El fin de las grandes empresas tal como las conocimos

by Julen

Old Car City 138Richard Sennett ha escrito mucho acerca de la empresa como eje vertebrador de nuestras vidas. El siglo pasado contempló el crecimiento de grandes instituciones que proveían de un amplio rango de servicios a las personas que trabajaban para ellas. Los «beneficios sociales» de las grandes empresas incluían economatos, residencias de vacaciones, becas para las hijas e hijos de sus profesionales y un largo etcétera. La gran empresa cubría necesidades en los estadios bajos de la pirámide de Maslow. Esto provocaba un vínculo más estable entre persona e institución.

Las carreras profesionales se dilataban en el tiempo. Uno podía pensar que la empresa ofrecería posibilidades reales de promoción, vinculadas al paso de los años y a hacer las cosas «como había que hacerlas». Lo lógico era progresar e ir adquiriendo galones sin demasiados sobresaltos. Así, al finalizar la carrera profesional y mirar hacia atrás era fácil darse cuenta de que, efectivamente, se había progresado.

En la gran mayoría de casos esto que comento es ya una reliquia digna de ocupar las vitrinas de algún museo etnográfico. Son costumbres que han ido cayendo en el pozo de lo que estorba. La eficiencia asociada a un capitalismo global se ha merendado este tipo de prácticas. Eso sí, las memorias de sostenibilidad se encargarán de quitarme la razón. Porque ahora resulta que mediante las políticas de responsabilidad social corporativa encontraremos documentado con todo lujo de detalles que sí, que las grandes empresas se preocupan por sus personas. El departamento de marketing se lo ha dejado claro al antes denominado departamento de recursos humanos y hoy rebautizado con alguna perífrasis más esquiva: como sea, pero inventa datos para que parezca que el mundo siga siendo como era.

Las grandes empresas seguirán existiendo. Serán plataformas de empleo volátil, sujetas a las convulsiones de sus cuentas de resultados y a la presión de sus accionistas. Están para ganar dinero sobre todas las cosas. Es su primer mandamiento porque es lo que el guión exige. En un mundo canibalizado por la acumulación de riqueza, donde si tienes mucho dinero no te queda sino pelear por tener más, la inmensa mayoría de las grandes empresas tienen que hacer caja en cantidades industriales. A ver para qué te crees que hemos colocado nuestro capital en tu negocio.

La seguridad en el empleo se esfuma. Da igual que trabajes en Coca-Cola, en Cegasa o en el BBVA. El nombre es lo de menos. Si no es hoy, será mañana. Sea por una fusión, por un mercado que se vuelve hostil o por una «reorganización de las capacidades productivas» tu puesto de trabajo se convierte en material desechable. Pasas a ser un número que se negociará -porque no les queda otra- para que el daño social no sea inasumible y las hordas de ex-empleados les quemen las instalaciones. Te ofrecerán una miseria vestida de dignidad y tira millas, porque sabes que siempre vas a poder encontrar gente que lo pasa peor que tú. Así que no te quejes, que a ti te sacan en el Telediario y tan mal tan mal no acabarás.

¿Pesimismo? No seamos ingenuos. Ya han conquistado el imaginario colectivo. Tú eres tu empleo. De ti depende. Eres responsable de tu fracaso y de tu éxito. Incluso puedes pensar que tu profesionalidad te salvará. La gran empresa es un hogar circunstancial donde también puedes tener suerte, por qué no. Adiós al futuro. Solo hay presente. Un presente donde se adora a la eficiencia y al corto plazo. No Future. Una reinterpretación contemporánea del himno de los Sex Pistols. Adiós al sueño de Tucker.

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59 comentarios

Germán Gómez 02/04/2014 - 14:14

Me quedo con la parte positiva, tú eres tu empleo, tu profesionalidad te salvará.
Gracias Julen

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Julen 02/04/2014 - 17:42

Germán, es que nosotros hace tiempo que pasamos al lado oscuro 😉

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Gloria 02/04/2014 - 15:20

El otro día me decía una Directora de RRHH: «no hay que enamorarse de la empresa» y coincido con Ella. Hay que enamorarse y ponerle pasión a tu trabajo, que es lo que depende de tí. Mil gracias!! Julen, vamosssssssssssssss!!!

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Julen 02/04/2014 - 17:42

Lo de «enamorarse» prefiero dejarlo para practicarlo con otros seres humanos y no tanto con «instituciones» 😉

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El fin de las grandes empresas tal como las con... 02/04/2014 - 20:37

[…] Richard Sennett ha escrito mucho acerca de la empresa como eje vertebrador de nuestras vidas. El siglo pasado contempló el crecimiento de grandes instituciones que proveían de un amplio rango de servicios a las personas que trabajaban para ellas. Los “beneficios sociales” de las grandes empresas incluían economatos, residencias de vacaciones, becas para las hijas e hijos de sus profesionales y un largo etcétera. La gran empresa cubría necesidades en los estadios bajos de la pirámide de Maslow. Esto provocaba un vínculo más estable entre persona e institución.Las carreras profesionales se dilataban en el tiempo. Uno podía pensar que la empresa ofrecería posibilidades reales de promoción, vinculadas al paso de los años y a hacer las cosas “como había que hacerlas”. Lo lógico era progresar e ir adquiriendo galones sin demasiados sobresaltos. Así, al finalizar la carrera profesional y mirar hacia atrás era fácil darse cuenta de que, efectivamente, se había progresado.  […]

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