetoOptimismo - Con un poco de azúcar...Cuando estudiaba Psicología, hace un par de millones de años, recuerdo aquello de la actitud mental positiva. No sé muy bien en qué asignatura lo estuvimos trabajando pero parece que lo de automotivación, entusiasmo, trabajar con objetivos y esforzarse se debió quedar a vivir por algún rincón de mi memoria. Hoy, no sé cuántos años después, se me ocurre que tan importante o más que aquella, es la actitud digital positiva.

Primero de todo, no se trata de «pleitesía» a lo digital. No es una aproximación acrítica que engulle todo lo que viene con este apellido. Ni mucho menos. Lo que importa es la apropiación consciente de lo digital. No es tanto que sí, que se utilice la artillería digital, sino que se metabolice tras una digestión plena en la que nos hayamos dado tiempo para procesar sus implicaciones.

Sé que es complicado. Más cuando todo es para ayer y el tiempo se comprime. Pero creo que buena parte de nuestra eficiencia actual pasa por saberse manejar con lo digital. En gran parte es comprenderlo y usarlo. Insisto en que el uso no es un «porque sí» sino una integración de lo digital en nuestra vida donde decidimos qué rol le asignamos.

La actitud digital positiva facilita el aprendizaje. Y en un mundo en constante mutación de herramientas, lo hace todo más llevadero. Porque esta actitud es la que nos permite experimentar sin la presión de saberlo todo para mañana. Es la que introduce un cierto elemento lúdico para explorar las posibilidades que ofrecen las utilidades que nos asaltan cada día. Es también la que hace de capa protectora ante las «agresiones digitales» del entorno (que las hay). En definitiva, es la que diferencia un comportamiento natural ante lo digital de uno «sufrido».

No sé de qué manera podría traducirse esto dentro del ámbito educativo. Pero que supone un reto fundamental me queda más que claro. Una ciudadanía enfadada con lo digital porque se siente invadida o intimidada es un riesgo para el progreso como comunidad. La confianza se va a construir cada vez más también contando con lo que hacemos en el plano digital. «Digital» que cada vez más se funde con la realidad porque forma parte indivisible de ella.

Escribo todo lo anterior porque me parece reconocer un importante fracaso a la hora de generar esta actitud digital positiva en las personas. Insisto una última vez: no hablo de tecnofilia acrítica, me refiero a la exploración de las posibilidades que ofrece lo digital con actitud relajada y optimista sin perder el contacto con la realidad. Sí, a mí mismo me cuesta explicarlo. ¿Será que no es tan fácil entonces?

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