En tercer curso del Grado de Administración y Dirección de Empresas tenemos unas clases que agrupamos bajo el concepto de «alfabetización digital». No sé muy bien hoy en día qué quiere decir esto porque ante los constantes cambios en herramientas supongo que no se trata tanto de que «sepan» de algo en particular sino de despertar actitudes críticas respecto al uso de las tecnologías. En mi caso llevo a cabo una sesión sobre «identidad digital» y otra en la hablamos de los blogs como herramienta que puede serles útil. Comparto estas clases con Aitor Bediaga y Naiara Pérez de Villarreal.
Cada año que tengo que impartir la clase de «identidad digital» me planteo lo mismo: las dos horas largas de que dispongo debo emplearlas en «charlar» con quienes están en clase. Porque, ¿alguien hoy en día puede decirles a personas de veinte años a ciencia cierta cómo deben gestionar su identidad digital? En realidad enfrente hay opciones y cada cual puede optar por caminos diferentes. Y no me veo con la certeza de asegurar cuál es bueno y cuál no.
Yo siempre parto del hecho de que hoy en día «no podemos no estar en Internet», como dijo hace ya su tiempo Lawrence Lessig. ¿Reacción que esto provoca? Hay quien se rebela. ¿Por qué no tengo derecho a cerrar el grifo de la información que fluye hacia ese medio público? Al mismo tiempo enseguida caes en la cuenta de que en la misma clase hay otra gente con una intensa actividad en Internet sin mucha reflexión al respecto. Se vive ahí, se hacen colegas y se charla de lo que interesa. Es un medio en el que pueden sentirse, curiosamente, un tanto protegidos de miradas de sus progenitores, por ejemplo. Por brecha digital sobre todo.
¿Son estas chicas y chicos, teóricamente nativos digitales, personas hábiles en el manejo de información digital? Desde luego que viven en una especie de paradoja competencial. Usan pero su aprendizaje es sobre todo informal. Absorben, filtran, hay asuntos que les entran y otros que les resbalan. Lo peor, creo, es empezar a tirar de moralina: que si cuidado, que si esto está bien, esto está mal. Siempre he pensado que cuando estás en su edad debes probar y equivocarte. Y que tengas suerte. O que conectes con sus pasiones, que diría Marc Prensky.
He repasado bastantes materiales sobre identidad digital para buscar argumentos. Una idea vence a todas las demás: es líquida. Se mueve, fluye, va y viene. Suceden acontecimientos en nuestra vida -digital también- que van conformando una identidad con ciertos rasgos más o menos permanentes, pero con un buen número de elementos que desaparecen y aparecen. Como tiene que ser. Nadie, y menos en estas edades, puede decir de este agua no beberé.
Me dan ganas de no usar las tecnologías en el aula porque no sé muy bien qué nos aportan en este tipo de clase. Sin embargo creo que sigue siendo útil pasar un rato buscando información sobre uno mismo en Internet. ¿Dónde estoy?, ¿cómo aparezco?, ¿en algún lado queda clara mi voz? Es el punto de partida: conocer la realidad respecto a uno mismo.
En fin, ya que tengo ahora mismo que comenzar enseguida la clase, son reflexiones que comparto por aquí. Porque no tengo nada claro qué consejos compartir a excepción, claro está, de usar el sentido común. Pero de esto todavía no tenemos horas lectivas 😉
4 comentarios
¿será por aquello de la quinta que también coincidimos en lo del sentido común y los tiempos líquidos? http://imurua-botxotik.blogspot.com.es/2010/06/prudencia-y-sentido-comun-en-tiempos.html
De vez en cuando pasa que nos reconocemos en territorios conexos… no sólo en la geografía tradicional sino también en la del pensamiento, ¿no?
Yo trataría de aportarles aquello de que carecen, de experiencia y visión global en el mundo de la empresa. Les mostraría la realidad 1.0 con na que se van a encontrar y las ansias por coartar sus iniciativas, impulsos, creatividad, y dotarles fe mecanismos de protección frente a tales muros.
El problema, Venan, es que cuando vas en plan «mi experiencia vital» a veces levantas barreras. Yo creo que sobre todo es cuestión de montar algo que les permita ponerse a trabajar en asuntos que les interesan, que les son útiles.