Hacia la estación de autobuses

by Julen

inside the LightLa mirada perdida y un caminar vacilante. ¿El destino? Dejó de haberlo hace ya mucho tiempo. La suma de su utopía y el recelo de los demás le ha dejado en terreno de nadie. Por eso ahora mismo no hay destino, tan solo unos pasos cuya huella se desvanece sin historia alguna. Siente el frío de la mañana. Le despierta y le sirve para arañar la realidad. Por lo demás, no hay nada que hacer.

Hubo un tiempo de anhelos pero la mala fortuna le enredó. Demasiado riesgo. Insistió tanto que al final le tocó el premio. Inmerecido o no, lo vio llegar y lo aceptó. Iba con él, con su forma de ser y de estar. Se apretó el cinturón, se subió los cuellos del abrigo y decidió que no era tan mal lugar. El resto del mundo dejaba de ser relevante.

A partir de entonces tuvo que construirse una historia. Habitar en la derrota exige un guión. Se inventó la realidad y la realidad le devolvió compasión. No haría falta pose alguna. Su mirada bajó al suelo, su corazón se encogió y los fármacos hicieron el resto. Hizo química con la desidia y la ansiedad. Juguetearon primero a soportarse y luego a convivir en armonía. Los fármacos.

La estación de autobuses está ya ahí enfrente. Arrastra una pequeña maleta repleta de engaños y desilusión. Un equipaje que apenas ocupa espacio, que apenas pesa. La maleta es tan ligera como pesada la carga que lleva. Da igual el lugar al que vaya. El autobús siempre lleva al mismo destino.

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