A la espera

by Julen

LibrosEstaba ahí. Solo hacía falta que alguien se fijara. Entre aquellas tremendas montañas de libros viejos. Ahí pasé buena parte de mi existencia, a la espera. Almacenado primero, apartado luego, olvidado al final. Mis palabras se desvanecían disueltas entre miles de semejantes. Todas juntas. Todas yacentes. Dijeron lo que tenían que decir, pero llegó el silencio.

¿Por qué resignarme a aquel cementerio en vida? Ya sé que nunca fui dueño de mi destino. Como objeto siempre dependí del capricho de los humanos, de su cariño y de su insidia. O simplemente de los avatares del destino. Al principio quise creer, engañado por mi autor, que estaba en el mundo para decir algo. Alto y claro. Un mensaje.

Pero no, el paso del tiempo cortó la conexión. Las palabras se agazaparon y acepté el refugio que me ofrecía la vieja librería de la calle Mayor. La llegada fue triste pero luego uno se acostumbra. Pasa del orgullo a la tranquila conciencia de que mi tiempo pasó y de que la juventud murió. Aunque cada vez que se levanta la persiana escucho el murmullo de todas esas palabras que se desperezan y vuelven a esperar la luz.

Soy anciano, no tengo ganas de pelear por llegar hasta el escaparate. Mi hogar está con todos estos colegas, revueltos pero en orden. Nos han protegido del mundo para que el polvo no aumente el dolor. Duelen los huesos. El papel se retuerce y deja ver las cicatrices de quienes nos usaron. Pero sigo a la espera. Con cada mañana. Sueño con las manos de esa chica que ya es la tercera vez que viene por nuestro barrio. Sueño como lo haría cualquiera en mi lugar.

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