Desorden y desechos para innovar

by Julen

Colgado de los cablesLas buenas ideas, el libro de Steven Johnson gira alrededor de las condiciones que él considera «naturales» para innovar. Ya lo citamos hace unos días cuando escribimos Condiciones para innovar y la empresa abierta. Basa su análisis en continuos paralelismos entre lo que ocurre en la naturaleza y lo que la humanidad diseña artificialmente para impulsarla. Tanto al principio como al final se detiene en explicarnos cómo los arrecifes son un magnífico ejemplo de entorno innovador.

Una de las constantes del libro es la alusión -siguiendo a Jane Jacobs– a que es más probable innovar en espacios descuidados. Cuando Johnson habla de «plataformas» para explicarlo se detiene en un ejemplo bien curioso: los cerca de 700 vagones de metro achatarrados que han sido enviados al fondo del océano Atlántico frente a las costas de Delaware, en Estados Unidos. Estos desechos se convierten en «ingenieros de ecosistemas» al proveer un conjunto de condiciones para crear auténticos arrecifes. En ellos se agrupan diversas especies que obtienen beneficios mutuos de las nuevas infraestructuras.

Por cierto, Jane Jacobs es la responsable de esa frase genial, que sintetiza tan bien la idea de fondo:

Es posible que las ideas viejas ocupen edificios nuevos. Pero las ideas nuevas deben ocupar edificios antiguos.

Hoy en día toda la arquitectura institucional para innovar y para apoyar los «procesos sistemáticos» de innovación por parte de las empresas quizá haya que reconsiderarla. No es tanto que no deba existir. Pero en su justa medida y sabiendo que «otros entornos» son también deseables. Entornos donde habita el error, la serendipia o la conexión improbable.

Otra idea que Steven Johnson maneja de forma continua es la que tiene que ver con lo bien que la naturaleza utiliza desechos para incorporarlos como materia prima de otros procesos. Trasladado a lo que los humanos idean, el ejemplo perfecto nos lo trae a cuenta de un posible uso del dióxido de carbono. Calera es una propuesta espectacular en este ámbito: utilizaría ese dióxido de carbono como input para fabricar cemento verde. El proyecto tiene detrás a Brent Constantz y es, como comentábamos al principio de este artículo, un buen ejemplo del paralelismo entre el funcionamiento de la naturaleza y las creaciones artificiales de la humanidad.

Me vienen a la cabeza otras experiencias más cercanas. Basurama sería una de ellas, pero seguro que las hay a cientos. Partir del desecho y, por qué no, también del desorden y el error, para crear algo diferente. Quienes me conocen saben que reivindico lo cutre. Los grandes edificios me provocan cierto estado de apocamiento. Me siento cohibido y siempre pienso que la inversión en edificio debería tener correlación con la inversión en personas. Y demasiadas veces veo que no ocurre. Que el ladrillo y la infraestructura se ponen por delante de las personas.

En fin, ya sabéis que soy fan de Steven Johnson. Las buenas ideas es un libro que se lee fácil, con muchos ejemplos. Repasa patrones de innovación que él cree encontrar de forma recurrente en la historia: redes líquidas, corazonadas lentas, serendipia, ruido y error, exaptación y plataformas emergentes. Y todo ello con un curioso capítulo final donde clasifica un gran número de innovaciones acontecidas desde 1400 hasta nuestros días a partir de un esquema de análisis adaptado de Yochai Benkler. En buena medida es un alegato a la apertura y al movimiento de ideas:

La consecuencia de todo esto es que las empresas privadas que deciden proteger sus activos intelectuales se van obligadas a invertir tiempo y dinero en construir barricadas de escasez artificial. Sin embargo, los que participan en el cuarto cuadrante no tienen gastos: pueden concentrarse en generar ideas nuevas, no en construir fortalezas alrededor de las viejas.  Y dado que  esas ideas son libres de circular por la infosfera, pueden venir otras mentes de la red a afinarlas y expandirlas.

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7 comentarios

Alfonso Pedrosa 12/02/2013 - 21:10

Vaya, las casualidades no existen. Si acaso, las causalidades :). Justamente un ejemplo parecido al de los arrecifes me sirvió hace ya algún tiempo para explicar el sentido de una iniciativa de debate ciudadano y profesional sobre educación diabetológica en un entorno tradicionalmente cerrado, como es el de las organizaciones sanitarias complejas tipo hospital: la emergencia de tierras nuevas tras una erupción submarina. Me apunto buscarme ya el libro que piropeas con tanto entusiasmo y me grabo en la frente esa idea de que las viejas ideas quizá puedan habitar en edificios nuevos, pero las nuevas habitan en edificios antiguos: maravillosa reflexión. Muchas gracias. Saludos. Alfonso.

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Julen 15/02/2013 - 08:03

Alfonso, a mí Steven Johnson es un autor al que le tengo bastante cariño. Tiene una buena colección de libros alrededor. Sobre emergencia te recomendaría el de «Sistemas emergentes», desde luego. A ver si te ayuda. Saludos desde aquí en el El Hierro… donde por cierto estábamos también a finales de 2011 cuando el fenómeno vulcanológico que citas en tu artículo. Otra «causalidad» más 😉

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Alfonso Pedrosa 19/02/2013 - 17:24

Tomo nota, Julen. tks!

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Iván 13/02/2013 - 07:48

Pues te pongo un ejemplo directo y muy cerca Julen , algo que estoy viviendo ahora mismo. Seguro que mucha gente mayor que de la época de nuestros abuelos sabía aquello de que el ajo tenía propiedades curativas como casi ninguna otra cosa. Pues bien, en la empresa donde estoy han usado el I+D de forma intensa durante los pasados años para crear productos y soluciones naturales a partir del ajo, para la industria alimentaria. La propia naturaleza como solucionador de problemas, innovación pura y dura a partir de I+D de algo que se ha usado durante siglos.

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Julen 15/02/2013 - 08:00

En esa sabiduría popular hay conocimiento que nos estamos cargando. No está estructurado y solo se accede a él conversando. Buena labor para un trabajo de campo alrededor de la agricultura, ¿verdad?

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