Tras el post de ayer en el que comentaba un tema concreto surgido en el reciente taller de la red de consultoría artesana, hago aquí un breve balance del encuentro. Y es que pasa el tiempo y hemos llegado ya a un séptimo taller. Y como señala Manel, ha sido un encuentro absolutamente sencillo y natural, centrado en lo que hacemos de forma cotidiana: proyectos de consultoría. Así que si reúnes a un grupo de profesionales alrededor de una mesa y quieres que aprendan, ya sabes, que se pongan a hablar de lo que hacen. Entonces, ¿es así de sencillo?
Sí y no. Sí, porque en realidad no hay más cera que la que arde. Si compartes tu experiencia en proyectos reales lo lógico es aprender de la conversación que se deriva. Sí, pero, ¿por qué vas a quitar capas y capas de la cebolla para llegar a su corazón y hablar de esas cosas que importan? Porque hay confianza. Y esta es el meollo de la cuestión, algo que no es tan fácil. Quizá debería ser de otra manera, pero es lo que hay.
Recuerdo el taller que hicimos hace tres años también en Bilbao para hablar de dinero. ¿Por qué dinero? Precisamente porque es algo de lo que no hablas si no estás en confianza. Así que esta es la cuestión: hemos conseguido generar un clima de confianza, de compartir y escuchar. Y eso convierte un sencillo taller, con unas mesas y gente sentada a su alrededor en un diamante en bruto.
Al mismo tiempo sucede que la confianza no se reparte en dosis idénticas. Hay matices que la estiran y la encogen. Conviene aceptarlo como parte del juego porque lo hace aún más auténtico. Pero por encima de estos matices -importantes- emerge una situación en la que conseguimos la suficiente confianza como para poner en común lo que nos sale bien y lo que no nos sale tan bien. Y ahí en esa simple conversación radica lo estupendo de estos talleres.
Ya que esta vez la facción vasca de la red éramos mayoría, realizamos el taller en Bilbao, en las instalaciones de BBF gracias a la amabilidad de MIK y Enpresagintza. Nos introdujimos en la cueva del primer grupo de Leinners de Bilbao y ocupamos su espacio ahora que andan por Finlandia, y allí estuvimos charlando. Cada cual aportaba una experiencia de trabajo que servía de mecha para el diálogo posterior. Así lo hicimos Alberto, Juanjo, Ana, Maria Jesús, Asier, Naiara, Manel y quien suscribe. Por cierto, una delicia compartir también las dos jornadas con Maddi. Y con Mikel, cómo no.
Por citar algunas cuestiones concretas en las que vamos a andar trabajando en fechas venideras:
- Un pequeño lavado de cara al sitio donde se publicó la declaración artesana.
- Un segundo encuentro de #fororedca probablemente en tierras catalanas.
- Alternativas para mantener la conversación -con soportes digitales- más allá de los talleres presenciales.
En cualquier caso, al margen de asuntos técnicos, de conceptos, clientes o metodologías, estos talleres descienden por la pendiente de la confianza para acabar en el terreno de la simple conversación. Eso es todo. Así de simple.
La imagen es de timlewisnm en Flickr.
5 comentarios
Y así, conversando en torno a las aportaciones de cada un@ se nos pasaron los horas volando y uno sale como renovado, sencillamente.
He pensado en si el tamaño del grupo influye aunque creo que es más eso que comentas tú, los matices que estiran o no entre l@s presentes.
Sí, quizá el número condiciona. Fíjate que «dejar que la conversación» fluya a partir de cada experiencia expuesta supone que no pueden ser demasiadas. Pero desde luego que el formato fue muy adecuado. Y los matices… bueno los matices van con cada una de nuestras personalidades 😉
Coincido con Manel y contigo en que este formato es probablemente uno de los mejores para dar sentido a los encuentros #reca y aprender de la diversidad que contenemos. A mí me habría encantado participar en esas conversaciones. A ver si en la próxima ocasión la agenda permite ir.
Abrazo!
Esperemos que tu GTD sea piadoso y te deje un hueco en la agenda 😉
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