Sus libros

by Julen

ÁngelaLa cartaCarolLas lágrimas se lanzaron mejilla abajoPantalla transparentePantalla transparente, escrito por ÁngelaEl examen sobre aquellas extrañas energíasEscuchar

LibrosSe le perdió la mirada de no hacer nada con ella. En sus ojos se reflejaba la estantería donde se apiñaban algunos libros. La mayoría procedían de sus estudios en la universidad. Cada cual con su pequeña historia. Todos ellos trabajados, toqueteados, reinterpretados. Con algunos hizo química. Aunque nunca entendería por qué. ¿Qué atesoraban ciertas páginas para romper la barrera y entrar como una avalancha en su conciencia? Sus libros.

Arriba, junto a un montón de papeles que alardeaban orgullosos de su desorden, estaban las novelas. Por supuesto ganaban por goleada las ediciones de bolsillo. Allí se apiñaban los libros de Block. Mathew Scudder junto a Bernie Rhodenbarr y al dulce salvaje de Keller. Atrapada por aquellas lecturas, siempre se inquietaba ante la sencillez y naturalidad de muchos asesinatos. Una ficción que, sujeta a aquella parte alta de su pequeña estantería, le proporcionaba tranquilidad.

Por contra, toda la seriedad del mundo quedaba organizada en los otros libros. Subrayados, leídos y releídos para entrar en el bucle de unos exámenes que seguían la pauta establecida hace tantos años. Más de lo mismo. Un par de horas o incluso más. Un tiempo limitado para que aquellos libros quedaran reescritos mil y una veces. Las mismas preguntas, con o sin matices. Las mismas preguntas en busca de las mismas respuestas. Cruel sentido del aprendizaje.

Los apuntes quedaban escondidos a la vista. Un par de cajas encerraban más de lo mismo. Libros reconvertidos en opinión reorganizada. Una nueva versión que apenas cambiaba el guión. Si acaso mostraba caprichos del docente de turno. Más énfasis en su punto de vista para escarnio de quien lo expuso en origen. Folios y folios para desafiar a la suerte y a la lógica. Seguramente quemaría aquellos apuntes al más puro estilo Carvalho.

La estantería se veía triste y cansada. Ángela pensó que no era la estantería sino que era ella.

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