La sagrada planificación académica

by Julen

Calendario 2011Entiendo que no hay otra forma. O al menos alguien nos ha querido convencer de que no la hay. Me refiero a la forma en que planificamos una actividad académica en la universidad. Porque si eres profe, alguien en un momento dado te dirá las horas que tienes asignadas para impartir una asignatura. Y no solo eso sino que las clases lectivas, esas de toda la vida dentro de un aula, sucederán de forma milimétrica a lo largo de todo un curso.

Es impresionante saber qué es lo que vas a hacer un 17 de mayo del año que viene a las 12:30, ¿verdad? Pues eso es lo que sabe un profe cuando alguien le comunica el calendario de clases. El trabajo, gloriosamente cuadriculado, pasa a una fase de simple gestión: tienes tantas horas, tienes tantas competencias a trabajar, tantos contenidos a diseminar, tantas evaluaciones a realizar. Todo bien claro, bien delimitado. Que no haya sorpresas.

Claro que la vara para medir esa planificación es en realidad quien enseña y no quien aprende. Esta última parte supondría, caso de que la tuviéramos en cuenta para planificar, un galimatías. Vamos, un caos, un imposible. Porque personas diferentes seguramente requieran ritmos de aprendizaje diferentes. Pero el rodillo planificador no se puede permitir semejante desbarajuste. Así que olvidemos a esa alumna única y distinta y centremos el disparo en el calendario de clases que nos exige el docente.

¿No hay alternativa? No con un sistema que pretende encerrar entre cuatro paredes a quienes aprenden. No hay alternativa si la parte docente necesita delimitar su actividad asignatura por asignatura. O competencia por competencia, que tanto monta monta tanto Isabel como Fernando. Cuadriculado el objetivo y acalladas las huestes enemigas -alumnos- la planificación dictará sentencia: aquí tienes tu calendario.

¿Y qué tal si probamos con un poco de (falta de) organización? Quizá pudiéramos jugar con permitir al comienzo un tiempo para que cada persona que aprende, de acuerdo con quienes facilitamos ese proceso, acordáramos cuánto tiempo y en qué condiciones ese aprendizaje podría darse. Ya, claro, un follón para el que no estamos preparados. Puede ser. Pero mientras tanto, el sistema cabalga tranquilo a lomos de una planificación que iguala la miseria. ¿Diferencias dijo usted? Disculpe, eso es en la ventanilla de enfrente.

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9 comentarios

Ramon Sangüesa 29/10/2012 - 08:00

Qué sensación más familiar!

Aún recuerdo el día en que en la UPC dando una clase de tercero me dí cuenta que estaba explicando exactamente lo mismo, en el mismo momento, que otro profesor de la misma asignatura en el aula que caía justo debajo de la mía en el piso inferior.

Ese día se terminaron para mí muchas cosas y han pasado muchas más. Incluidas excursiones a otros sistemas educativos universitarios, trabajo docente con alumnos de otras carreras más centradas en el aprendizaje en proyectos (diseño por ejemplo), aprendizaje en grupo fuera del ámbito académico, etc. etc.

Compagino ambos mundos todavía pero cada vez que entro en el sistema fabril industrial de nuestras universidades me sigo preguntando ¿hasta cuándo?.

Un abrazo!

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eraser 29/10/2012 - 09:15

Ramón Sangüesa … hasta que el modelo se agote.. y le quea poco … ya poca gente se lo traga…
Salú @juleniturbe .. siempre inspirador…

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Amalio Rey 29/10/2012 - 09:43

De acuerdo totalmente. Igual con las ideas de Ramón y Eraser. Son las manías que importamos del rodillo fabril. Yo creo que parte del problema viene por el tamaño de las organizaciones, que trae consigo burocracia. También por la necesidad de controlar que da sentido al Poder. Y finalmente, porque es el modo más simple y fácil de gestionar las cosas: planificas al principio, y después sólo tienes que asegurarte que se cumpla. Nada de sorpresas, ni sustos. Pienso que esto último es determinante para que haya tantas resistencias al cambio que propones.
Buen post!!!

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Iván 29/10/2012 - 11:17

Por los alrededores de San Francisco siguen avanzando en lo de Hackear la Educación http://www.uncollege.org/

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Iñaki Murua 29/10/2012 - 16:57

¿(Mala) organización centrada en el enseñante y en la enseñanza, tal vez?

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Jabi Luengo 29/10/2012 - 23:14

¡Me encanta el post!
Yo le añadiría a la ensalada otros dos ingredientes más: los espacios (paralelepípedos con mesas y sillas) y los grupos (A, B, C… y edades)
El aprendizaje por proyectos podría ser una metodología que cambiara un poquito el panorama.

Un abrazo!!

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Josu O. 30/10/2012 - 19:52

Interesante lo que planteas Julen pero de difícil solución, sobre todo organizativa… pero creo que hay que intentarlo

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Jorge 04/11/2012 - 11:36

Cómo consuela no sentirse solo: ¿qué me decís de Bolonia y su «el centro del proceso es el estudiante» al que nadie pregunta qué, cúando y cómo quiere estudiar?… También es cierto que los estudiantes demandan una programación exacta, sin sorpresas, porque es su cultura de aprendizaje. Eso sí, luego les pedimos «capacidad de aprender a aprender», creatividad y resiliencia. Toma ya.

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Julen 26/11/2012 - 06:57

Pues parece que todas andamos atrapadas en el mismo círculo. Planificamos según el sistema porque nos simplifica la vida. Las palabras, eso sí, lo aguantan todo: Bolonia, el aprendizaje basado en proyectos, el centro en quien estudia. Se me llena la boca y luego la realidad es cruda. Quizá habría que dinamitar el sistema, pero anda que no harían falta toneladas de explosivo… 😉

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