Apuntes sobre la ortodoxia empresarial

by Julen

Pero...Tengo 49 años y estudié en mi último año de carrera cómo «administrar» una organización. Así que fue hace mucho tiempo. Sin embargo, recuerdo como si fuera hoy el manual que nos recomendaron, de un tal David R. Hampton. Allí se explicaba cómo había que gestionar. Era de esos manuales pensados para la academia, con teoría y casos, con referencias y preguntas. La vista puesta en enseñar cómo había que hacer las cosas.

Pasé luego cerca de 15 años creyendo, más o menos, que hay una forma. Cuando digo «una forma» en realidad creo que mi idea era que, bien conocidas las variables que concurrían en una situación, había una solución. A fin de cuentas para eso habíamos estudiado. No era una simple cuestión de recetar porque antes había que diagnosticar. Pero el enfoque sería siempre que la solución tiene que ver con el diagnóstico y éste conduciría a la única alternativa posible.

En los seis años que estuve en Maier compartí muchas horas con un compañero del que aprendí la complejidad de transformar polímeros. Sí, unas máquinas de inyección de plástico que reciben materia prima con la intención de fabricar determinadas piezas se enfrentaban a una complejidad espectacular. El número de variables que se daban cita en aquel proceso provocaba sesudos análisis para dar con la combinación de parámetros adecuada. Y siempre se llegaba a una solución.

Con el tiempo pensé que nunca habría una única solución «perfecta». La combinatoria admitía tantas posibilidades que era imposible admitir que solo hubiera una manera de hacer que las piezas salieran bien. Por lógica habría diferentes maneras. El hecho de elegir una de ellas reflejaría cierto tipo de «creencia», una manera particular de creer que funcionaba todo aquello. Pero soluciones habría muchas.

Hoy si algo caracteriza nuestro trabajo con organizaciones es la complejidad. Aterrizas en cualquier proyecto y por muy sencillo en apariencia que sea el encargo, enseguida empiezas a caer en la cuenta de que la combinación a la que te enfrentas es única. A fin de cuentas trabajamos con personas y no con máquinas, así que la combinatoria, aquí sí que sí, es infinita. ¿Cómo enfocamos el trabajo? Con humildad porque lo que hemos aprendido es solo un bagaje que sirve para tratar de entender qué está pasando allí en aquel preciso momento.

La medicina a veces provoca daños colaterales. Se interviene y debido a la iatrogenia se  generan nuevas patologías. Así de terco es a veces el paciente. No sabemos muy bien por qué se rebela contra la ortodoxia de la intervención y se producen en él nuevas patologías. Vale que no podemos caer en un relativismo absoluto pero tengo la sensación de que somos demasiados los que caemos en la tentación de aplicar -sin querer o queriendo- una especie de ortodoxia encubierta. Sabemos que hay una forma porque la experimentamos, pero haberlas, hay muchas. Y por un simple ejercicio de humildad deberíamos admitir que sí, que hay otras soluciones.

—–

Nota.- La reflexión me ha surgido a partir de una reunión con empresas que hacen muy bien las cosas… y que espero que las sigan haciendo. Sin embargo, la iatrogenia debió de provocar en mí una especie de pequeña reacción alérgica. Disculpas.

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4 comentarios

Isabel 16/11/2013 - 11:25

Asterisco y subrayado en el penúltimo párrafo. Le pondría el hastag #ConsultoriaArtesana ¿no es la definición perfecta de su esencia?

«Aterrizas en cualquier proyecto y por muy sencillo en apariencia que sea el encargo, enseguida empiezas a caer en la cuenta de que la combinación a la que te enfrentas es única. A fin de cuentas trabajamos con personas y no con máquinas, así que la combinatoria, aquí sí que sí, es infinita. ¿Cómo enfocamos el trabajo? Con humildad porque lo que hemos aprendido es solo un bagaje que sirve para tratar de entender qué está pasando allí en aquel preciso momento.

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Apuntes sobre la ortodoxia empresarial | Consul... 16/11/2013 - 11:43

[…] Hoy si algo caracteriza nuestro trabajo con organizaciones es la complejidad. Aterrizas en cualquier proyecto y por muy sencillo en apariencia que sea el encargo, enseguida empiezas a caer en la cuenta de que la combinación a la que te enfrentas es única. A fin de cuentas trabajamos con personas y no con máquinas, así que la combinatoria, aquí sí que sí, es infinita. ¿Cómo enfocamos el trabajo? Con humildad porque lo que hemos aprendido es solo un bagaje que sirve para tratar de entender qué está pasando allí en aquel preciso momento.  […]

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Amalio Rey 16/11/2013 - 20:23

Me gusta el post, Julen. Está para darle muchas vueltas a eso de la «Iatrogenia» y tal.
Me estas poniendo esto tan complejo que como te siga leyendo, a mi edad, igual tengo que dejar la consultoría 🙂

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Manel [cumClavis] 17/11/2013 - 13:47

Este es uno de los inconvenientes del prêt-à-porter y de un sucedaneo que sería el de la «consultoría de escuela», esta que busca encajar cualquier realidad a los parámetros teóricos de la escuela en cuestión. Panacea para la consultoría de caracter psico-mesiánico-simplón. Una plaga hoy en día!

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