El buen gobierno de las organizaciones abiertas

Hace unos días comentaba una ponencia que tengo que impartir en la inauguración de las VIII Jornadas Compartim. Pues bien, en este artículo adjunto la presentación. Desde que hablé con Jesús Martínez he ido trabajando las ideas y al final acabo llegando a un lugar común y ya conocido: todo debería girar al servicio de las personas. Si tuviera que concentrar la salsa y reducirla al máximo me temo que no os proporcionaría nada original. Como siempre se trata de diseñar y ¡practicar! organizaciones más humanas. Ya siento ser tan previsible.

Pero, ¿quiere decir lo anterior que las hemos deshumanizado? Mi respuesta es rotunda: sí. Las hemos separado de su sentido de utilidad y las hemos acercado al sentido de sí mismas y de los circuitos de poder en que se asientan y que mantienen. «Gobernar» una institución ha recibido tanta atención de teóricos y académicos que los sistemas de gestión se han vuelto artificiales y garantistas, burocráticos y pomposos. Por debajo, sin embargo, la vida de la gente pasa como un torrente, muchas veces «sufriendo» esos sistemas y buscando la forma en que saltarse las normas para dar un buen servicio.

De ahí la idea de vuelta a la casilla cero del juego de la oca. De ahí la necesidad de repensar el modelo desde sus cimientos. La más que evidente crisis de confianza de las personas en sus instituciones, los límites de la democracia representativa y un sentimiento de engaño invade nuestra sociedad. Quizá no es el momento de las herramientas y de las técnicas, quizá sea el momento de decir basta y comenzar de nuevo.