Motivación en el límite

by Julen

Despues de deporteSiempre he pensado que el deporte de élite es un ejemplo que a veces resulta perverso. Estamos muy acostumbrados a que se nos pongan como referentes grandes figuras que pasan a engrosar las filas del olimpo mediático de nuestros días. Sus imágenes se suceden delante de nuestros ojos día sí y día también y acaban por formar parte del circo comunicativo en que vivimos.

Comento esto por el enésimo detalle delicado que sale a la luz relacionado con el deporte de élite. Habrá que esperar a ver si se aclara de qué forma entrenaba Anna Tarrés a las nadadoras del equipo nacional de natación sincronizada. Seguro que habrá muchos matices a la hora de interpretar qué era motivación y exigencia, y qué era humillación. Pero lo que me queda claro es que los grandes resultados conducen a la gente al límite, sea en el rol de entrenar o en el de practicar. Y el discurso de los límites tiene su lado oscuro.

Hay deportes que viven con ya la mancha de sospecha extendida en su conjunto. Es el caso del ciclismo y su habitual recurso a sustancias y prácticas prohibidas. Pero que nadie se tape los ojos con la venda de pensar que solo es ciclismo o natación sincronizada. El límite, el dar todo y un poco más, la exigencia, la presión… todo eso conduce a aceptar unas reglas salvajes donde el esfuerzo se mezcla con el deseo irrefrenable de éxito. Y todo lo que sea no alcanzarlo es caer al infierno del fracaso y ser un don nadie. Lo peor de quien compite para ganar. Ahí el error no es fuente de aprendizaje sino de humillación.

Estos modelos de deportistas de élite son todavía más ridículos cuando se nos quieren proponer, además, como «bellas personas». Las habrá, de eso no nos cabe duda a nadie. Pero junto al ideal de deportista sacrificado y que ha concentrado en esa actividad toda su vida, aparece en ocasiones una personalidad obsesiva, carente de temple, volcada hacia un foco único y con un grado de inteligencia emocional mínimo. En el fútbol tenemos muchos ejemplos y no hace falta dar nombres. Pasa en todas las casas. Los amores a un equipo producen un derrame sentimental de tal calibre que se nubla la razón para acabar viendo en los jugadores ideales para nuestras niñas y niños. Qué miedo.

Una amiga mía, Olatz, trabaja con deportistas de élite. Me parece un trabajo fascinante para conocer todo esto de lo que opino por dentro. Reconozco que me da miedo preguntar y tampoco soy nadie para hurgar en la personalidad de esa gente con la que ella se mueve. ¿Cómo se trabaja con esas personas para que lleguen al límite? ¿Deben traspasarlo porque siempre hay margen de mejora? Me da que junto al desempeño excelente viaja la patología.

Por eso me gusta la gente normal, en la que vemos defectos y virtudes. Gente que sabe que necesita combustible para sacar adelante su trabajo y que hurga en sus pequeñas motivaciones. Los grandes modelos de motivación son excepciones que juegan en el límite de la enfermedad. Es mi punto de vista. Quizá es que soy muy poco mitómano. No, no me gusta toda esa narrativa de grandes hombres y toda su retahíla de sentido épico para superarse. Me quedo con lo tranquilo y apacible de un viaje personal más discreto y callado.

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Nota.- Tras terminar de escribir el artículo encuentro otro que viene al pelo, el de mi blogobrother Alfonso Romay: Gestión de valores y deporte profesional, mundos opuestos.

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16 comentarios

Alfonso Romay 28/09/2012 - 07:26

Curioso que hayamos coincidido en la misma temática y hayamos llegado a conclusiones parecidas.

Desde hace un tiempo vengo pensando que ese concepto de «excelencia» tiene un punto perverso. Lo vestimos de hacer bien las cosas como fin, aunque a veces sentimos que es más bien una forma de mantenernos en una rueda continua, como los hámsters. Nunca es suficientemente bueno,sigue esforzándote.

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Julen 11/10/2012 - 07:09

Y la rueda sigue girando, no hay fin. Esa, desde luego, es una de las perversiones. Llegas arriba pero hay otra cima.

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Amalio Rey 28/09/2012 - 17:01

Hablábamos el otro día del papel de la intuición. Pues mira, además de «información» que ya hay disponible, mi intuición me dice claramente que Anna Tarrés se pasaba tres pueblos al «motivar» a sus nadadoras, que humillaba y que su estilo autoritario se forjó en el mega-ego que ensalza el «éxito». Por desgracia, y como sugiere tu post, no es un caso aislado, sino que son excesos que están detrás de muchos supuestos «éxitos épicos» del deporte de alta competición. Números impresionantes, cromos, trofeos, ídolos…pero precaria humanidad. Aborrezco esos casos porque son un claro ejemplo de esas dinámicas tan en boga de que «el fin justifica los medios», tan comunes en todos los ámbitos de esta sociedad (por ejemplo, en la política o los negocios). Por cierto, escuchando a Anna Tarrés hoy en la radio, percibí esa soberbia humillante de la que se quejaban las nadadoras en su carta. Un motivo más para creer en lo que me dice la intuición….
Interesante, Julen…

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Julen 11/10/2012 - 07:08

Sea por intuición o por datos contrastados, es evidente que en el deporte de élite hay una parte de relación malsana. También habrá aspectos positivos, pero al final, como comenta Mikel Bringas, más parece carnaza para los políticos y gente que quiere sacar rentabilidad del asunto.

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mikel bringas 28/09/2012 - 21:30

Es complicado intentar ser el mejor en algo y no caer en la obsesión y en consecuencia en el desequilibrio.
Pero es cierto que quienes realmente destacan en algo, tienen algunas virtudes personales muy por encima de lo que tenemos el resto.
Yo por ejemplo, creo que mi habilidad para fregar roza la excelencia. Pero no me pidas cocinar, que ahí la cago…
Es una pena que la sociedad no sea más consciente de que el deporte de alto nivel, sobretodo, es una herramienta de gran rentabilidad política y ese es su verdadero fin, por encima de otras bondades que nos quieren hacer creer.

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Julen 11/10/2012 - 07:07

Pues mira, Mikel, ahora lo que ha explotado con Armstrong. Bufff, esa parte de deporte de élite a mí me da mucho respeto. Este miércoles en un curso tenemos la posibilidad de charlar un par de horas con Maider Unda. A ver qué nos cuenta, porque parece que «otra forma» es posible 😉

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Isabel 29/09/2012 - 12:30

Ser mejor / mejorar, margen de mejora / margen de satisfacción… cuánta presión y cuanto error ¿intencionado? Inflando y alimentando egos dejamos poco espacio a la normalidad y a la diversidad.

Sí, el discurso de los límites, y el de la motivación, tiene su lado oscuro. Yo soy de las que necesito combustible, del normalito vaya.

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Julen 11/10/2012 - 07:06

Sí, eso, Isabel, mejor gasolina normal y no súper 😉

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Iván 29/09/2012 - 21:23

Gran post Julen, un caso de entrenador humanista era el de Phil Jackson de la NBA, con los Chicago Bulls y Los Angeles Lakers, intelectual y cercano a todos los movimientos sociales. Era muy curioso como buscaba un libro al inicio de la temporada para cada jugador

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Julen 11/10/2012 - 07:05

Una de las teorías de liderazgo más clásicas, la de liderazgo transformador, de Bernard Bass, dice que hay que tener consideración individualizada: cada persona es diferente. Pues cada persona, un libro 😉

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José Arahal 30/09/2012 - 12:27

Este post me ha gustado mucho, me ha ayudado a ampliar la perspectiva sobre unos ídolos de los que en ocasiones hago apología cuando intento motivar a los chicos con los que trabajo. Gracias por ayudarme a mirar a contracorriente.

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Julen 11/10/2012 - 07:04

De nada, José. Complicado territorio este de la motivación. Y más cuando llegas cerca de los límites. Quizá haya que rebajar el pistón.

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Jon S. 01/10/2012 - 07:14

Julen, si tienes media horita, te recomiendo que eches un ojo a este documental sobre David Millar; una historia interesante entorno al ciclismo, dopaje y descontrol.

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Julen 11/10/2012 - 07:03

Voy a ver si compro el libro. Con lo que ha explotado ahora de Amstrong vaya panorama. De echarse a llorar.

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Emprendizaje y Empresa Abierta » Tendremos a una medallista olímpica: Maider Unda 10/10/2012 - 08:38

[…] la idolatría de grandes personajes, pero tengo que reconocer que este caso es especial. Hace poco escribía en mi blog acerca de la perversión que a veces encierra el deporte de élite. La línea que separa el esfuerzo de la locura ciega por ganar es muy delgada. Pero escuchar en […]

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¿Ídolos deportivos? Más bien productos de marketing – Consultoría artesana en red 25/09/2020 - 07:41

[…] he escrito alguna otra vez aquí que el deporte de élite siempre me ha parecido bastante enfermizo. Por supuesto que es difícil no admirar a gente que destaca en lo suyo. Pero hay que buscar las […]

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