Participación ciudadana cuando no te fías de las instituciones

by Julen

SueñosEste período de crisis con el que convivimos desde hace ya unos cuantos años permite análisis desde diferentes ópticas. A veces parece como si fuera una cebolla en la que hay muchas capas. Al haber quitado varias llegamos a la crisis de confianza. Esta capa surge después de un largo camino de hechos que han ido debilitando nuestra fe en los mecanismos tradicionales de la sociedad en que vivimos. Sirve para explicar la mala prensa de muchas grandes empresas, de muchos grandes bancos y, por supuesto, de muchas instituciones públicas. No. No nos fiamos de ellas.

Por eso hoy hablar de participación ciudadana no es lo mismo que hacerlo hace diez años. Supongo que no descubro nada nuevo cuando digo que, en este terreno, estamos mucho peor. Sé que, paradójicamente, vamos a encontrar más «mecanismos de participación» que empresas e instituciones en general han puesto en marcha. Pero hay un elemento previo que ha saltado por los aires: la confianza necesaria entre las partes.

En la empresa es bien fácil: si quieres que participe con mis ideas para hacer este negocio más rentable y huelo a que harán falta menos personas para hacer el trabajo de antes, mi respuesta es NO. ¿Me entiendes? No insultes mi inteligencia. Si me pides que cave mi propia fosa y que contribuya a la rentabilidad de un negocio que luego me va a tirar por la borda, lo siento. Te quedas con tu invento. Te doy mi tiempo de trabajo pero no me pidas más.

En las instituciones públicas el asunto es más complejo. Aquí en nuestro entorno tenemos el caso, por ejemplo, del Libro Blanco de Democracia y Participación Ciudadana para Euskadi, del que Iñaki Ortiz hace una referencia en su blog. Por supuesto que es loable el intento. Vamos a co-construir. Nos apuntamos a la moda. Sí, pero ¿se puede cuestionar el statu quo previo?, ¿cuáles son los límites inamovibles que condicionan el proceso? A lo mejor como ciudadanía estamos llegando a una de las últimas capas de la cebolla. Cerca del corazón se acaban las opciones. Ya no hay capas. No hay confianza.

¿Y cómo se recupera esa confianza para dignificar la participación y no convertirla en un instrumento para que sea lo mismo de siempre pero pareciendo de otra manera? Nos metemos en arenas movedizas. El sistema es el que es y quienes se lo creen, viven de él y están, además, en zonas de poder, lo van a tener clarísimo: sea lo que sea, no me revientes el chiringuito. Así que es lógico que quieran que sigamos revolviendo la misma mierda de siempre. Y al mismo tiempo, yo mismo creo que no queda otra. La batidora de la participación ciudadana sigue enchufada a la corriente eléctrica y en marcha.

Iñaki Ortiz es optimista. Falta nos hace ese optimismo porque no queda sino continuar trabajando:

Frente a las tendencias “negativistas” que siempre ponen el foco en los aspectos más frágiles, mi primera valoración es que la puesta en marcha de esta iniciativa supone una oportunidad para seguir asentando en Euskadi las políticas de participación ciudadana, que buena falta nos hace.

Pero, insisto, estamos llegando al corazón de la cebolla y no quedan muchas capas. Cada nuevo intento deja la botella medio llena y medio vacía. Se cargan ilusiones y se descarga confianza cada vez que no conseguimos que las mejoras repercuten en la ciudadanía normal y corriente, la de a pie, la que ve pasar por delante mil intentos de «hacer participar». Pero «participar» no es un valor absoluto. Nadie querría participar en su propia inmolación. Participar también depende del qué. No es solo una cuestión de mejorar el «cómo».

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12 comentarios

Participación ciudadana cuando no te f&i... 04/02/2014 - 08:46

[…]   […]

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Iván 04/02/2014 - 08:53

La desconfianza creo que va a ir en aumento, la realidad política, social y económica de nuestro tiempo nos lleva a ello. La crispación de la gente de a pie es evidente y parece que apenas hay forma de cambiar las cosas. A veces me pregunto si hay soluciones para evitar el evidente colapso al que nos dirigimos como sociedad.

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Julen 07/02/2014 - 09:11

Pues yo comparto duda, Iván. Hay días en que a uno se le cae a mínimos la confianza en la naturaleza humana.

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Iñaki Ortiz 07/02/2014 - 09:27

Ahí has puesto el dedo en la llaga, porque al final las instituciones son personas. Y nunca tendremos la garantía de que otras personas merecerían más confianza. La historia de la humanidad es la historia de las decepciones. Buf, qué frase me ha salido!

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Isabel 04/02/2014 - 10:01

La confianza está seriamente herida, pero hay que seguir y “confiar” en que si no nos mata, nos hará más fuertes. Personas como Iñaki ayudan, porque mira que es difícil mantener la ilusión desde dentro.

El último informe de la sociedad de la información de la Fundación Telefónica (puro sistema a fin de cuentas) dice que “la e-Administración gana adeptos”, que “el 66% de los trámites administrativos realizados por los ciudadanos son electrónicos” y que “el 95% recomendaría el uso de las webs de la administración”. Según el sistema, todo va viento en popa.

La suma de agitaciones actuará como caballo de Troya, pero es agotador.

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Julen 07/02/2014 - 09:12

Pues conste que a mí lo de la Administración electrónica me parece uno de los más sonados fracasos de participación de la ciudadanía… garantismos por todas partes que luego no ayudan a nada 🙁

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Iñaki Ortiz 07/02/2014 - 09:24

En la Administración electrónica hay cosas que funcionan peor y cosas que funcionan mejor, pero en cualquier caso se trata de otro tema.

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José Daniel Domínguez 04/02/2014 - 13:57

Uno se siente pesimista en cuanto a la insolidaridad y falta de compromiso de la gente. Pero por otra parte, encuentro optimismo junto a los que luchan por cambiar esta mierda de sociedad y que toda injusticia tarde o temprano llegar a su fin mientras unos pocos insistan en la lucha.

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Iñaki Ortiz 05/02/2014 - 21:16

Por supuesto que hay motivos para la desconfianza y para el escepticismo. Yo tampoco me he caído de un pino. Pero si la alternativa es no hacer nada, prefiero intentar cambiar lo que se pueda y empujar las iniciativas que apunten en la buena dirección.

Esto de cambiar las instituciones públicas, o cambiar el mundo, si se quiere, se puede hacer de varias maneras, como la innovación, de forma incremental o disruptiva. A lo mejor si las cosas se ponen más feas, con la crisis y tal, el sistema actual podría llegar a reventar y se produce un cambio disruptivo. Pero, mientras tanto, no renuncio a los cambios incrementales que vayan mejorando el mundo y las instituciones, aunque solo sea un poquito.

Por otra parte, el sistema y las instituciones que tenemos son el resultado de muchas cosas, entre las que la cultura cívica del paisanaje no me parece la menos importante. Desde mi punto de vista, las iniciativas más interesantes son las que tienen una componente pedagógica hacia una ciudadanía más comprometida, responsable y (políticamente) exigente, porque ese es el caldo de cultivo de cualquier organización de la vida en comunidad (o en sociedad) que merezca la pena. Y esta iniciativa puede ser una de ellas. Yo, por si acaso, seguiré contribuyendo en lo que pueda y, por supuesto, seguiré informando, también en lo que pueda, claro.

Te agradezco los comentarios y la difusión ;-).

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Koldobike Uriarte 06/02/2014 - 09:33

Gracias Julen y comentaristas por vuestras aportaciones y por hacer de altavoces de la iniciativa. Comparto tu preocupación !cómo no!. Sin embargo soy de las que creen que todo lo que nos está pasando (la crisis económica, la deslegitimación de la democracia que tenemos, el descrédito de los políticos…) es una enorme oportunidad para cambiarlo todo.
Son los nuevos valores los que nos sacarán de esto y así se construirá un nuevo orden mundial. De abajo a arriba y de arriba a abajo. Y aquí todos pintamos. Hay que recuperar el valor de lo público y lo público es de todos, y de ello se han olvidado algunos políticos/as, ciudadanos/as, funcionarios/as, trabajadores/as de la empresa privada, jovenes instalados en lo establecido y en el consumismo a ultranza…
Un nuevo orden es posible y hemos de construirlo entre todos. Hemos de aprender a construirlo entre todos, porque nada está escrito, nada es irrefutable.
De ese punto de partida surge la forma en que hemos querido construir el Libro Blanco de Democracia y Participación, para estimular a que en Euskadi se reflexione sobre qué aporta la participación al progreso de Euskadi. Y creo que participación no es sólo construir entre todos políticas públicas, evaluarlas… para mí también es recuperar la parcela social o ciudadana en nuestras vidas. El otro día me contaban que una organización estaba animando a las trabajadoras/es a domicilio a hacer de antena para identificar personas solas en los barrios. Hacer esto no forma parte de este puesto de trabajo, ni de su salario, sino de la actitud ciudadana que estas personas puedan demostrar para contribuir a detectar necesidades sociales no cubiertas por falta de medios públicos y de solidaridad entre iguales.
Esto también es participación. Seguro que entre todos descubrimos mil formas de implicarnos en generar valor público en Euskadi. Un abrazo

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alorza 06/02/2014 - 15:21

Parece que los de ADEGI te han escuchado, Julen 🙂

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Ciudades más inclusivas (también) | Arquitectura por prescripción médica 05/10/2015 - 12:39

[…] La falacia de la “participación ciudadana”  consultorartesano […]

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