El esfuerzo, ¿tan diferente del trabajo?

by Julen

Esfuerzo colectivoLas razones por las que una persona concreta se vuelca en algo han sido, son y serán objeto de análisis. Quizá haya tantas interpretaciones como personas nos ponemos a ello… y como personas analizamos. ¿Acaso cada cual saca de dentro algo que lo diferencia del resto de seres humanos? ¿No hay patrones comunes?

Las empresas siguen a la búsqueda del santo grial de la motivación humana. Necesitan desesperadamente tocar la fibra sensible que despierte el interés y el compromiso de las personas en sus proyectos. Las estanterías se llenan de libros dedicados al asunto. Pero siempre revolotea la sospecha de que estamos tratando de asir algo que se escapa entre las manos.

Y, sin embargo, continúan los análisis. Zanahorias para recompensar, coaching para hurgar en la persona que eres, logros profesionales planteados como retos para despertar tu ambición. En general, como suelo decir, la épica empresarial sigue haciendo su agosto. ¿Cómo conseguimos que nuestra gente se esfuerce en el trabajo? La respuesta, una de las respuestas, de la mano de José Luis Sampedro, es demoledora. No me lo plantees, porque hablamos de cosas distintas. Lo sentimos, pero tus esfuerzos porque el trabajo, valga la redundancia, haga que me esfuerce, están destinados al fracaso. Una cosa es el esfuerzo y otra bien diferente el trabajo. ¿Son lo mismo si la finalidad es diferente?

Para mí, el esfuerzo es dedicar energías, tiempo, movimientos,  iniciativas para hacer algo, para crear algo, ya sea hacer cumbre en el Everest, diseñar una mesa de pino o escribir una novela para satisfacer una necesidad interior, por el mero placer de crear o por una pasión deportiva. El trabajo sería eso mismo, pero con intención de venderlo en el mercado para ganarse la vida, para conseguir dinero, para comer, para vivir o por afán de lucro. Es decir, la diferencia la establezco en la finalidad.

Dicho eso, ¿la finalidad nos aboca a que lo que con esfuerzo conseguimos nunca lo podremos alcanzar con trabajo? Según Sampedro no exactamente  porque lo que sale dentro también puede conducir a desempeños mediocres. Pero lo primero de todo es la necesidad de hacer algo. Esto marca la diferencia. Y para explicarlo recurre a una anécdota que atribuye al poeta Gaspar Núñez de Arce:

Un joven poeta le pidió que leyera un soneto escrito por el joven y le diera su opinión. Don Gaspar, tras leer atentamente el soneto, levantó la vista, miró al joven y le dijo: «¿Qué necesidad tenía usted de haber escrito este soneto?». Ésta es la cuestión, la primera regla: hay que sentir la necesidad de escribir.

Y quien dice «escribir» dice cualquier otra cosa, ¿no?

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1 comentario

Kedume 30/04/2013 - 07:01

Es un planteamiento bastante pesimista. Yo siempre he creído que el esfuerzo era un músculo más, si en tu trabajo no tienes la suerte de ejercitarlo (hacer un trabajo capaz de motivarte independientemente de la transacción monetaria, o sin que ésta sea el fin último de tus actos) has de buscar algo en tu vida no profesional para que no se atrofie.

Lo importante es que cada persona haga algo en la vida que le represente un esfuerzo, un proyecto propio (implique o no una ganancia dineraria, aunque si no la implica es más sencillo) que le ayude a tener ese músculo ejercitado y listo para poder ser usado en cualquier momento.

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