La globalización se muere, volvemos a lo (hiper)local

by Julen

Earth StackingMira que me está dando juego el último libro de Jeremy Rifkin, La tercera revolución industrial. Comento en este artículo algunas ideas -contradictorias- a cuenta de unas palabras que él recoge de Peter Bakker, director gerente de TNT, el antiguo servicio público de correos de Holanda. Y es que, a partir de ellas deduce, con frase lapidaria de por medio, que la globalización se muere. Los costes del transporte son la razón que aduce pero en el fondo creo que hay muchos otros elementos para repensar lo que está pasando.

Según su opinión, el espectacular aumento del precio del petróleo en el mercado mundial hace que resulte cada vez más problemático enviar mercancías por transporte aéreo transoceánico, y las presiones de los gobiernos para gravar las emisiones de CO2 no harán más que acrecentar los costes logísticos.

Vale que este sea un argumento, pero parece evidente que cada vez hay más sensibilidad con la producción local ahora que la crisis aprieta. Ya no se trata solo de ahorrar en costes sino de poner en valor lo que se produce en el entorno cercano. Sin embargo, a veces esta corriente se pega de frente con esa otra tendencia del producto barato que nos afecta a casi todos por igual. Si hay que pagar un precio superior por la mercancía local, cuidado porque habrá gente que no se lo quiera o pueda permitir. Que en otros países el coste de vida sea inferior al nuestro hace que existan esos productos escandalosamente más baratos… a los que nos hemos acostumbrado.

En principio valorar la producción local tiene todo el sentido del mundo para fortalecer los lazos comunitarios. Pero también es cierto que hoy son posibles modelos de producción distribuida que implican necesariamente costes logísticos de transporte. Concentrar en un lugar la producción y distribuir para un mercado local llevaría en el extremo a la extraña idea de que los territorios son autosuficientes y de que el intercambio entre regiones no tendrá ya tanto sentido como ahora.

Pero es evidente que el intercambio, sea de objetos físicos o de ideas, es una de las bases para que una sociedad sea saludable. De ahí la contradicción a la que nos enfrentamos. Fuerzas contrarias que ponen sobre la mesa competitividad, estilos de vida, preocupación por la economía local, un intercambio necesario de productos e ideas… todo un revoltijo donde es difícil encontrar anclas a las que aferrarse.

Aquí en este blog hemos escrito en varias ocasiones sobre la fuerza de lo hiperlocal. La gente se conecta a una geografía, física y emocional, en la que las tecnologías de información ayudan a fortalecer vínculos. Las diásporas nunca como ahora tuvieron tanta herramienta a su alcance para generar sentimiento común. La capa digital se superpone a la física y crea escenarios donde las personas pueden re-conectarse entre sí. En torno a estas cuestiones un autor referente es Steven Johnson.

En fin, espero poder ir contando algunas cosas de un proyecto en el que he comenzado a participar y que tiene que ver precisamente con esto: con la puesta en valor de lo local. Pero al mismo tiempo, eso «local» necesita de lo foráneo porque quienes vienen de fuera van a ser parte necesaria para la reactivación económica. Y, claro, todos quieren que «su local» sea puesto en valor. Paradoja servida.

La convivencia entre lo local y lo global hace ya mucho tiempo que se ha analizado. De hecho el término «glocal» suele ser moneda habitual de uso en cualquier proceso de reflexión estratégica de empresas internacionalizadas. Sin embargo, lo que está ocurriendo ahora es que la crisis en esta parte del mundo está «obligando» a una reinterpretación de lo local, más visceral, sentida como auténtica necesidad de puesta en valor. Ver lo local como un enfermo grave activa defensas hasta ahora no tan conocidas. A veces incluso puede que perversas. Y a los hechos me remito. Porque todos los desgraciados brotes contra los emigrantes son también una manifestación -pervertida, claro está- de defensa de lo local. Revuelto anda el patio, desde luego.

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2 comentarios

Iván 09/10/2013 - 21:59

Hay cada vez + info y casos de empresas que se vuelven de Asia por los costes ( producción + transporte). Temas como el insourcing y reshoring suenan con mucha fuerza, contradicciones del mundo globalizado 😉

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Julen 17/10/2013 - 06:25

Iván, habrá que estar atento a ver cómo evolucionan estos procesos de insourcing y reshoring… el mundo que cambia sin parar.

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