La eficiencia de las pequeñas unidades empresariales

by Julen

Small boat on Wadden SeaEs curioso que al tiempo que los costes de transacción decrecen, el mantra del crecimiento empresarial siga pegado al lema de «caballo grande, ande o no ande». No encuentro la lógica. La interfaz empresa para dar respuesta a las necesidades del mercado es una alternativa. Pero no es «la alternativa» en el sentido de agrupar todos los servicios posibles en una única organización que crece sí o sí. La lógica me dice que si mejoramos la forma en que las personas colaboramos entre nosotras, la interfaz empresa hay que repensarla.

Al mismo tiempo, otra carrera sucede en la pista de al lado. El ahuecamiento de la empresa (y de la Administración pública)para quedarse con su negocio nuclear y sacar fuera todo aquello que no aporta valor sigue su curso. El outsourcing ha campado a sus anchas hasta llegar casi a la distopía de la empresa donut. Nada de estructuras que carguen mis costes. A tirar por la borda unos cuantos servicios y a buscar en proveedores especializados la calidad y eficiencia que quizá no consiga dentro. Entonces, ¿dónde está el problema? Si nos quedamos en lo básico, ¿no deberíamos tener una dimensión más contenida?

Pues no. Porque la tensión por el crecimiento va en los genes de la inmensa mayoría de las empresas. El tamaño sí importa. El grandullón sigue pudiendo con sus competidores en el recreo de primaria. Así de simple. El grande impone condiciones y negocia con la ventaja de saber que puede aplastar a sus proveedores. Para mí, aquí está el gran problema: las relaciones son asimétricas. El ahora cliente -grandullón, además- ejerce de señor feudal y aprieta a sus súbditos. Los proveedores sufren la presión del gran jefe llamado ahora cliente. Y al final se genera resentimiento. Como proveedor, trabajo para el cliente, que es el rey, pero dentro de la empresa nadie le llama así. Es más habitual llamarle «cabrón». Disculpen la vehemencia. Pero lo oído tantas veces…

Las pequeñas unidades empresariales, la microempresa que nosotros representamos, lleva en su ADN la necesidad de colaborar de igual a igual con otras unidades. La «unidad empresa» está muy cerca de la «unidad persona». Las partes se necesitan y reconocen que solo de sumar fuerzas llega la competitividad. Hoy por ti, mañana por mí. Las dinámicas de colaboración son la esencia.

Por supuesto que surgen un conjunto de competencias clave para que esto pueda suceder, tanto en el plano actitudinal como por lo que respecta a las habilidades de comunicación interpersonal, hoy rebautizadas en buena parte como manejo eficiente de herramientas colaborativas basadas en tecnologías. En el fondo, estoy convencido, es una actitud mental abierta a algo tan simple como esto: «gano cuando ando las cosas en compañía». Esta es la esencia final. Colaborar con otras unidades (personas y empresas) es más divertido y enriquecedor. Y esto no me parece para nada evidente en empresas grandes, que sufren por querer mantener posiciones de superioridad en sus negociaciones.

Por supuesto que empresas grandes, las ha habido, las hay y las seguirá habiendo. Y seguro que las habrá que hagan las cosas bien. Son parte de la escena. Pesan mucho en el conjunto como para que puedan desaparecer. Pero también es cierto que los dinosaurios llegaron a extinguirse. Y me da que no se lo esperaban 😉

 

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3 comentarios

Juanjo Reza 22/02/2012 - 12:26

Ok. Comparto la reflexión. Aunque creo que hay que aceptar, de igual forma, que le constelación de unidades interconectadas (con nuevas tecnologías y contacto humano de vez en cuando) tampoco es «la alternativa» (aunque probablemente a ti y a mi sea la que más no atrae).

Pero te propongo otra idea para reflexionar. Cuando hablamos de «gran empresa» creo que casi siempre pensamos en parametros dimensionales (número de personas, sedes, instalaciones corportaivas, cifra de negocio …). Hay empresas grandes (muy grandes) que responden muy bien a este modelo. Pero a mi, personalmente, me interesan más la empresas de «ALTA DENSIDAD».

He conocido organizaciones de menos de 10 individuos (que casi nadie llamaría grandes) de una «dimensión» espectacular. Es cierto que a menudo, se fundamentan en redes de colaboración y alianzas muy extensas, diversas y dispersas. Pero no creo que sea esto lo que definitivamente las diferencia. Creo que es más una gran concentración de Visión + Conocimiento Diferencial + Efectividad.

A esto me refiero cuando hablo de «ALTA DENSIDAD». En un mundo en el que la interconexión se impone por la via de la cotidianeidad, creo que en en el futuro serán las organizaciones de alta densidad las que marquen la diferencia.

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Julen 23/02/2012 - 06:45

Buen concepto el de la «alta densidad». Hace tiempo que venimos diciendo que la competitividad de una empresa depende hoy en día en buena medida de la calidad y cantidad de sus conexiones. Pues nada, manos a la obra 😉

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Microempresa, la apuesta de la UOC Business School | Consultoría artesana en red 06/07/2012 - 05:37

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