¿Todos los ricos son ladrones?

by Julen

DineroEl veredicto del jurado popular es claro y meridiano: sí, todos los ricos son ladrones. Lo que no tengo tan claro es que habiendo estudiando en clase de pequeño el género de la picaresca, no sea esa una condición -la de rico, no la de ladrón- hasta cierto punto idolatrada en esta parte del sur de Islandia. A fin de cuentas, a lomos del consumo como símbolo de estatus no queda otra que meter dinero para alimentar a la bestia. Y como el vecino de adosado también lo hace, pues yo más. Yo no soy tonto.

Conste que en esto hay una lógica que la gente de a pie no entendemos. ¿Por qué cuando tienes un pastizal en euros necesitas más? El ejemplo está en Urdangarín. ¿Para qué meterse en líos cuando puedes disfrutar de un mundo que se somete a tus deseos? Debe haber por ahí una patología aún por documentar y para la cual todavía no hay fármaco que la combata: se llama ambición. Esta enfermedad se agrava no con el paso de los años, sino con el incremento progresivo de la cuenta corriente. Cuanto más rebosa más pide seguir creciendo.

Así que una manera de explicar esto es que, traspasado un punto, no hay retorno posible: te haces ladrón. Eso sí, ese punto tiene más ceros que cuando conviertes un terabyte en humildes bytes. ¿Cómo se llega ahí? Pues por sangre o por ambición. La sangre sigue marcando destinos y si te apellidas de la forma adecuada y tus progenitores no se han enfadado contigo, recibes una herencia que te coloca en el lugar de riesgo: ya eres rico sin tú haber hecho nada por ello. Vamos, como cuando eres borbón o Botín, que tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando.

Otra cuestión es la ambición. Citius, altius, fortius es un mantra para el éxito en el siglo XXI. Hay que destacar y para eso el modelo que nos ofrecen es uno, bien claro y redondo: excelencia, más y más hasta la cima, liderazgo como receta. Y llegar arriba supone dar patadas a los pares y dejarles sin comida si hace falta. Al enemigo, ni agua. Y ahí arriba la vocación de servicio va perdiendo la batalla frente a la lógica del poder. Donde fueres haz lo que vieres. Y lo que ves es que, si los demás lo hacen, tú también. Así que por qué no robar cuando es tan fácil y, además, la línea que separa una buena gestión fiscal y evadir dinero no es tan evidente.

Yo creo que no todos los ricos son ladrones. Pero la tentación está ahí y muchos de ellos prefieren que su mano derecha no se entere de lo que hace su mano izquierda. La gestión del crecimiento de los patrimonios pasa a manos de profesionales. Se delega la condición de ladrón en asesores y especialistas que juegan con los límites de la ley porque esas son las instrucciones que reciben: se les evalúa en la medida en que hacen crecer patrimonios. Y si no lo consiguen, a la puta calle. Así que con esa presión, a ver quien no arriesga.

Concluyendo, hay un momento en que se pierde la decencia. Para ti y para mí, que tratamos de currar para ganar dinero suficiente con el que vivir, hay ciertas cifras que nos provocan sonrojo. Como nunca vamos a retirarnos con cifras de escándalo como recompensa, no entendemos que haya gente que tenga la honradez de aceptarlas. Porque si le hacemos caso a Pareto y le metemos mano al 20% de los ricos-ricos, entonces hemos resuelto el 80% del problema. Pero no, no parece que haya empeño en aplicar la lógica.

Hay un momento en que ser muy rico se da la mano con ser ladrón. No me cabe duda. Y los esfuerzos de la Administración Pública debieran ir encaminados a desenmascararlos. El gran problema es que ambas instituciones -dirigentes políticos y ladrones ricos- se dan la mano en un lugar llamado poder, donde parece que comparten valores. Y al final, Eurovegas mola, así que alfombra de oro a sus pies, Mr.Adelson, lo que usted mande, faltaría más. ¿Desea no pagar impuestos? Espere, que preparamos una ley a medida.

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5 comentarios

manel 30/06/2012 - 08:39

Esto es el teatro del absurdo pero sin teatro. Buen post!

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Julen 02/07/2012 - 05:07

Absurdo, esa es una buena definición para todo este circo. Eso sí, mientras no nos damos cuenta, el sistema tira p’alante sin mayores problemas. Ricos más ricos.

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Iñaki 02/07/2012 - 11:49

Voy a ser un poco quisquilloso 😉 Cuando hablas de ambición, yo lo llamaría avaricia.
Ambición http://es.wikipedia.org/wiki/Ambici%C3%B3n
Avaricia http://es.wikipedia.org/wiki/Avaricia
Tengo una cruzada personal a favor de la ambición (entendida al estilo wikipedia como «deseo por superarse y llegar mucho más lejos»), porque creo que andamos faltos de ella.
Simplificando mucho, diría que para avanzar y superarnos nos hace falta:
– Necesidad: En estos momentos difíciles estamos empezando a volver a sentirla, pero casi se nos había olvidado lo que era (para ser sinceros, la mayoría de jóvenes ni siquiera la hemos conocido). Mientras estábamos acomodados durante la época de bonanza, otros más necesitados han seguido avanzando imparables. Es ley de vida, la historia nos lo demuestra y algunos ya están (estamos) reaccionando. Más vale tarde que nunca.
– Ambición: Superada la fase de necesidad, la ambición es el combustible que nos permite alejarnos de la autocomplacencia. Y aunque la necesidad, desgraciadamente, parece que resurge, de ambición sí que andamos muy escasos. O al menos eso veo yo en mi entorno. Queremos seguridad, un trabajo, una casa, un coche, vacaciones, pero no nos planteamos cambiar el mundo, nuestro sector, nuestro mercado, nuestra empresa o nuestro trabajo. Se lo dejamos a los americanos y a los chinos (algunos necesitados todavía y otros muchos ambiciosos a un nivel que socialmente no está bien visto en nuestro entorno). Aquí sí que lo veo más difícil; salvo honrosos casos aislados, creo que estamos perdidos.

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Julen 11/07/2012 - 04:35

Iñaki, está muy bien ese apunte de distinguir entre avaricia y ambición. Quizá deba matizar mis palabras y ser más estricto en la aplicación de los términos. Tomo nota 😉
De todas formas, mi opinión es que la empresa en general maneja un sentido demasiado épico del éxito. Ahora que mucha gente habla de economía colaborativa, ¿cómo modifican actitudes las empresas? Complicado.
En cuanto a lo que comento en el artículo, hay una realidad que desasosiega: las diferencias entre ricos y pobres crecen, entre directivos y empleados rasos. Esto sí que es un fracaso, que no seamos capaces de poner en marcha modelos que distribuyan mejor la riqueza. Seguro que hace falta ambición para conquistar logros, pero creo que esa ambición hace mucho tiempo que se transformó en avaricia en una buena parte de los casos.

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Jordi 02/07/2012 - 15:24

Si robas 1.000 euros eres un ladrón, si robas 1000 millones, eres un gran financiero.

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