La última curva

by Julen

Camino del AguaHabía ido hasta allí muchas veces. Quería encontrar ese lugar desde el que su pueblo dejaría de verse. Un punto de no retorno. Un momento que sabía desde pequeña que formaría parte de sus recuerdos. Porque no era tonta y solo tenía que ver lo que pasaba con otras chicas y chicos mayores que ella. Marchaban. Marchaban y no volvían.

Así que ella prefería anticipar el momento. Por eso de vez en cuando caminaba hasta allí. Había buscado otras curvas de la carretera, pero definitivamente ese era el lugar. Cuando su coche de línea girara hacia la derecha, tras aquel enorme castaño, adiós, adiós para siempre.

No era algo que angustiara su corazón. Sabía que era parte de la rutina de la gente de su pueblo. Hacía ya un tiempo que no se hablaba de otra cosa. Era una simple cuestión de subsistencia. Dejaría atrás las callejuelas empinadas, los animales, el calor sofocante de los veranos y las nieblas intensas de los otoños. Y el vuelo del águila que imaginaba era su amiga. Todo aquello serían recuerdos de una parte de su vida. Luego empezaría otra. La que esperaba tras la curva.

Eso sí, no se atrevía a continuar. Llegaba, avanzaba un poco más, lo justo para dejar de ver las casas. Y se volvía de inmediato. No era todavía el momento. Ya crecería y entonces su abuela, muy seria, le diría que tenía que recoger sus cosas y marchar. Sus padres ya lo hicieron; así que para ella podía ser motivo de alegría. Volvería a ver a su madre. O quizá no, tampoco quería hacerse ilusiones. No, de momento, su imaginación se negaba a avanzar más allá de aquella curva.

Se dio la vuelta y volvió a su casa. La curva no se iba a mover de sitio.

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1 comentario

Jorge 22/07/2012 - 20:38

Una historia que se repite en muchos pueblos pequeños, aquí también, aunque estemos tan lejos de allí.
Saludos Santiagueños

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