Etapa 9: Daroca – Sierra Menera

by Julen

Daroca da para un buen paseo, aunque yo ande renqueante. Tras sellar el salvoconducto en la oficina de turismo y charlar un rato con la mujer que la atendía, me dediqué a callejear. Primero a ver «la mina», un túnel del siglo XVI que pasa por ser el destinado a usos hidráulicos más antiguo de Europa, y después a recorrer la judería y la morería, además de comprobar en las iglesias esa curiosa fusión de mudéjar sobre construcciones anteriores. Así que Daroca es bastante más que calle Mayor, por muy relevante que sea esta debido, entre otras cosas, a su anchura.

Desayuno sin prisas por la mañana y a recorrer la vega del Jiloca. Pueblo tras pueblo, la pista no se aleja nunca del río. A veces pegada literalmente a él, a veces jugando con sus dos márgenes al cruzar por un sitio y por otro. Hasta Calamocha son unos 30 kilómetros en los que de vez en cuando el barro hace acto de aparición. Entretiene ir buscando la forma en que evitarlo jugando con los laterales del camino. Y cuando no es posible, por el medio-medio, chapuzón por el medio del charco. Y junto al río otra acompañante de lujo: una vía de tren en desuso que luce su piedrerío durante kilómetros y kilómetros.

Tras Calamocha más pistas hasta Monreal del Campo pasando de nuevo por pueblecitos, aunque terminando en una pista bien feucha paralela a la vía del tren. No se merecía este final toda esta vega del Jiloca. En Monreal hemos sellado el salvoconducto en la casa de cultura. Pregunto por información de Sierra Menera y no tienen nada de nada. Olvido que se reafirma. Si a 15 kilómetros de Ojos Negros no hay información va a ser que sí, que el sitio al que me dirijo queda fuera de las rutas habituales.

Dejo el Camino del Cid y cruzo hacia el oeste para llegar primero a Ojos Negros y luego al barrio del centro, que es donde está el albergue Sierra Meneradonde pernoctaré hoy. El hecho de venirme para esta zona tiene que ver con asuntos de familia. En estas minas trabajó un pariente y Boquitas Pintadas pasó por aquí algún que otro verano hace la friolera de unos cuarenta años. Me he venido para fotografiar el lugar y grabar algunos videos que luego pueda enseñar a la familia.

Al llegar al albergue sobre las 14:30 ya me voy dando cuenta de que no hay nadie alojado. La puerta está cerrada y veo dentro a dos mujeres que comen juntas. Llamo al móvil que indica un cartel a la entrada y sale a atenderme la mayor de ellas. Me confirma que estoy solo en el albergue, que ocupa el local de unas antiguas oficinas de la explotación minera. Estaré de pensión completa porque aquí no hay ninguna otra opción. Me dan comer un plato combinado que me sienta a las mil maravillas porque dentro del albergue hace un frío que se las trae… y hasta las nueve de la noche no pondrán la calefacción. ¿Economía de guerra?

Después de comer, ducharme y hacer la colada, salgo a pasear por el pueblo. He grabado un video de unos veinte minutos que luego se tragarán en casa. Como en otros lugares abandonados y aunque aquí hay cierta vida, el sitio desasosiega lo suyo. Las casas terreras de una sola planta de los antiguos mineros, el casino y las piscinas cerradas, las calles sin asfaltar, todo configura un escenario de melancolía y tristeza. En vez de bar hay un hogar del jubilado con un cartel bien hermoso que dice: «Reservado el derecho de admisión». Pues vale, ya me imagino a cuánta gente habrá que negar el paso en un sitio como este.

Sierra Menera está directamente conectada con la zona minera de Bizkaia. La explotación de estas minas a comienzos del siglo pasado la retomó un empresario vasco. Tal como explican en la Xilocapedia:

En 1900 volvió a ser unificado por la Compañía Minera de Sierra Menera, propiedad del empresario vasco Ramón de la Sota y Aznar. El objetivo de esta compañía era extraer el hierro de Ojos Negros y Setiles para transportarlo hasta los Altos Hornos de Sagunto, donde se realizaba la fundición del mineral.

Resulta entrañable encontrar una locomotora de nombre «Orconera» aquí en la plaza junto al casino. En mi casa, de niño, escuchaba de mi abuelo historias de los trenes de la «vía de la Orconera«, una de las varias líneas que daban acceso a las minas de Gallarta y Ortuella. Yo apenas si pude ver aquellas locomotoras aunque de alguna forma en mi imaginación siguen en activo.

En fin, volviendo al presente, decir que estoy ahora mismo en el comedor con una buena conexión wifi escribiendo la crónica del día. Mañana quizá me baje a Bronchales y al día siguiente dé por terminada la ruta en Teruel. Aunque otra opción es bajarme mañana directamente a Teruel por la vía verde de Ojos Negros y hacer allí dos noches para acercarme a Albarracín con la bici pasado mañana. Depende de cómo me encuentre físicamente. Por el momento, el pretibial anterior se va portando. Sigue el dolor y la tensión en la zona, pero resulta más o menos llevadero.

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1 comentario

Javier Martin 04/06/2013 - 09:10

Hola Julen:

Soy fotografo amateur interesado en lugares abandonados. Me apasiona los ferrocarriles mineros ya que, de forma innegable, marca un contacto entre el ser humano y la naturaleza. No se si has recorrido todo el tramo del ferrocarril minero. Me gustaria saber por donde discurre esta linea ferroviaria, que otro elementos arquitectonicos asociados a la mina hay, donde estan esos elementos y donde estan los paisajes mineros que han quedado tras de si.¿Conoces alguna locomotora antigua que pueda ser fotografiada en su entorno nwtural. Gracias de antemano por describirnos esta bella ruta.

Gracias

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