10 momentos especiales de la Trans Euskal Herria

by Julen

En el post anterior comentaba que cada cual encontraría en la Trans Euskal Herria Ibilbideak -ya sabéis, el nuevo nombre de la TransIbilbideak- sus momentos especiales. Tendrán que ver con estados de ánimo, con momentos concretos, con conexiones que se disparan, vete tú a saber. Cada viaje te aporta motivos diferentes. Puede que ni siquiera tengan que ver con la propia ruta sino con lo que a ti te sucede. Se sufre y se disfruta en un maridaje extraño que a lo mejor solo uno es capaz de comprender.

Después de repasar la ruta de nuevo en la memoria, me quedo con estos diez momentos:

  1. La tremenda tormenta y la niebla que encontramos Alberto y yo en la subida hacia Uzkiano y a partir de Unza, junto al nacimiento del Nervión. Diluviaba aunque no hacía frío mientras los truenos y los rayos nos acompañaban amenazantes. ¡Qué diferente será subir por allí con sol! Queda pendiente para otra ocasión.
  2. La cueva de San Adrian y el camino que desciende hacia ella después de haber subido desde Zalduondo. Otro día de niebla. Las piedras relucientes de humedad y pulidas por el paso de los años y de los peregrinos, las hayas inmensas y el musgo como capa envolvente para los troncos de los árboles.
  3. La amplitud del horizonte en la sierra de Andia, al terminar la subida desde Unanu. Un cambio de paisaje radical al entrar en los prados abiertos al cielo azul. Vacas, caballos y ovejas comparten la ruta por una pista ancha y blanquecina, de ese tipo de piedra que define a todo el complejo de Urbasa.
  4. El calor y la sensación de soledad de las Bardenas Reales. Aunque el día anterior ya se atisba su encanto al llegar a la ermita de la Virgen del Yugo, es a partir de Castildetierra donde parece que hayamos entrado en otro planeta. Formaciones curiosas debido a la erosión, el entorno atrapa la mirada por lo diferente.
  5. El trato recibido en los alojamientos rurales de Maturana y Urturi. Reyes y Cristina, respectivamente, buena gente. Podrías pensar que ese trato amable y atento a que estés a gusto es la norma, pero no creas que ha sido siempre así. Me quedo con estos dos momentos, con las pequeñas conversaciones y con la intención de volver algún otro día, con bici o sin ella.
  6. La inmensa bajada desde San Miguel de Aralar hasta Uharte-Arakil. Al no encontrar el sendero optamos por la pista hormigonada. Son once kilómetros de largas rectas en bajada donde dejas que la bici corra y que el viento te refresque. No hay complicación técnica alguna, solo dejar que la bici haga su trabajo.
  7. La eterna subida a San Miguel de Aralar, con una mención muy especial a un par de chicas que estaban a cargo del refugio de Igaratza cuando pasamos por allí. Los mil metros de desnivel que hay que salvar son muy exigentes en lo físico y, además, el tramo final tiene bastante piedra. Sí, es duro, pero de la carretera a la pista y de esta al sendero para terminar con unas rampas considerables, la subida también se disfruta.
  8. La magia en la que te envuelven los hayedos. Se atraviesan muchos y cada uno de ellos parece envolverte en un aura de misterio y de silencio. La luz se filtra de manera especial, única. Invitan a detenerse, a mirar con respeto, a intentar captar su esencia porque parece que alguien o algo te está viendo. ¿Quién es?
  9. Los prados verdes que semejan enormes islas en los parajes de Urbasa. El camino se abre de repente y frente a lo comprimido y denso de las arboledas, ahí está: un inmenso tapiz verde donde los animales encuentran su gran despensa.
  10. La última subida desde Vidangoz, esos cerca de seiscientos metros de desnivel final, que sabes te conducen al final del viaje. Lentos, recios, aferrados a la dureza de saber que te exigen el último esfuerzo. Y de repente el esfuerzo se reconvierte en una sensación de agradecimiento, de haber podido alcanzar este punto final de la ruta. Solo queda disfrutar, da igual subir a cinco kilómetros por hora. Da igual. Es el último esfuerzo.
Niebla

Niebla en Unza, camino del nacimiento del Nervión

Entorno de la ermita de San Adrián

Cueva de San Adrián

Sierra de Andia

Amplios horizontes en la Sierra de Andia, camino de Urbasa

Bardenas Reales

Castildetierra, las curiosas formaciones de las Bardenas Reales

Aitonaren Etxea

Aitonaren Etxea, en Urturi

San Miguel de Aralar

Toca bajar desde San Miguel de Aralar hacia Uharte-Arakil

Empujing

La inmensa subida a San Miguel de Aralar

Camino entre las hayas hacia Abornikano

La magia del hayedo, camino de Abornikano

Unanu - Urbasa

Pedaleando por los prados de Urbasa

Pirineo

Tras la última subida, antes de llegar a Otsagabia

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5 comentarios

mikel ibilbideak 12/08/2014 - 10:15

Lo mejor es que te quedas con recuerdos positivos, que en toda larga ruta siempre hay momentos complicados, como la galleta que te metiste! p.s.: es «Urturi» y hay una buena simbiosis que se está dando. Alojamientos con trato especial y una gran ruta: gran oportunidad que se está gestando en la Llanada Alavesa… http://ibilbideak.euskadi.net/ibilbideak/view.do?id=19280

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Julen 12/08/2014 - 17:39

La galleta forma parte del viaje, pero como fue el primer día, he tenido muchas horas en medio para olvidarla jajajaja
Ánimo con la Llanada Alavesa, que tiene mucho que ofrecer.

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amalio rey 12/08/2014 - 22:55

Estupendo resumen, campeon. Me he imaginado lo que se siente en el «ultimo esfuerzo» de Vidangoz. Padrisimo, diria un charro. Por cierto, he flipao con la foto de las Bardenas Reales, parecen termiteros gigantes. Enhorabuena, mogollon de kilometros. Ahora a tirarte a la bartola, no?

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Julen 13/08/2014 - 07:26

Ahora… a pensar en nuevos planes 😉
Si alguna vez puedes, visita las Bardenas Reales, es como entrar en otro planeta.
Abrazo gordo.

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