Entre tormentas

by Julen

Caballos en el alto de La VargaEl día ha amanecido con niebla. Supongo que nada raro al lado de estos pantanos. No sé cuántos hay en total aquí en la montaña palentina, pero desde luego que ya tocan a litros de agua por cabeza. Después de unas mínimas dudas me he quitado la pereza y a salir con la bici, que para eso hemos venido.

La ruta de hoy sube hacia el alto de La Varga, por donde ya pasé ayer. Sin embargo, en este caso en vez de seguir la carretera asciende los últimos kilómetros por el GR1 en su totalidad. O sea, que a empujar la bici un rato al final, después de compartir camino con no sé cuántos millones de vacas. Dios santo, las que hay.

Desde arriba, en vez de seguir subiendo hacia el sur, toca una bajada de escándalo hasta Rebanal de Las Llantas, siguiendo de nuevo el GR1. Entramos así en la cuenca del Pisuerga para encontrarnos con otro pantano, el de Cervera-Ruesga, que se bordea por un sendero muy bonito. Pero, oh, oh, empieza a llover, primero suave y luego más fuerte. Pues nada, al mal tiempo buena cara. El sendero se lo merece.

Llego a Cervera y callejeo un poco con la bici aunque la mañana sigue desagradable con la lluvia. Un té reparador y seguimos ruta. Aún no hemos subido apenas nada y a partir de ahora, después de acompañar al río Rivera hasta Liguerzana, comienza poco a poco la ascensión. Claro que un primer amago porque tras una ligera subida volvemos a bajar a otro pantano, el de Requejada. Y ahora sí, ya desde aquí, se afronta la subida del día.

Se coge una carreterita que en cuatro kilómetros llega a Polentinos y después de aquí subida por las típicas pistas de alta montaña hasta los cerca de 1700 metros. A media subida el cielo se va poniendo feo. Cae un primer chaparrón, pero no hay otra, hay que seguir para arriba. Truenos y mala pinta. Sin embargo, la amenaza va y viene. Tan pronto parece que se me va a caer el cielo encima como parece que se abre y se ve el sol. Poco a poco llegamos hasta la cumbre. Desde allí se ve abajo el valle de Pineda, que espero recorrer mañana hasta el Pozo Curavacas.

Ya solo queda una bajada por un auténtico pedregal hasta Vidrieros primero y Triollo después. Los truenos me hacen acelerar un poco el pedaleo. Porque abajo todavía quedan algunos kilómetros junto al río Carrión y el panorama está cada vez más feo. Truenos y lluvia de «gotorrones» típicos de tormenta. Así que hacemos una parada técnica en Vidrieros y luego otra en Triollo. A esperar a que escampe. Y por supuesto, al final sale el solete. Solo quedan siete kilómetros para llegar al hotelito donde estoy hospedado. Un paseo.

Justo al llegar, adelanto a una pareja de cicloturistas con unas alforjas exageradas. No sé qué mete la gente en las alforjas pero desde luego pedalear así tiene mérito. Limpio la bici. Tengo un ruido que me está sacando de quicio y que creo tiene que ver con los frenos de disco. Limpio a conciencia. A ver si mañana somos capaces de silenciarlo.

Al llegar al hotel me dicen que a eso de las tres de la tarde ha caído una granizada de escándalo. Primero granizo pequeño y luego una piedras considerables. Me preguntan si «me ha pasado algo». Les digo que no, que por donde he andado no he visto semejante salvajada. Se ve que esto de las tormentas va por barrios. He debido tener suerte 🙂

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2 comentarios

JAVIER BAREZ 08/08/2013 - 17:48

De nuevo contigo Julen
ánimo, la aventura es la aventura,
si te sirve de compañía y como elemento de distracción de ese maldito ruido, te regalo una canción,
El ángel de la bicicleta, interpretada por Gustavo Cordera (caravana mágica) y Mercedes Sosa,
http://www.youtube.com/watch?v=kLg6gUcQ56s

una delicia en homenaje a Pocho Lepratti, héroe argentino http://es.wikipedia.org/wiki/El_%C3%A1ngel_de_la_bicicleta
que disfrutes, felices sueños
javi

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Julen 08/08/2013 - 18:14

Qué bonita y dulce la canción, una bicicleta alada que viaja… 🙂

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