Mejorar la productividad provoca menos empleo y más desigualdad

by Julen

DESTROY!James Heskett publicó el pasado 8 de enero un artículo en Harvard Business Review titulado Do Productivity Increases Contribute to Social Inequality? Este hombre acostumbra a escribir artículos con títulos en forma de preguntas. Claro que esta última tiene mucha miga. En este caso ha recurrido a dos fuentes para argumentar en torno a la cuestión: Jaron Lanier y Jeremy Rifkin. Del primero cita su último libro, Who Owns the Future? y del segundo se fija en uno que tiene ya sus años: El fin del trabajo.

Esta cuestión es ya una vieja conocida de quienes visitáis este blog. A estas alturas de la película no me cabe ninguna duda de que la afirmación con la titulo este artículo es cierta en muchos casos. No en todos, naturalmente, pero sí en muchos. En demasiados, diría yo. Y esto tiene una consecuencia muy negativa: la desconfianza de las personas hacia las empresas. Porque después de que se nos llenara la boca con aquello de que las personas eran el capital más importante de la empresa, ahora resulta que la crisis ha puesto las cartas boca arriba: persona = recurso prescindible cuando los números no salen.

James Heskett maneja datos sobre cómo la productividad crece y el empleo no… allá en Estados Unidos. Pues que se venga aquí, a esta parte del sur de Islandia y que vea nuestros datos. Uno de los ejemplos de pérdida de empleo lo toma de a Lanier para referirse a casos como el de Instagram:

… the fact that 140,000 Kodak employees were replaced in large part by startups like Instagram (an Internet-based distributor of photos) a company with just 13 employees that was purchased last year by Facebook for $1 billion.

La espectacular irrupción de las tecnologías digitales (también) produce daños colaterales en el empleo. Carlos Alonso, de Bilbao Metropoli 30 y una de las personas que está impulsando el proyecto BasquePro, me pasaba también otra referencia, en este caso de The Economist: The Future of Jobs – The onsrushing wave, que ahonda en línea similar con este subtitulo de lo más esclarecedor: «Previous technological innovation has always delivered more long-run employment, not less. But things can change«.

The machines are not just cleverer, they also have access to far more data. The combination of big data and smart machines will take over some occupations wholesale; in others it will allow firms to do more with fewer workers. Text-mining programs will displace professional jobs in legal services. Biopsies will be analysed more efficiently by image-processing software than lab technicians. Accountants may follow travel agents and tellers into the unemployment line as tax software improves. Machines are already turning basic sports results and financial data into good-enough news stories.

Es evidente que el trabajo no es lo que era. El empleo se desvanece en nuestras supuestas sociedades avanzadas. ¿Es una visión alarmista que conviene desechar? ¿Vamos a asistar a la emergencia de una nueva clase de neoluditas que van a boicotear no ya las máquinas transformadoras de materias primas físicas sino que ahora lo harán con las digitales? Complejo panorama. El artículo de The Economist deja una inquietante puerta abierta a la descomposición de nuestro trabajo supuestamente cognitivo en pequeñas tareas asumibles por máquinas:

Jobs that are not easily automated may still be transformed. New data-processing technology could break “cognitive” jobs down into smaller and smaller tasks. As well as opening the way to eventual automation this could reduce the satisfaction from such work, just as the satisfaction of making things was reduced by deskilling and interchangeable parts in the 19th century

¿Un nuevo taylorismo cognitivo?

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5 comentarios

Mejorar la productividad provoca menos empleo y... 25/01/2014 - 07:18

[…] James Heskett maneja datos sobre cómo la productividad crece y el empleo no… allá en Estados Unidos. Pues que se venga aquí, a esta parte del sur de Islandia y que vea nuestros datos. Uno de los ejemplos de pérdida …  […]

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Raúl Hernández González 25/01/2014 - 13:48

Es la historia de la humanidad. Cada avance, cada invención… ha provocado «menos empleo». O, para ser más exactos, la desaparición de determinados tipos de ocupaciones… y la aparición de otros diferentes. ¿Eso implica más desigualdad? Depende…

El problema es considerar que haya personas que sólo pueden hacer trabajos de fuerza bruta, mecánicos, etc… y que no pueden aspirar a otra cosa. Esas personas sí, se quedan fuera, porque sus trabajos son sustituidos por nuevas formas de hacer ¿Pero realmente hay personas que «sólo» pueden ser eso? ¿No estamos todos en condiciones de aplicar nuestra creatividad, nuestra inteligencia, nuestro criterio, nuestro trato humano… a la actividad que sea? ¿Qué máquina nos va a invadir en ese terreno?

Pero claro, eso exige cambiar mentalidades. Algunas de la sociedad (inversión en educación, etc…), pero muchas otras de todos y cada uno de los individuos. Cultivar la curiosidad constante, el aprendizaje a lo largo de una vida, desarrollar esas habilidades esencialmente humanas, la noción de que no hay lugar al «acomodarse»… El que no quiera (y sí, he dicho «quiera»… porque creo que para la inmensa mayoría es una cuestión más de querer que de poder) se verá en dificultades. Y podrá echarle la culpa a la tecnología, a las mejoras de productividad, al empedrado… pero bien haría en analizar su propia responsabilidad.

Sobre todo, porque es un proceso imparable. Lo ha sido a lo largo de los siglos. ¿Acaso podemos impedir que alguien busque una manera más eficiente de hacer las cosas, cuando tiene un incentivo directo para ello? ¿Podemos, como sociedad, limitar la creatividad, el emprendimiento, el desarrollo, el progreso… en aras de una situación más «igualitaria»? ¿Lo vamos a hacer todos en el mundo a la vez? ¿Prohibimos el comercio internacional para evitar que quien sí lo hace nos invada? No parece probable…

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Sergi 27/01/2014 - 09:56

Muy buen artículo. Lo que podemos ver claramente es que la promesa del sacrificio para tener trabajo siempre ha muerto. Con los cambios contextuales, la innovación tecnológica, y la expansión del neoliberalismo cada vez más se produce un excedente de personas que ya «no sirven» porque su trabajo ya no vale. (Vease la construcción en España).

Como apunta Raúl, hay la trndencia a considerar que hay una capacidad de reinvención para toda la población y que con esos cambios individuales cualquiera puede tirar adelante. Pero nos olvidamos que no todo depende de uno mismo. Hay miles de personas que intentan mejorar su situación lo mejor que saben pero no consiguen llegar a buen puerto.

Realmente podemos reconvertir al 25% de la población para que sean asimilados a un mercado laboral que, en gran medida, ni les quiere ni les puede pagar?

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eva 28/01/2014 - 17:57

Trabajo siempre habrá. Ya no hay lavanderas ni es necesario bajar al río pero falta mucho para que la ropa sucia camine hasta la lavadora y una vez limpia, seca y planchada se coloque en su correspondiente balda. De lo que se habla en el post es de la escasez de empleos por que trabajo, hay mucho trabajo por hacer allá donde miremos.

La cuestión del empleo es que de alguna manera sigue vertrebando nuestra identidad. Yo soy por lo que hago y lo que cuenta más de todo lo que hago, es lo que hago de manera remunerada, mi profesión. Me sorprendía hace unos meses una obra de teatro de gente joven, que mostraba la desesperación por no poder ser lo que eran ante la imposibilidad de trabajar en aquello en lo que habían estudiado.

En el otro lado, una amiga que estudió ambientales me contó que algunas de sus compas de promoción trabajan en empresas haciendo estudios de impacto ambiental. Supuestamente hacen aquello para lo que se han preparado. Eso si, nadie les contó en la facultad que su trabajo consistiría en camuflar todo lo posible los impactos reales que las obras que analizan van a causar en su entorno, la naturaleza, la que habían intentado proteger con la elección de su carrera.

Con la escasez de empleo, a veces tenemos que ganarnos el pan con trabajos que nos alejan de la satisfacción, la motivación, el crecimiento, la vocación y me pregunto muchas veces cómo trazar puentes entre lo que hacemos y lo que somos. ¿Cómo abrir, legitimar, favorecer espacios colectivos para hacer (en los que ser aquello que queramos) lo que nos gusta y/o lo que es socialmente necesario aunque sea de manera no remunerada?

Siendo quien seas, puedas o te sientas ser,está claro que además de identidad el empleo proporciona acceso al dinero. Un sueldo que con mayor o menor amplitud, te permite acceder a lo básico, casa, abrigo, comida o cultura, incluso a relacionarte con otras personas en un país donde socializarnos es irnos de cañas.

No creo que la desconfianza de las personas hacia las empresas esté vinculada a la búsqueda de productividad sino a formar parte de un sistema que prioriza el máximo beneficio en el menor tiempo posible por encima de las personas y del planeta y promueve una distribución de la riqueza que genera miseria.

No es malo que haya menos empleo. Sería fantástico que muchas personas en el mundo tuviéramos una buena vida, con tiempo para andar en bici, cuidar y ser cuidadas, leer, pensar… y trabajar claro, trabajar en aquello que nos apasiona y nos nutre.

Abrazo,
eva

Gracias por el blog y los comentarios

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