Un sueño rutinario

by Julen

CorridorComo siempre, como otras veces, de nuevo volvía a repetir aquel ritual. ¿Qué había en él para que los movimientos fueran los mismos que en cualquier otra ocasión? Lo pensaba mientras sus manos continuaban adelante al margen de su voluntad. Primero con suavidad, luego con más energía, uno, dos, tres. Se detenía y su imaginación volaba. Mientras, su cuerpo continuaba con aquella mecánica obsesión.

En realidad no sabía muy bien qué hacer con aquel asunto. Se descubría en las repeticiones como alguien diferente. Como si su cuerpo se desprendiera de las ataduras de su razón. Daba igual. Luchar contra aquella inercia era estúpido. Debía reconocer que una parte de quien era se deslizaba por la pendiente de aquel acto ceremonial. Porque lo extraño era caer en la cuenta de que la rutina lo acompañaba como un alien, como un pasajero a bordo de su conciencia.

Así que cada mañana salía a escena. Puntual como no podía ser de otra manera. Veía cómo se acercaba, con paso seguro y sin prisa alguna. Llegaba, se pegaba a su cuerpo y entraba en acción. Sin llegar a ser ella del todo, pero en clara simbiosis. Buscaba el momento ya convenido y comenzaba su obra. De nuevo los mismos actos. En cadena. Con un ritmo que llegaba a ser absorbente. Otra vez.

Fue entonces cuando se descubrió sudando. Las sábanas húmedas. Frente al frío intenso de fuera el contraste era brutal. Aferrada a la almohada sus ojos se abrieron para tomar contacto con la realidad. Recordó. Como cada mañana. La vista clavada en aquella ventana. Las cortinas en su sitio. La persiana no del todo cerrada. Las zapatillas sobre la silla. El vaso de agua. La luz encendida. Habitación 234 del sanatorio.

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