Ayer por la tarde en Oviedo pude charlar un buen rato con Iñaki Quesada, un chaval que estudió con Iván y que ha pedaleado por una buena cantidad de lugares: India, Marruecos, Etiopía. Ahora está preparando un viaje a Omán. El mundo se hace pequeño y cualquier lugar es bueno para rodar, siempre que haya ganas. Y sí, se me pusieron los dientes largos. A ver si un año de estos me animo y hago algún viaje algo más exótico.
La salida de Oviedo enseguida te saca de la ciudad para volver a la ruralidad profunda que se respira por todo este camino. Una ermita aquí, un hórreo allá, las vacas siempre presentes, una continua repetición de escenas. Y, claro, subir y bajar, eso que no falte. Y caracoles que se asoman a la esquina de caminos y carreteras en un claro ejercicio de irresponsabilidad. Suicidas, unos suicidas es lo que son.
Poco antes de llegar a Grado, en el puente de Peñaflor, paro en un bar junto a la carretera a reponer fuerzas. La señora que atiende habla de sus cosas consigo misma, ajena a lo que la rodea. Bárcenas y los políticos, cómo no, se llevan la palma. Si por ella fuera los gaseaba a todos. Soluciones drásticas las que plantea la mujer.
De Grado sale una buena cuesta que se dirige al albergue de San Juan de Villapañada. El día sigue gris. Allí encuentro a un grupo de seis chicos en bici que han pernoctado en el albergue. Vaya multitud. Saludos, buenos deseos y en marcha. Sigo el track que tengo pero ya me voy dando cuenta que me lleva demasiado a la carretera, así que decido pasar de él y seguir las flechas. Total, perderse es casi imposible. Hago un alto también en el albergue de Cabruñana y bajo a Cornellana por la N-634. No, no mola la carretera. Mucho mejor el camino camino. A las primeras de cambio le digo adiós y voy pisando otra vez caca de vaca, barrillo negruzco y piedras de formas y tamaños varios. Un placer.
En Salas ya solo me queda la ascensión final a La Espina y otros pocos kilómetros más hasta Tineo. La subida inicial es muy bonita por un camino entre grandes árboles con el río abajo a la derecha. Arriba nos acercamos a los 700 metros de altitud: un paisaje más abierto y con vacas mires para donde mires. Ha sido una buena subida, muy llevadera, pero que sigue sumando desnivel acumulado. Al final otra vez van a ser más de 1.700 metros. Porque la parte final desde La Espina hasta Tineo es otro pequeño rompepiernas entre robles y hayas. Bonito, pero fatigoso a estas alturas de la etapa.
En Tineo, paseo en bici, localizar un sitio para limpiarla y decidir hotelito. El resto de rutinas ya las conocéis. Bueno, os dejo, que tengo que no hacer nada…
Distancia recorrida: 73,92 km. Desnivel acumulado: 1.734 m. Tiempo de pedaleo: 6h 05min.
Enlaces: fotografías en Flickr, fotografías en Instagram y tweets del Camino.
4 comentarios
En estos días de julio en los que estoy de vuelta a las rutinas habituales, después de unas semanas de vacaciones, me sumergo en la dosis refrescante de tus crónicas del viaje a Santiago. Para mi ya son parte del día a día. Sigo tus etapas, miro las fotos y hasta me fijo en la previsión del tiempo para la cornisa cantábrica, ¡Vaya, parece que al amigo Julen hoy no le lloverá!
Espero que el pretibial no te vuelva a fastidiar y que sigas disfrutando de la ruta hasta el Apostol. Saludos.
Gracias, Juan. El Camino Primitivo es muy recomendable, al menos lo que he visto hasta ahora. No muy transitado (aunque se ven peregrinos) y muchos caminitos preciosos para dar pedales. Nos leemos 😉
estoy en #modeEnvidiaQueMeDas 😀
no pares!!!
ánimo!aupa!
Nada, nada, hasta Santiago no paro. Eso sí, se me ha bajado un poco la alegría con la movida del accidente de tren 🙁