Serie: Ángela. Entrega: 14.
No estaba allí. El tipo del atraco había desparecido sin que ella pudiera saber a ciencia cierta hacia dónde había marchado. El caso es que solo su imaginación, tozuda y obsesiva, era capaz de situarle de nuevo en el lugar donde hace unos instantes lo había visto. Ahora solo quedaba un leve ruido de voces indistinguibles propias del final de la tarde. La gente, de compras, caminaba con sus bolsas charlando y riendo. El consumo como terapia, lo había leído en más de uno de sus libros de clase. Con ella no iba. O eso pensaba.
Comenzó a andar con cierta cautela. El tipo imantaba su pensamiento. Recorría con la vista el ancho de la calle y miraba hacia el fondo hurgando entre los rostros que se movían sin descanso. Repasada rasgos faciales y buscaba parecidos. Los había, pero no conseguía el pleno. No parecía que estuviera allá. ¿Y si se lo encontraba de nuevo al doblar una esquina? Estaba segura de que perdería el control. Parecía haberse construido un pedazo de realidad a partir de una mal thriller de ficción. Esas series que tanto le gustaban: mira por dónde pasaban factura.
Caminó procurando no acelerar en exceso el paso. La vista de un lado para otro. Gente y más gente. Cabecitas como pequeños vegetales que emergían de una tierra densa compuesta por cuerpos humanos. Cabecitas sin sentido individual, que solo formaban parte de un bosque colectivo donde el movimiento era constante. Los rostros se acercaban, pasaban a su lado, ajenos a la trama. Si acaso algún breve intento de cruzar la mirada que terminaba por no traspasar el límite de lo razonable. Desconocidos que jugaban a dejar de serlo en décimas de segundo pero que nunca acababan por entrar en la zona prohibida.
Al final de la calle debía torcer a la izquierda para terminar en el paseo que acompañaba a la ría. Aunque había otra opción. También podía girar a la derecha, recorrer otro par de calles por la parte vieja y salir a la ría más abajo. Los pasos tomaron su propia decisión improvisada de última hora. La menos probable. Y al torcer, sin apenas tiempo de reacción, se topó de frente con él.