20: Arguedas – Sangüesa

by Julen

La tarde me la merendé en las fiestas de Arguedas. Con toros y vacas como protagonistas estelares. El pueblo estaba vallado para lo que creo que eran tres festejos diferentes. Primero a las seis una primera suelta desde la parte alta del pueblo, después otra carrera que se demoró por asuntos de ambulancias y finalmente otro espacio para que algunos mozos demostraran su arte en el engaño al toro. Además, en la plaza portátil se sucedían los juegos con las vaquillas de por medio.

En fin, que el pueblo rezumaba jolgorio y algarabía. Me dediqué a hacer algunas fotos incluyendo una de un chaval de la peña El Cachondeo con su megainstrumento musical que luego me contestó vía Twitter. Cosas del internés moderno.

Hoy he salido un poco más tarde que de costumbre. La pensión -auténtica, de las de toda la vida- no abría el bar hasta las ocho y como la bici estaba guardada en el almacén he preferido esperar. Eso sí, luego ya me he arrepentido un poco, sobre todo por el calor, que hoy ha apretado hasta los ¡39 grados! Y eso pedaleando casi todo el día al sol porque las Bardenas Reales y el terreno hacia Sangüesa no daban tregua.

Cada vez que vengo a pedalear a las Bardenas Reales me invade una sensación de estar en otro planeta. La ruta pasa por el centro de interpretación y enseguida te lleva hacia Castildetierra donde la foto es obligada. Aunque andaba por allí a eso de las nueve de la mañana, se veía que el calor iba a apretar. Así que me he rebozado de crema protectora.

Se sale de Castildetierra y comienzan las pistas de suelo blanquecino y a merced de las lluvias. Hay que vadear un arroyo y eso supone un fangal considerable. Busco la zona en la que menos puedo embadurnarme y allá que vamos. El suelo es auténtico chocolate que se pega a las suelas de las zapatillas como chicle. No quiero pensar cómo tiene que ser pasar por aquí con lluvias recientes. Bueno, en realidad es sencillo: no se podría pasar. O sí, con una fiesta de barro. Fuera zapatillas y bici al hombro. Y unas risas, seguro.

Seguimos entre paisajes lunares hasta una subida que nos conduce a un promontorio que regala una vista espectacular. Desde Arguedas son unos 45 kilómetros hasta el siguiente punto civilizado: Figarol. Un pueblo nuevo, extraño, donde me atienden de maravilla en el albergue que es bar también. Bocata de lomo con queso y un plátano. Quedan otros treinta kilómetros hasta el siguiente pueblo y el calor aprieta de lo lindo.

Debería haber cargado más agua. He llenado el botellín pero ha resultado insuficiente para la distancia y el calor que hacía. Así que he ido regulando lo que bebía y he parado un par de veces para descansar a la sombra. Toda esta parte de la etapa se hace junto al río Aragón y ganas dan de buscar algún remanso donde mojarse aunque me temo que lleva demasiado caudal.

Por fin encuentro una barriada antes de Cáseda con un bar. Líquidos en cantidad y un buen descanso. Solo quedan unos diez kilómetros hasta Sangüesa. Los hago en plan verano azul, con agua fresca en el botellín y sin prisa alguna. Hoy casi me salen noventa kilómetros, pero el tiempo de pedaleo ha estado en la media, como otros días, algo menos de cinco horas y media.

En fin, habrá que tomar contacto de nuevo con los peregrinos. Sangüesa está en el Camino. Ya pasé por aquí hace años cuando venía de Ginebra a través del GR-65. Hace ya su tiempo. Bonitos recuerdos. Mañana, si no hay contratiempo, etapa final hasta Otsagabia, de donde salí hace ya tres semanas. Para allá vuelvo, cerrando este bucle de la #Tib14.

Distancia recorrida: 88,17 km. Desnivel acumulado: 987 m. Tiempo de pedaleo: 5h 22min.
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