El curso como plataforma de aprendizaje

En el curso de Emprendizaje y Empresa Abierta que tenemos en marcha no nos cansamos de repetir la idea de que se trata de una plataforma para aprender. ¿Qué queremos decir con ello? Que no se entienda que hay un programa de contenidos que quienes lo han diseñado ponen al servicio de quienes teóricamente vienen a aprender. Ese concepto es limitante porque no tiene en cuenta la diversidad de alumnas y alumnos que tenemos enfrente.

Es cierto que jugamos con ventaja en la medida en que el curso se orienta a que cada participante trabaje sobre su proyecto emprendedor. Este hilo conductor, el proyecto, facilita la labor de que la guía no sean los contenidos o las competencias comunes sino que lo sea el propio proyecto. Pero no es fácil desplazar la «fijación» desde el programa hasta el proyecto de cada cual.

La única manera de asegurar que el curso circula por el terreno que queremos es conseguir que cada participante asuma un rol muy activo. Estamos provocando que pidan, que analicen dónde están sus prioridades, para que la «plataforma curso» permita incorporar esas demandas, fueran ya previstas al comienzo por quienes lo diseñamos o nuevas. Y cuando decimos «nuevas» lo que planteamos es que podemos hacer gestiones para incorporar nuevos recursos formativos. Porque es muy difícil acertar con lo que la gente necesita. Cuando la «gente» se convierte en personas individuales, sus necesidades de aprendizaje resultan ser, en parte individuales… y en parte comunes.

Esto último también tiene su miga. Tenemos que descubrir qué puntos de conexión existen entre los diferentes proyectos para provocar una mayor interacción entre ciertas personas. Y no solo entre los proyectos que aúnan parecidos sino también estimular que, de vez en cuando, nos conviene juntarnos con diferentes. Porque ahí puede surgir también un aprendizaje potente.

Supongo que se nota que estamos encantados con el curso que tenemos en marcha. El grupo de participantes es estupendo. Hay un potencial tremendo en esas personas y es nuestra responsabilidad conseguir que el curso como plataforma sea un catalizador de sus energías. No importan los contenidos porque en realidad son una disculpa.

De momento solo llevamos tres sesiones presenciales, una introductoria y otras dos en las que hemos trabajado con Juan Sobejano y con Alberto Etxeandia. Un orgullo ver cómo estos dos profesionales nos han tratado y cómo se han involucrado en la dinámica del curso. Este miércoles próximo, en la cuarta sesión, dedicaremos un rato a comentar la forma en que mantener el lazo vivo con ellos (y con el resto de docentes) para aprovechar su disponibilidad con el curso. Y no olvido que Juanjo Brizuela ya ha entrado en escena a partir de demandas de varios alumnos preocupados por temas de marca e identidad.

En fin, no sabemos cómo terminará todo esto porque predecir, como nos decía el miércoles pasado Alberto, es casi imposible, pero por ilusión y dedicación que no sea. Gracias a todas las personas que lo están haciendo posible. Si queréis estar al tanto poco a poco vamos desgranando avances en el blog del curso.

—–

Nota.- No quiero olvidarme de Alfonso Carlos Morales. Él sabe que tiene todo nuestro cariño. Ánimo.