Tú, yo y Facebook

by Julen

Firebird on Smoke WaterHubo un tiempo en que se investigó mucho sobre la comunicación entre humanos intermediada por la tecnología. A medida que pasa el tiempo y la tecnología se usa más y más, ésta acaba diluyéndose. En realidad sigue existiendo pero vemos tan natural usarla que pasa a un segundo plano. Así, suele argumentarse que la tecnología lo es para quienes conocieron una época pretérita sin ella. Pero quienes nacen con la tecnología en pleno uso la ven con otros ojos. Es cotidiana y no se le asigna tanta atención.

Hoy, por alguna extraña razón que aún no comprendemos bien, buena parte de nuestra comunicación sucede a través de Facebook. Podemos acordarnos o no de que es así, pero la realidad es tozuda. Sí, nuestra comunicación está intermediada por una empresa privada que no es neutra respecto a lo que necesita para que su negocio funcione: necesita información de lo que somos y hacemos.

Hace pocos días saltaba a la luz el experimento de Facebook mediante el que analizaban su capacidad de provocar comportamientos en la gente. En la medida en que controlan lo que vemos en nuestro timeline, era tan sencillo como observar qué sucedía cuando ese timeline se cargaba de información de cierto tono emocional (positivo o negativo). El mosqueo de sentirse manipulado ha hecho más evidente que sí, que Facebook intermedia en nuestra comunicación y que no es un agente aséptico. No, Facebook hace lo que le interesa, como explica Danah Boyd.

Así que cada vez que te digo cosas bonitas en Facebook no creas que estamos solos, cariño. Facebook está con nosotros, con nuestras confidencias, con nuestros silencios y nuestras pasiones. Quizá no habías caído en ello, pero las cosas como son. Hoy la intimidad cae presa de la telaraña de esta red social. Sus máquinas se ponen a desmenuzar quiénes somos. Lo necesitan para ofrecer mercancía de calidad a los anunciantes. ¿Quieres que tu anuncio se dirija solo a cierto tipo de gente? Eso es Facebook.

¿Esto afecta solo a Facebook?, ¿o este argumento sirve para todo gigante que quiera vivir de la publicidad contextual? Sí, es evidente, todos estos monstruos son casi idénticos. El patrón de comportamiento es el mismo. Lo podrán hacer con más o menos agresividad, pero es lo mismo. Nosotros alimentamos a los monstruos. Y cada vez que se usan más, más difícil parece salir de esa cárcel de cristal. Somos nosotras quienes firmamos las condiciones de usuario, nosotras quienes aceptamos que nuestros datos personales se procesen en Estados Unidos (lee el punto 17.1 de la declaración de responsabilidades). Nosotros decimos que sí. Sí, quiero. Tú, yo y Facebook, cariño. Para siempre. Hasta que la muerte nos separe.

Artículos relacionados

13 comentarios

Personal y profesional, público y privado: ¿un blog? | Consultoría artesana en red 09/09/2014 - 06:45

[…] Esto no sería tan delicado si no fuera porque lo hacemos en sitios que son propiedad de empresas con las que firmamos unos contratos de servicio que no sabemos lo que dicen. Instaurada la práctica social de hacerlo, funciona simple el mecanismo de la imitación. Si los demás lo hacen, yo también. No quiere quedar fuera de juego. Yo no soy tonto. De eso me  han convencido: si no lo hago, soy tonto. Como cualquier otra empresa, el Facebook de turno sabe bien qué hacer con la especie humana vía ingeniería social. […]

Responder
Los círculos de Podemos: en Facebook, dónde si no | Consultoría artesana en red 08/01/2015 - 05:30

[…] común denominador de la ciudadanía digital del siglo XXI? Facebook. Fin de trayecto. Da igual que nuestros datos personales vayan a Estados Unidos al usar esta plataforma, dan igual sus experimentos de manipulación. Dan igual sus […]

Responder
Eres lo que ‘te gusta’ | Consultoría artesana en red 15/01/2015 - 06:07

[…] es que en este mundo somos tú, yo y Facebook. No lo olvides. Todos hemos sacado a pasear el megáfono y anunciamos a los cuatro vientos quiénes […]

Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.