16: Urbasa – Urturi

El camping de Urbasa, eso sí que es un buen despropósito. Estupendo que al llegar me encontrara con un chaval realmente amable, mecánico de bicis, que me resolvió en parte el problema con un radio roto de la rueda trasera (luego doy detalles de la situación). Pero es que el chaval resultó que no trabajaba en el camping, sino que simplemente pasaba por allí. Lo más parecido a un milagro.

Respecto al camping, qué sarta de malos servicios. La reserva no apareció por ningún lado, no había una triste lavadora, la atención en el restaurante muy mala, el «supermercado» eran dos estanterías de la recepción con unas latas de anchoas y berberechos, un par de cartones de leche, unos saquitos de arroz, una bolsa de servilletas de papel abierta y alguna incongruencia más. Nada de pan, cereales, galletas u otra cosa para desayunar.

Eso sí, el bungalow de madera para cuatro personas que nos cogimos estaba muy bien. Hubo que meterle calefacción para que se nos secara la ropa: o sea, noche tropical sudando como un cerdo. Todo sea por la causa. Fuera el fresco de Urbasa, dentro fiesta tropical.

¿Llovería hoy? Pues contra todo pronóstico de nuevo nos hemos salvado de la lluvia. El día ha salido gris y con una temperatura estupenda para pedalear. Así que tras un desayuno en nuestra cabaña de madera con lo que habíamos comprado en el bar (que no en el «supermercado»), a las siete y media ya estábamos en marcha.

Yo con un problema que sigo arrastrando a cuenta del radio roto… que no era solo el radio sino que resulta que la llanta necesita jubilación inmediata. Ayer conseguí quedar con un taller de bicis de Logroño para cambiarla este próximo lunes por la tarde cuando aterrice por allí. Espero que aguante. No veáis los ochos que dibuja la rueda trasera al girar. Miedorrrrr.

Salir del camping y empezar a recorrer mil caminos por Urbasa. Imposible saber dónde estás. No hay forma de ubicarse. ¿No habíamos pasado ya por aquí? Hayas, prados, troncos abatidos, barro negruzco consecuencia de la putrefacción de las hojas caídas al suelo, caballos, piedra. Todo ello repetido una y mil veces. Por favor, que alguien me saque de aquí 😉

Vicent necesita un bar para tomar algo. Costumbres son costumbres. Pues harán falta 47 kilómetros para encontrarlo en Maeztu. Antes seguimos mil caminos guiados por el santo GPS. Y eso incluye un precioso sendero de bajada hacia Musitu.

La última parte de la etapa nos mete de lleno en los robledales de Izki. Sus senderos curvilíneos son realmente entretenidos para la bici. Eso sí, a la fiesta se unen una sinfonía de mosquitos y otros insectos zumbantes que cada vez que la velocidad de la bici disminuye se colocan frente a nuestras caras. Pero no importa, todo este tramo final por las rutas balizadas del centro BTT de Izki es una maravilla.

Ya en Urturi, nuestro fin de etapa, disfrutamos de la buena acogida de la dueña de la casa rural. Ducha, lavadora y a comer a la casa social del campo de golf. Pasta y bacalao ajo arriero. Estupendo. Sol, tranquilidad, la tarde por delante. Mañana Ángel y Vicent se vuelven para Alsasua donde dejaron la furgoneta. Seguramente lo harán en bici, ahí es nada. Con un par, como si fueran vascos. Qué fácil se les pega el carácter de esta parte del sur de Islandia 🙂

Distancia recorrida: 63,69 km. Desnivel acumulado: 970 m. Tiempo de pedaleo: 5h 12min.
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Enlaces con material complementario

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