Invertir en personas, invertir en infraestructuras

by Julen

Guggenheim-1Amalio nos ha escrito un par de estupendos artículos describiendo lo que ha observado en su visita al Centre for Social Innovation (CSI) en Toronto. Es una reflexión sobre las condiciones para los espacios tengan «alma» y sean capaces de catalizar la energía de las personas que allí trabajan. Espacios que favorecen un denso clima de comunicación y que, por supuesto, tienen mucho que ver con que emerjan ideas y se lleven a la práctica.

Sin embargo, desde mi punto de vista, hay un lado oscuro en todas estas propuestas arquitectónicas que tanto deslumbran hoy en día. Muy oscuro. La inversión en ladrillo va, me temo, muy pegada a la actual idiosincrasia de venta política del emprendizaje. Ande o no ande, caballo grande. O, traducido al lenguaje del moderno emprendizaje: ande o no ande, inversión en infraestructura para deslumbrar a las visitas. El envoltorio recibe tanta o más atención mediática que el fondo de la cuestión.

Es este un tema recurrente en este blog, ya lo sé. Más de una vez he mostrado mis miedos con estas ambiciosas obras faraónicas de provincias… o de la capital. Lo he hablado con Ramón a cuenta, por ejemplo, del Citilab de Cornella y con mi querida fontanera digital allá en Valdelarco, Pau Domínguez Ara. Pero es que aquí en esta parte del sur de Islandia creo que también estamos afectados del mal del edificio loco.

El asunto funcionaría si a una inversión -la que sea- en infraestructura le corresponde un mismo nivel de apuesta por las personas que lo van a ocupar: salarios, condiciones de trabajo, reconocimientos… Pero es que en la mayor parte de las ocasiones el tiro sale por la culata: ¿qué voy a pensar del lugar donde trabajo si observo que hay dinero para ladrillo y para un diseño de vanguardia y luego me escatiman medios y recursos para lo que tenemos realmente que hacer? La tentación de disponer de un lugar emblemático es muy grande para las administraciones públicas, empresas o instituciones que anden detrás. Las medallas quedan mejor cuando la fachada vende.

Creo que el origen de este concepto tiene que ver con el museo Guggenheim. El envoltorio atrae tanto como su contenido. Pero estos casos por fuerza tienen que ser contados con los dedos de una mano. Lo lógico es que la potencia surja de dentro y no de la cosmética que lo rodea.

Así que le decía a Amalio que reivindico lo cutre, lo austero, lo cercano, lo sencillo. Por supuesto, no tiene que estar reñido con el buen gusto ni con un lugar «con alma», amable y que favorezca las conexiones. Pero cuanto más grande y espectacular la propuesta de ladrillo, más daño provoca en sus habitantes que no se les ofrezcan las condiciones dignas que se proporcionaron a la arquitectura.

Sí, hablamos primero de invertir en personas. Después pensamos en la infraestructura, pero no nos dejemos deslumbrar por el efecto Guggenheim, que ha provocado muchas víctimas. Demos a la arquitectura su justo valor, sin excedernos. Que luego pasa lo que pasa: se disparan las obras esperpénticas a mayor gloria de políticos y supuesta ciudadanía distinguida.

Artículos relacionados

11 comentarios

Juanjo Brizuela 07/05/2012 - 08:50

En este país donde mucha gente habla de «infraestructuras de apoyo a la innovación» se ha priorizado más efectivamente la «infraestructura», y se ha dejado de la mano de dios y la voluntad el «apoyo» y desde luego no se ha conseguido tanta «innovación» como se pensaba.
Snif

Responder
Rubén García Colsa 07/05/2012 - 09:46

Cuando me recorro los ayuntamientos del sur de Cantabria para talleres y encuentros siempre nos abren la puerta de unos locales increíbles: viejas escuelas restauradas, antiguos molinos,… Todos ellos acojedores, equipados con ordenadores, televisiones, proyectores e invariablemente sin actividad o lo que es lo mismo sin personas. Se han restaurado y preparado un cantidad más que considerable de locales que huelen a humedad y a cerrado.

Responder
Amalio Rey 07/05/2012 - 11:53

Julen: No puedo estar más de acuerdo con lo que planteas, y es estupendo que lo digas bien alto. Parece haber en «esta parte del sur de Islandia» (incluyo especialmente el meta-Sur donde vivo) una especie de juego-de-suma-cero entre infraestructuras y personas. Si ponen más pasta en infraestructura, lo hacen a costa de descuidar a las personas. Es como si la espectacularidad del ladrillo fuera un fin en sí mismo, y con eso justificaran el sentido de un proyecto. Pero también hay un elemento objetivo: está claro que en un entorno de escasez económica, si pones mucha pasta en ladrillo lustroso, tendrás menos para pagar dignamente a las personas que harán de aquello algo que tenga sentido. Eso hay que denunciarlo, porque «continente» sin «contenido» es una reverenda estupidez. En los posts que citas sugiero que crear espacios compartidos (lo que implica invertir algo en ladrillo), es compatible con la idea de apostar por las personas, siempre que se respeten criterios de austeridad, y que el espacio se conciba para aportar valor social genuino. Un abrazo 🙂

Responder
Paz Domínguez Ara 07/05/2012 - 12:22

Hablaba sobre el tema con Amalio en uno de sus últimos posts. Por venir de dónde vengo es un tema que me calienta y seguramente no soy objetiva. Entiendo las puntualizaciones que me hizo Amalio y es posible que en los espacios que tan bien describe la cosa sea diferente, pero por estos lares es escandaloso.

Un ejemplo que me hace desbarrar (me comportaré que no estoy en mi blog/casa y no quiero que le cierren el blog a Julen): En febrero inauguraron en Osuna (Sevilla) el Centro de Innovación Rural de Andalucía (CIRA) ( http://www.juntadeandalucia.es/agriculturaypesca/portal/servicios/noticias/_detalles.html?uid=eff7328d-1cec-11e1-b072-1a4a0f000f45 ). Ha costado la módica cifra de 4.443.000 euros (solo la obra). Nadie ha preguntado a los/las que hacemos innovación rural en Andalucía si realmente necesitábamos este centro. Nosotr*s, normalmente vamos con nuestros proyectos de ventanilla en ventanilla buscando mínimas financiaciones para proyectos reales y solo recibimos ninguneos y/o obstáculos.

¿Cuántos proyectos hubiéramos conseguido llevar a cabo con 4.443.000 euros? Somos tremendamente austeros, trabajamos con personas y el valor lo ponemos en ellas. ¿Por qué nadie nos pregunta a nosotros que somos los que estamos a pie de calle qué queremos, qué necesitamos?

¿Alguien sabe qué está pasando, qué están haciendo en el Centro de Innovación Rural de Andalucía?

La buena notícia para nosotros es que seguiremos con nuestros proyectos a pesar de todos ellos/as. La mala notícia para ellos es que si no los necesitamos tal vez pierdan la silla dónde están sentados.

Un abrazo Julen Amalio. #estoyquetrinoengeneral

Responder
Antonio Palacian 07/05/2012 - 21:57

Pues a lo mejor es porque estoy condicionado por la situación de mi querida Comunidad Valenciana, pero cada vez me pone más nervioso ver infraestructuras y edificios subutilizados.

No puedo estar más de acuerdo en el necesario equilibrio, pero siempre que se destine más a personas e inteligencia. No puede ser que las Universidades (valencianas las que conozco) hagan grandes inversiones en parques científicos y luego tengan dificultades para generar verdaderos proyectos empresariales. Creo que se ha abusado en ladrillo por todos lados y el emprendizaje no es una excepción. Me inclino por la austeridad, sobre todo cuando no tenemos recursos para personas.

Responder
Isabel 08/05/2012 - 07:38

No hay más que coger el coche y elegir ruta al azar para ver edificios vacíos por todas partes. Públicos y privados y de todos los tamaños y características.

En Coruña tenemos el de la antigua prisión provincial, justo pegado a al Faro de Hércules (todo el entorno está declarado patrimonio de la humanidad), que está en el ojo del huracán porque los políticos no «confiesan» sus intenciones y la ciudadanía tiene claras las propuestas, incluso el modelo para que su uso sea sostenible. Habrá bronca, eso espero.

Especialmente doloroso resulta ver los espacios y construcciones pertenecientes al ejército y abandonadas desde hace años. Y la juventud sin lugares en los que poder juntarse y experimentar. Pero se siguen construyendo edificios nuevos, tienes razón, la idiosincrasia de venta política del emprendizaje

Saludos!

Responder
Álvaro Andoin 09/05/2012 - 11:43

El dinero no se ha ido. Está ahí, agazapado, esperando el momento en el que pueda conseguir el mayor «retorno de inversión». Y me parece bien, siempre que ese retorno de inversión no solo se base en «coge la pasta y corre».

Lo que los que tienen la pasta han de darse cuenta de que vivimos una época de nuevos tipos de retornos de inversión. Las plusvalías no pueden estar basadas solo en dólares. Hemos de invertir en lo dinámico, las relaciones por encima de las transacciones, en la capacitación de personas. Más si eres un grano en el mundo.

Creo que en el fondo luchamos por equilibrar la balanza del poder hacia el centro. Ahora lo que necesitamos el un Guggenheim para invertir en el desarrollo de las personas con un edificio de lo más modesto. Luego si hace falta ya se añadirán pisos sobre la marcha.

Responder
J. G. del Sol 09/05/2012 - 16:31

Te escribo desde uno de esos edificios emblemáticos, con aulas expresamente etiquetadas para la «innovación educativa», tremendamente equipado (doy fe, que me han responsabilizado de la parte informática de ese equipamiento) y para cuyo mantenimiento sólo se han abierto dos plazas nuevas para sendas personas sobre la situación anterior de bibliotecas y «entes investigativos» desperdigados por San Sebastián. Dos, y yo no entro en ese grupo. Y allá vamos, cada uno a su tarea en un edificio inconmensurable, sensu stricto, que no ha sido pensado para miles -literalmente- de usuarios diarios, y que pese a estar coyunturalmente lleno, creo que se adapta un poco al espíritu de tu post.

Sabes que soy un ateo de «eso de la innovación», pero recientemente leía -siento no recordar dónde- reflexiones parecidas a las tuyas sobre las infraestructuras que orgullosos políticos españoles han construido (tacha eso, «han inaugurado») para la Ciencia los últimos diez años, y que ahora, con la acción del «centro recortista» en el poder, se están quedando vacíos. Tristemente vacíos.

Todos esos edificios son la mejor y peor muestra de que en este país se ha pensado en todo… salvo en las personas.

Responder
Sobre espacios y personas | mktinbasque 10/05/2012 - 23:35

[…] cruce de posts de Amalio Rey y de Julen Iturbe-Ormaetxea sobre espacios de co-working e inversión en infraestructuras vs. personas me han inspirado varias […]

Responder
Jordi 11/05/2012 - 11:01

Bueno, si han invertido en personas, pero no en las que vosotros pensáis, sino en especuladores de suelo, constructores, albañiles, alcaldes, concejales etc…

Responder
Lugares Para el Trabajo Colectivo | El Factor 22 14/05/2012 - 18:21

[…] los últimos días Amalio Rey, Julen Iturbe-Ormaetxea y María Larraza han publicado una serie de posts alrededor del diseño de espacios para el trabajo […]

Responder

Responder a Paz Domínguez Ara Cancelar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.