Abrir una gran empresa, pensemos con cabeza

by Julen

NYC: Jun Kaneko's HeadsAyer estuvimos David y yo compartiendo conversación con profesionales de AGBAR dentro de su programa Managing XXI, que coordina M. Jesús Salido vía The Project. Giraba nuestra intervención en torno a diferentes casos de organizaciones que han incorporado prácticas de empresa abierta. Además del habitual sustento teórico, la sesión la centramos en cómo se puede hacer esto de abrirse más al exterior.

Me viene de perlas, por cierto, citar de nuevo el libro de Manuel Delgado que dije ayer que había comenzado a leer. En él se compara el «dentro» con el «afuera» y éste ultimo aparece como un territorio complejo donde la seguridad y el control del «dentro» dan paso a una vertiginosa recreación continua. Las reglas en estos espacios del «afuera» lo son en tanto se llevan a la práctica porque aunque en algún caso puedan estar explicitadas, el abanico de posibilidades de interacción es tan amplio que las excepciones componen al final la norma.

[…] a la acción de mover la puerta para salir fuera puede asociársele la capacidad de cambiar, de devenir otra u otras cosas, de obtener ventaja de aquellas mismas cualidades que podrían haberse percibido inicialmente como fuentes de desazón: la incertidumbre, la ambivalencia, la extrañeza. En el exterior se extiende en todas direcciones el imperio infinito de las escapatorias y las deserciones, de los encuentros casuales y de las posibilidades de emancipación. Si el dentro es el espacio de la estructura, el afuera lo es del acontecimiento.

Así que «afuera» semeja mucho más la corriente líquida donde la conversación fluye y se abren nuevas alternativas. Controlar, predecir y organizar son conductas mucho más dificultosas. Por eso el título del artículo: pensemos con cabeza para abrir una empresa de gran dimensión. ¿Por dónde comenzar este camino? Ya hemos hablado por aquí de algunas formas de ponerse en marcha, pero derivado de la conversación surgieron nuevas posibilidades. Citamos tres muy concretas:

  1. Cuando eres una gran empresa (hablamos de más de 10.000 personas en el caso de AGBAR), tienes donde elegir una experiencia piloto de esas que sí o sí tendrá éxito. Esa suerte con la que cuentas. Porque podemos mirar a áreas más cercanas al cliente, a innovación, a desarrollo de producto. Quizá cuando hay que hurgar en nuevas ideas, entender que no solo cuentas con tus recursos sino también con los de personas de fuera de tus límites es una alternativa de interés.
  2. También podemos comenzar a abrir la gran empresa de forma muy focalizada en función de la comunidad hacia a la que nos dirigimos: hacia colectivos donde no hay sino que ganar. Pueden ser colectivos que muestran especial sensibilidad con el fondo de nuestra actividad empresarial. En el caso de AGBAR: ahorro de agua, sostenibilidad, eliminación de fugas… Claro que todo esto puede chocar con una agria conversación con el conjunto de la sociedad: el papel que este tipo de entidades desempeñan respecto a un bien público. Tema muy delicado, no se puede obviar.
  3. Por último, abrir la empresa puede ser un camino que lo recorramos desde conocimiento de fuerte impacto social y quizá no tan nuclear del negocio. Siempre suelo citar el caso de la seguridad y la prevención de riesgos. ¿Por qué no compartir este tipo de conocimiento con la sociedad para avanzar en la construcción de entornos laborales más seguros? Por supuesto que puede haber otras áreas de conocimiento (dominios en la terminología de las comunidades de práctica) más susceptibles de viajar en abierto.

Frente a esas posibilidades, en la clase de ayer también hablamos de barreras para que la apertura sea una realidad. Desde la propia definición del objeto de trabajo de los dominios de conocimiento hasta fronteras departamentales o entre los propios dominios. Y no hay que olvidar que el paradigma imperante es el que es, volcado más en la protección del conocimiento que en hacerlo fluir. «Fuera hace frío» y en el hogar uno encuentra la seguridad de los suyos, el cobijo de lo conocido, la predecibilidad de comportamiento humano estructurado y pautado por definiciones de puestos de trabajo y procedimientos.

Somos conscientes: «fuera» es un territorio en el que da respeto adentrarse. Pero… ¿y si ese fuera estuviera ya dentro? ¿Por qué? Porque nuestras vidas -personales y organizativas- se han transparentado hasta puntos delirantes. Muchas veces por la propia extimidad que desprendemos y muchas otras porque un buen rastreo de información en Internet dice de nosotras que somos determinado tipo de persona. El mundo, en gran parte, se ha abierto. ¿Qué actitud tomamos?

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1 comentario

Elena 21/03/2012 - 15:39

«…un buen rastreo de información en internet dice de nosotras que somos determinado tipo de personas». En serio calificarías, juzgarías o definirías a una persona por su identidad digital? Me choca esta afirmación con todo lo que he ido leyendo en tu blog.

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