Sueldos infames, el humano más recurso prescindible que nunca

by Julen

Left Hand RotationParece la crisis deja las cosas claras: las personas somos recursos prescindibles para muchas empresas. Y para que no seamos prescindibles la nueva condición es un salario a la baja. Tuvimos la tentación de pensar que «eres lo que trabajas«, que se te podía definir por el trabajo que eras capaz de desempeñar. Qué equivocados estábamos. Ahora la pelea es por subsistir y el empleo es solo una parte porque no llena el bolsillo lo suficiente. Hay que engañar al sistema para salir adelante.

La gran pregunta es: ¿qué tipo de vínculo quieres que establezca una persona con su empleo de mierda? ¿Quieres que dé lo mejor de sí?, ¿quieres que se comprometa?, ¿quieres que asuma valores?, ¿que aporte mejoras? ¡Alma de Dios! Si pagas cuatro perras el único vínculo posible es el de «estoy aquí porque no queda otra». Y, lo que es peor, ese salario de mierda me hace pensar que eres un canalla. Sí, eres mala gente.

Podemos leer en El País que el porcentaje de trabajadores con salario mínimo toca el máximo en ocho años. Cada vez hay más recurso humano al que se paga lo menos posible. La eficiencia, la competitividad del país, la salida de la crisis y nuestras clases dirigentes lo requieren. Es el último sacrificio que te vamos a pedir: acepta estas condiciones de mierda. Y al lado, sin rubor alguno, los titulares hablarán de talento, de sociedad del conocimiento y de no sé cuántas frikadas más.

Salario mínimo. ¿Consecuencias? Piensa en las peores. Piensa en personas cuyo resentimiento contra el sistema va a quedar grabado a fuego. No hay forma de sentir orgullo por lo que uno hace. No hay forma de que la autoestima crezca. Metemos a los recursos humanos en una espiral de desmotivación sin fin, que termina en la calle o reventando escaparates. Los aborregamos. Es violencia contra los seres humanos. Es decirles que son indignos, que hoy valen por pura casualidad, porque mañana si hace falta se irán a la puta calle, que diría Antúnez en Camera Café.

Esto es lo que hay. Esto es lo que vomita el Telediario. Esto es el progreso. El primer mundo. Esto es la evolución natural del trabajo en las sociedades modernas. Alquiler de mano de obra a precio de ganga. Low cost como paradigma. No sigo, que reviento. Lo dejo aquí. Mañana será otro día.

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4 comentarios

Juan 27/06/2014 - 23:02

No te falta razón en nada. Comparto todo lo que dices, pero creo que no es tan simple como lo pintas. La globalización todo lo equilibra y si no hemos tenido reparo en comprar productos asiáticos que han reventado precios, sabiendo que vienen de países que no cumplen los derechos humanos ni respetan el medioambiente… ¿Ahora qué queremos? ¿Qué nos respeten a nosotros? No queremos salarios de mierda pero nos gusta comprar mierdas a precios de mierda. Algo no cuadra, parece que lo que no queremos para nosotros, nos importa tres pepinos que suceda en otros lugares… y eso, hasta hace poco, valía, ahora ya no, la globalización se encargará de poner a cada cual en su sitio. Eso es lo que está pasando y creo que de manera irreversible

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Julen 30/06/2014 - 11:22

No me cabe duda, Juan, de que aquí cada cual tenemos nuestra parte de responsabilidad. Y yo el primero cada vez que acepto precio sin mirar lo que hay detrás. La oferta low cost arrasa por todas partes. Y si hablamos de trabajadores, es lo mismo. Triste historia esta que hemos construido 🙁

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Emilio Camarena 28/06/2014 - 20:05

Julen: te sigo desde hace un par de años pero es la primera vez que escribo. Enhorabuena por tu blog. Si hay algo que tengo claro es que la crisis, medida sobre incremento del PIB, pasará, pero las condiciones que ha dejado han venido para quedarse. Llevo treinta años trabajando, y ahora me he reciclado como formador. Miro a mis alumnos universitarios y pienso en la gran diferencia de condiciones entre ellos y yo cuando tenía su edad. ¿Cómo pensar en una cierta estabilidad, familia,… con las condiciones actuales?. Creo que nos han degradado a todos a soldados rasos.

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Julen 30/06/2014 - 11:20

Emilio, pues sí, yo tengo 49 años y veo que, en cierta forma, la hemos cagado, por perdón. No, no va a ser igual esta generación que tenemos en las aulas. Su desconfianza del sistema habrá que ver en qué acaba…
Gracias por los piropos al blog 🙂

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