Personal y profesional, público y privado: ¿un blog?

Tíscar Lara ha escrito un artículo muy interesante matizando las sutiles líneas que hoy separan personal de profesional y privado de público. Todo a cuenta de cómo la explosión de contenidos en redes sociales inunda nuestras vidas de (nuevos) riesgos. Si Ulrich Beck se pusiera a reescribir su famoso libro «La sociedad del riesgo global» no cabe duda alguna de que podría añadir un buen montón de páginas con esto de las redes sociales en Internet.

Tíscar nos dice que lo privado es eso que no deberíamos llevar nunca a una red social. Lógico. Pero también lo es que ella misma cita a Vicente Verdú para explicar que vivimos en una sociedad «personista». Contratar neón, vatios de sonido y potentes haces de luz nunca fue tan fácil. Chicas, chicos, ahí tienen el escenario: den rienda suelta a su narcisismo. Actualicen su muro, por favor.

Esto no sería tan delicado si no fuera porque lo hacemos en sitios que son propiedad de empresas con las que firmamos unos contratos de servicio que no sabemos lo que dicen. Instaurada la práctica social de hacerlo, funciona simple el mecanismo de la imitación. Si los demás lo hacen, yo también. No quiere quedar fuera de juego. Yo no soy tonto. De eso me  han convencido: si no lo hago, soy tonto. Como cualquier otra empresa, el Facebook de turno sabe bien qué hacer con la especie humana vía ingeniería social.

Las redes sociales en Internet van con nuestros tiempos. Diluidas las grandes referencias, cada cual se construye su chiringuito. Y cuando se pone manos a la obra el estándar de turno hoy es Facebook. Su diseño está pensado para que que te expongas. Así tus amigos y Facebook te podrán conocer mejor y te darán cariño los unos y alternativas de consumo el otro. Sí, todo encaja.

Pero ahí seguimos los viejunos con nuestros blogs. A contracorriente, vomitando texto en forma de artículos «de supuesta mayor calidad» que la ofrecida por el estándar feisbuquero. Eso queremos, claro. Ilusos. A diferencia de lo que escribimos en las redes sociales, nuestros blogs siguen marcados por las particulares manías de quienes los escribimos. Vemos en ellos nuestra casa. Vemos en ellos algo que nos pertenece, dicho esto en el mejor de los sentidos. Vemos en ellos algo nuestro, que hasta cierto punto podemos controlar.

La marca personal viaja mejor pegada a un medio sobre el que tienes mayor control. Cuesta más, nadie lo niega. Pero sarna con gusto no pica. Frente a las dificultades de que se escape contenido privado y personal en cualquier red social, un blog es una construcción más sólida. O eso quiero creer mientras pasa el tiempo y cada vez se hace más fácil reconocerse viejuno. ¿Tienes un blog? Se te ve viejuno, ¿no?