Cooperación y desacuerdo

by Julen

Juntos, de Richard SennettAndo en modo slow con las lecturas en los últimos meses. Eso incluye que ande al tran tran deglutiendo Juntos, el último libro de Richard Sennett, segundo de su anunciada trilogía Homo faber, tras El artesano (aquí podéis consultar la reseña de Inés Stotnicka, de Emotools). No hay prisa. Ya lo acabaremos. De momento, dejo aquí una primera reflexión que me ha interesado mucho: el concepto dialógico de la cooperación con el que parece jugar Sennett en sus primeras páginas.

El libro está dedicado, desde diferentes ópticas, a analizar la cosa que es la cooperación. Quizá si hubiera que hacer una buena trilogía sobre este asunto, me quedaría con La complejidad de la cooperación, de Robert Axelrod, y The Technologies of Cooperation (pdf completo) de Andrea Saveri, Howard Rheingold y Kathi Vian, publicado por The Institute For The Future. El primero muy centrado en la teoría de juegos y el segundo con una imagen en su página 15 que vale su peso en oro.

Respecto a lo que he leído del libro de Sennett, desde luego que me interesa muchísimo su reflexión respecto a la consecuencia de la cooperación y a las expectativas de relación que produce. ¿Cooperar es sinónimo de llegar a acuerdos? Puede ser. Pero más potente parece un vínculo en el que la cooperación es un base común sobre la que avanzar pudiendo o no llegar a ellos. Hay que andarse con cuidado con un exceso en las dosis de lo políticamente correcto hoy en día.

Por supuesto que con esto tiene mucho que ver el tan extendido pensamiento grupal (ver entradas con esta etiqueta aquí en este blog). Las personas nos sentimos condiciones por la presión que ejerce el grupo con el que nos identificamos. Salirse del tiesto y decir algo que sabemos difiere de lo «normal», es un problema. El grupo se defiende de las divergencias y genera una zona de confort emocional para sus miembros… siempre que no lleven la contraria a la opinión dominante. Más que «confort emocional» a veces es una «cárcel emocional».

A mí me gusta hablar de tensegridad, esa característica de algunas estructuras que consiguen el equilibrio por la suma de fuerzas centrífugas y centrípetas. Las empresas pecan muchas veces de un peso excesivo de lo centrípeto. A fin de cuentas todo el discurso de la misión, visión y valores gira en torno a lo común. Pero eso «común» suele provocar una falta real de compromiso. Las declaraciones institucionales no soportan el paso de la realidad, ejército poderoso que avanza sin necesidad de proclamas. Las cosas acaban siendo como son y no como decía la misión o los valores que debían ser.

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La imagen de portada en el blog para este artículo es de Mon Labiaga Ferrer.

 

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4 comentarios

madelon 03/01/2013 - 10:43

genial este post para empezar el año nuevo, gracias Julen por compartir siempre cosas tan interesantes. El concepto de cooperación se ha convertido en el comodín de la era de la innovación y entre sus evangelizadores, pero tiene implicaciones y condicionantes sociales y culturales que son útiles entender y conocer para dar con una «receta» válida, si es que se puede hablar de recetas si hablamos de promover cultura innovadora. Gracias de nuevo, y muy buen año!

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Julen 14/01/2013 - 06:18

Ya ves, tarde pero llego a contestarte. Gracias. Los libros de Sennett siempre me sugieren cosas. No tiene por qué pasarle a todo el mundo, pero a mí me ponen en movimiento las neuronas. Seguimos poco a poco.

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El conflicto como oportunidad para la cooperación | Consultoría artesana en red 04/02/2013 - 05:57

[…] puede y debe ser una experiencia de colaboración entre las partes. Desde su enfoque de “conversación dialógica“, no hay por qué insistir tanto en un final cerrado, pre-imaginado por quienes entran en […]

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Revista Digital de Pensamiento Contemporáneo y Reflexión 08/02/2013 - 22:05

[…] puede y debe ser una experiencia de colaboración entre las partes. Desde su enfoque de “conversación dialógica“, no hay por qué insistir tanto en un final cerrado, pre-imaginado por quienes entran en disputa […]

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