El negocio de la opacidad en la era de la transparencia

by Julen

Caja FuertePodríamos tener la tentación de pensar que la transparencia es una macrotendencia de nuestro tiempo. La ciudadanía la exige de las instituciones para poder fiarse de ellas. Los gurús de turno la ponen por bandera como señal de un buen sistema de gestión. Surge una institución que se autodenomina Transparency International para sacar los colores a los gobiernos corruptos y opacos del planeta. Transparencia y más transparencia. Pero, al mismo tiempo, el gran negocio de la opacidad a través de los paraísos fiscales recoge, según qué fuente consultes, entre una tercera y una cuarta parte de la riqueza mundial.

Se trata básicamente de enmarañar las cuentas. El dinero, ese sencillo movilizador de la gestión empresarial. Las hordas de superespecialistas financieros que aconsejan dónde ocultar ganancias. Jugando con la legalidad, a veces a un lado y a veces a otro, (casi) la totalidad de las grandes empresas utilizan sus servicios para ubicarse en paraísos fiscales. En 2011, según El País, que cita al Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, nueve de cada diez empresas del IBEX 35 mantienen sociedades en paraísos fiscales. Ya se sabe que la ambición rompe el saco. No importa cuánto ganes, si el vecino gana más y se ha espabilado llevando capital a los paraísos fiscales, no serás tú el tonto que se quede atrás.

Y todo el tinglado se apoya en gran parte en el «secreto bancario». Tiramos de wikipedia:

Otro rasgo identificatorio de un paraíso fiscal suele ser la existencia de estrictas leyes de secreto bancario y de protección de datos personales. Es habitual que los datos de accionistas y directores de empresas no figuren en registros públicos, sino que se encuentren bajo la custodia de su representante legal, el llamado agente residente (registered agent). Estas características han provocado que estos países, a menudo muy pequeños en extensión y población, hayan conseguido acumular un cuarto de la riqueza privada de todo el mundo, según el FMI.3 Históricamente se los ha acusado de servir de cobijo a evasores de impuestos, terroristas y narcotraficantes que esconden sus identidades tras sociedades offshore, cuentas numeradas, directores fiduciarios, fundaciones, trusts o acciones al portador.

Pues sí, transparencia en los titulares de best-sellers y grandes medios de comunicación de masas. Pero ingentes cantidades de dinero viven protegidas por el secreto bancario. Y cuando las cosas están mal, como ahora, estas prácticas de las grandes empresas duelen más que nunca. Es evidente que ahondan en la desconfianza hacia ellas. De igual forma que tampoco contribuye a mejorar su imagen el hecho de saber cómo juegan con la legislación para pagar unas ridículas cantidades en impuestos. Hace ya tiempo que cada cual -grandes fortunas personales o empresariales- distribuye sus negocios en el tablero de este planeta como mejor le salgan los números. Da igual el lugar donde lleve a cabo sus actividades.

Por más y más libros que se dediquen a la transparencia, el negocio de la opacidad va viento en popa. Cierto que sometido a presiones de la ciudadanía, pero eso de que tu declaración de IRPF sea pública, como en Noruega, es ciencia ficción en la mayor parte del planeta. Intimidad, privacidad, los grandes argumentos para ocultar a ojos ajenos. Ahora que compartir información sirve para fabricar en una impresora 3D una pistola letal, ya hay nuevos argumentos para defender la opacidad. Chúpate esa.

Según parece no hay que ir muy lejos en busca de islas perdidas en ninguna parte. Los paraísos fiscales también andan por aquí cerca, en el centro del primer mundo: en ciertos sitios de Estados Unidos, en el Reino Unido, en Irlanda, en los archiconocidos países pequeñitos de Europa como Liechtenstein, Andorra o Luxemburgo, o en la habitual Suiza donde los Bárcenas y cía. hacen su agosto.

Sí, lo opaco vende. Tiene su atractivo. Solo necesita que haya quienes quieran que sus enormes ganancias no les conduzcan a pagar los impuestos correspondientes. Un negocio para la avaricia. Un negocio seguro en un mundo que nos decían que se movía hacia la transparencia. Ja ja ja.

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5 comentarios

Iñaki 09/05/2013 - 06:17

Muy bueno el artículo. Interesante y agudo.
Pone en tela de juicio tanta Declaración de Responsabilidad Social que tanto les gusta a las grandes empresas pero que, a la hora de la verdad, no acostumbran a demostrar después.

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Norberto G. Brock 22/05/2013 - 17:06

Mientras, por un lado, esa desregulación constituye su mayor atractivo para el capital financiero cualquiera que sea su origen licito o ilícito; por otro, representa una sutil o más bien descarada presión sobre los Estados decentes para que cedan a los programas de mayor reducciones fiscales y de liberalización de servicios públicos de los grupos sociales dominantes. Más aún, generalmente se ignora que muchas de las grandes operaciones financieras y de comercio marítimo se apoyan en filiales o sociedades vinculadas al grupo o corporación actuante, registradas en paraísos fiscales para diluir riesgos económicos, cuando no responsabilidades, de modo que llegado el caso la autoría nunca logre ser depurada por los tribunales, como sucede con la investigación sobre el hundimiento del Prestige asociado a Liberia, las Bahamas, Liechtenstein y Suiza.

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Ross B. Reyes 25/05/2013 - 08:54

En realidad lo que sucede en Bélgica no es un problema de transparencia, sino de difícil acceso a la información. Desde la Agencia Federal de Información y Comunicación (FedICT) explican que uno de los grandes proyectos que actualmente está en desarrollo es la «iniciativa de información abierta», con la que se pretende centralizar en una única página web toda la información que un ciudadano belga puede necesitar, desde los impresos para determinada gestión administrativa hasta la última estadística sobre inmigración.

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Lana D. Mcintosh 26/05/2013 - 09:11

En 2011, 33 de las empresas que forman el IBEX35 tenían presencia en territorios considerados como paraísos fiscales, cuyas actividades no están relacionadas con la producción de bienes o la prestación de servicios, sino con actividades financieras de sociedades de cartera o sociedades holding. Esto supone que el 94% de las empresas del selectivo poseen sociedades en estos territorios, un 8% más que en 2010.

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Rafael Graham 28/05/2013 - 12:48

En la actualidad, existen algo más de medio centenar de paraísos fiscales. Se trata de territorios que ofrecen una nula o baja tributación para las personas no residentes y una sólida opacidad frente a las autoridades extranjeras (en ocasiones, bajo la protección del secreto bancario). Oficiosamente, y a pesar de la dificultad de cuantificar una actividad que -por definición- permanece oculta, recientes estudios consideran que estos territorios custodian (nada menos) que el 25% del PIB mundial. A la vista de esta cifra podría concluirse que el uso de los paraísos fiscales está en auge, pero en realidad estos territorios podrían tener sus días contados.

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