Un hueco para dejar que corra el aire. Un lugar por el que la asfixia interior huye de su cárcel y se oxigena. Dentro todo queda escondido, sepultado tras una pared que no deja pasar las voces. Negro, muy negro.
Por eso el contraste, por eso la posibilidad. Un color blanco que se pelea con la costumbre, que despista y anima. Las historias que debían quedar sepultadas en su interior saben que pueden huir. Pero el hueco no es muy grande. Por eso tienen que contener solo lo esencial, lo que merece la pena.
Fuera los transeúntes apenas si son capaces de desviar la mirada. Esa minúscula ventana. Ese blanco sobre negro. No hay demasiadas pistas para interpretar. Tan solo el contraste. Tan solo una diminuta pista por la que dejar que se cuele la realidad. No llegan voces, no llega luz. Solo el contraste.
El blanco se reivindica y protesta. Un blanco que juega en territorio enemigo. La brocha se detuvo y buscó las líneas, rectas, amplias, serenas. De arriba a abajo, de izquierda a derecha, con un orden un tanto compulsivo. Blanco sobre negro. Dentro la opresión de lo íntimo.
1 comentario
Increíble, me parece leer dónde y cómo me encuentro. Lo que ocurre es que el salir y entrar del interior ahogado desgasta. Y no se hace permanente, la apertura… desaparecería el blanco de la huída.