El conflicto como oportunidad para la cooperación

by Julen

Juntos, Richard SennettRichad Sennett dedica en Juntos unas cuantas páginas a explicar por qué el conflicto puede y debe ser una experiencia de colaboración entre las partes. Desde su enfoque de «conversación dialógica«, no hay por qué insistir tanto en un final cerrado, pre-imaginado por quienes entran en disputa y que la mayor parte de las veces es la evidencia de que la interacción no ha sido tan auténtica como debiera.

Un símil muy gráfico que sirve para comprender cómo lo enfoca Sennett es el de «limpieza» que a veces provocan las tormentas:

Ésta es la versión tomentosa del intercambio, la tormenta que limpia la atmósfera. El sociólogo Lewis Coser pensaba que este tipo de expresión era el modelo general del conflicto productivo. La gente aprende a reconocer los límites que otros no traspasarán, los puntos sobre los cuales no transigirán; cuando la tormenta se disipa, las personas en ella implicadas surgen con el honor intacto y más unidas que antes.

Desde luego que es mucho más confortable la seguridad del acuerdo y del consenso. Pero la vida es como es. Parece lógico y normal disentir. Somos personas con nuestras diferencias, con nuestros puntos de vista construidos sobre la base de miles de experiencias únicas. Llegar a un acuerdo no deja de ser muchas veces renunciar a la propia argumentación para «ceder» a una postura colectiva que puede convenirnos. Y también hay que hacerlo, por supuesto. Pero no sólo.

Sennett dedica bastantes páginas de su último libro a explicar detalles de la diplomacia, con ejemplos sobre cómo busca acuerdos mediante medios formales e informales. Las argumentaciones navegan por un terreno poblado de sutilezas a la hora de encontrar los puentes entre las partes que intervienen en una negociación. Este «hilar fino» choca contra la preeminencia del pensamiento grupal, tan fácil de manejar en la sociedad de la información en que vivimos.

No quiere decir esto que es necesario complicar ad infinitum la argumentación. El arte de llegar a un punto de resolución necesita su propio espacio, su proceso natural podríamos decir. Frente al diseño frío y calculado de un óptimo, los conflictos como forma de cooperación se mueven por terrenos no tan previsibles donde el «poder blando» se evidencia entre los límites de la claridad y la ambigüedad. Frente a lo planificado emerge con tozudez lo que conviene a las partes.

O sea, que la cooperación puede encontrar oportunidades en lugares donde habitualmente la descartamos. Pero también es cierto que se muestra de maneras «diferentes», mediante mecanismos que no son a veces muy obvios para el común de los mortales. Sennett introduce su bisturí entre una serie de tejidos interconectados y que quedan ocultos a simple vista. Un ejercicio interesante.

Si queréis leer la serie de artículos que voy publicando sobre Juntos, el libro de Sennett, podéis seguir este enlace.

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2 comentarios

Isabel 08/02/2013 - 17:18

«la cooperación puede encontrar oportunidades en lugares donde habitualmente la descartamos»

Vínculos y conflictos son las dos caras de una misma moneda: las zonas de intersección. Tal vez tenemos demasiada tendencia a subestimar los primeros y sobre estimar los segundos. Pero ambos son marco para el punto de encuentro.

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Julen 15/02/2013 - 08:12

Es una cuestión de actitud ante el conflicto. Puede ser positivo. Con eso me quedo, con no denostarlo porque sí.

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