Un apunte sobre la filosofía lean: el largo plazo

by Julen

ToyotaNo cabe duda de que el enfoque lean es uno de los mantras de las nuevas startups. En conjunto suponen una muy buena guía de gestión para cualquier empresa. Así que para las startups también debería serlo. Al margen de la moderna literatura que se ha popularizado en tiempos recientes, uno de los libros de referencia es que el escribió Jeffrey K. Liker en 2004: Las claves del éxito de Toyota. Una lectura obligada para cualquier persona interesada en el mangement.

El caso es que la «filosofía» Toyota se concreta en una serie de principios. Muchos de ellos apuntan al sentido común y apelan al trabajo con responsabilidad por parte de cada una de las personas que aportan su saber hacer en una compañía. La atención al detalle, a hacer las cosas bien, a actuar rápido sobre el problema y a buscar la mejora continua son algunas de sus recomendaciones. También se insiste mucho en cuidar los inventarios intentando que el flujo sea continuo y que no haya acumulaciones de material en ningún lado. Los sistemas Just-In-Time con todo el soporte de tarjetas Kanban forman parte de esta filosofía Toyota.

Pero entre todos los principios hay uno, el primero por más señas, que parece condición sine qua non para que este tipo de enfoque se haga realidad: el largo plazo. Si algo ha caracterizado las relaciones de Toyota con sus proveedores -diría que fue algo extendido a todas las empresas japonesas constructoras de vehículos- ha sido la de establecer unos vínculos más allá de la negociación centrada en un pedido concreto. Realmente se enfocó en el co-desarrollo entre proveedor y cliente, a la búsqueda de mejoras que repercutieran tanto en la eficiencia del propio proveedor como en la de Toyota montando finalmente los vehículos en sus plantas.

Pero hoy en día el largo plazo se ha volatilizado. Todo está concebido para periodos de tiempo cortos. La estrategia deja de poder mirar a tres o cinco años para necesitar revisiones a los tres o cinco meses. Los acuerdos de intenciones entre empresas que se sientan a colaborar no soportan bien el paso del tiempo y necesitan lavados de cara constantes. Así pues, rotas las referencias de largo plazo, asumida la temporalidad de los vínculos, ¿cómo se puede aplicar una filosofía lean a una startup que nace en precario a la espera de acertar hoy con la tecla adecuada pero sabiendo que mañana deberá apretar otra si quiere mantenerse viva?

Las empresas longevas, tal como nos explicó en otro libro muy recomendable Arie de Geus, La empresa viviente, son conservadoras en lo financiero. ¿Los inversores que vuelan en círculos alrededor de las startups están apostando por modelos de largo plazo con retornos de la inversión moderados? ¿Cómo está la estadística con este tema? Échate a temblar.

En fin, esto es solo una pequeña reflexión ahora que tanto se está publicando sobre filosofía lean aplicada a los nuevos proyectos empresariales. Por cierto, muy recomendable la publicación que ha coordinado el viejo amigo Mario López de Ávila junto con José Antonio de Miguel: El estado del arte del emprendimiento Lean en España 2013. La están presentando estos días. Otra lectura obligada 😉

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2 comentarios

Luis M. Camacho 23/02/2014 - 08:43

Creo que hay mucha confusión repecto a ciertos términos. Hoy día todo el mundo requiere personas con capacidad de adaptación, pero en el fondo por lo que yo he vivido, eso lo único que esconde son estrategias cortoplacistas, que al final hacen que la empresa nunca madure. Que una empresa sea capaz de adaptarse a los cambios del mercado es bueno, que esté cambiando constantemente significa que carece de un plan de negocio.

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Julen 24/02/2014 - 06:33

Complicado asunto ese de navegar entre la certeza y el cambio 😉

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