Escuchar

by Julen

ÁngelaLa cartaCarolLas lágrimas se lanzaron mejilla abajoPantalla transparentePantalla transparente, escrito por ÁngelaEl examen sobre aquellas extrañas energías

Fractal...Dejó que su cuerpo vagara con pereza por su pequeño apartamento. Volvió a la cocina, hizo una rápida visita al baño, de nuevo al dormitorio y por fin se sentó frente a la pantalla negra de la televisión. Mientras bostezaba, dejó que fueran pasando por delante de su vista unas cuantas páginas de una revista. Imágenes de otro mundo, la mente fuera, el cuerpo lento, el pensamiento escondido.

Quedaban un par de horas. Había quedado con su padre para charlar sobre unas gestiones que, según él, podía hacer para ayudarla a conseguir algún trabajo. Le daría comba. Escuchar (o al menos simular que lo hacía) sabía que ayudaba a su progenitor a mantenerse cuerdo y a gusto con su existencia. Nunca llegaría a entender por qué aquel hombre de tan fuerte salud arrastraba su felicidad a los pies de ella. ¿Tanto suponía en la vida de su progenitor?

Repasó enseguida la situación. Sus recién estrenados 22 años -esa edad se les estaba clavando en su ser- no auguraban un porvenir muy halagüeño. En clase no le había ido mal. Esa no era la cuestión. Pero todos coincidían en que había llegado en el momento equivocado. No hay trabajo, todo son recortes. Hay que esperar mejores épocas. Es una simple cuestión de que el viento cambie de dirección y las circunstancias sean más propicias. Llegará. Claro, pero a nosotras que nos jodan mientras tanto.

La rabia se retorcía por dentro desde un buen tiempo atrás. Esa sensación de que no hay opción era lo peor. Porque la rabia se acababa mezclando con la apatía en un cóctel hasta ahora desconocido. De sabor extraño, solo se podía degustar desde la patología. Nada sano podía surgir de aquella mezcla. Y mientras ella leía sobre el momento actual en prensa, el mundo se escapaba. Una y otra vez. No había manera de cogerle el gusto al muy idiota.

Cabrones de mierda. ¿Esto es lo que nos dejan? Después de una época en la que el más tonto hacía relojes ahora nos vienen con la cantinela de que paguemos los pecados, individuales y colectivos, de toda una sociedad. Joder, pues que se los coman con patatas, ¿no? Que se apliquen a sí mismos lo que quieren colocar a los demás. Mierda, lo de siempre. Otra vez con sus pensamientos imantados hacia aquella porquería. Oxidada, se sintió de nuevo mal y el vómito fue casi instantáneo.

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