La alta cocina es cosa de hombres con copyright

by Julen

Ayer en Hondartzan, en una de las islas de ColaBoraBora, andábamos cruzando algunos correos a cuenta de si la cocina de vanguardia viaja hacia el procomún o no. Bueno, bajando unos cuantos peldaños, en realidad, la conversación surgía de lo que hace y deshace Ferran Adrià. Mikel Morlas de la Rua comentaba en la lista de distribución la puesta en marcha de El Bulli Foundation. Y por un documental que había visto en el Canal 33-Televisió de Catalunya lo había entendido como «un lugar de creatividad gastronómica que compartirá sus hallazgos a través de Internet y donde cualquier cocinero que lo desee (no usó el femenino) pueda entrar libremente y coger aquello que le interese de lo que se esté haciendo (cociendo)». Suena bonito.

Desde luego que este fenómeno contemporáneo de la cocina asociado a la innovación y a la creatividad es un espectáculo en sí mismo. El tarro de las esencias contiene muchas buenas ideas que parecen cocinarse a fuego lento y son ejemplo para cualquier buscador de éxitos que se precie. Pero, ¿son ejemplo de flujo de conocimiento libre? Lee si quieres el último párrafo y llegas rápido a la respuesta.

Antes de entrar en este territorio me hago otra reflexión más perversa por si acaso tuviera algo que ver. Vale, ya sé que no y que son mis neuras de siempre. Pero ¿no os extraña la sobreabundancia de testosterona en el reino de los cocineros top? Es que siempre me llama la atención. La cocina en casa para las mujeres. La cocina en prime time y el éxito mediático para los hombres. Comentaba yo en esa misma lista de Hondartzan:

El Basque Culinary Center es apoteósicamente testosterónico. Esperando que nadie tenga problemas de huevos, nos encontramos con un Consejo Asesor Internacional compuesto por 18 testículos y un grupo de chefs del patronato donde suman otros 14 más. En total, 16 hombres por ninguna mujer. ¿Soy yo el único a quien le parece raro?

Comento lo anterior pensando en la competitividad. Porque siempre parece que hay buen rollo entre todos estos cocineros que parece que se dan cuenta de que ganan más si entre ellos venden la moto de que aquí se cocina maravillosamente. El turismo gastronómico juega a proporcionar experiencias a quienes se acerquen a comer. Y comer es un acto físico, que hay que llevar a cabo allí donde hay cocina y no delante del ordenador. Digitalízalo, ponlo en bits y a ver quién se lo come. Nadie. La experiencia viaja por el paladar, no a través de la wifi con la que te conectas.

Y mira por donde ni siquiera en un negocio donde sí o sí necesitas experiencia real, los contenidos se licencian de otra forma que no sea mediante el sacrosanto copyright. El Bulli Foundation luce hermoso copyright de la misma forma que la fototeca de El Bulli te proporciona el aviso legal de siempre: «El usuario se compromete a respetar los derechos de Propiedad Intelectual e Industrial, pudiendo visualizar todos los elementos, imprimirlos, copiarlos y almacenarlos en el disco duro de su ordenador o en cualquier otro soporte físico siempre y cuando sea, única y exclusivamente, para su uso personal y privado, quedando, por tanto, terminantemente prohibida su utilización con fines comerciales, su distribución, así como su modificación, alteración o descompilación.» Hablo de Ferran Adrià, no de un mindundi.

El conocimiento que amasa y cocina esta gente no se mueve en territorio libre ni nada que se le parezca. No sé si por desconocimiento o por dejadez, pero esto de compartir no llega a la cúspide de la cocina. Ahí, compartir se transforma en promocionar. Y ni tan mal, porque esa promoción sirve para divulgar. Cada cual, en esencia, reutiliza luego la receta de acuerdo con su leal saber y entender. Cada cual hasta donde puede y le sale. El Basque Culinary Center también luce hermoso copyright en el pie de página de su web, como sucede en las de todos estos hombretones que son «los chefs» del patronato. Repasando los sitios de Juan María Arzak, Pedro Subijana, Martín Berasategui, Andoni Luis Aduriz, Karlos Arguiñano, Eneko Atxa e Hilario Arbelaitz uno no encuentra nada que no sea copyright, algunos de forma explícita y otros por omisión. ¿Creative Commons? ¿Y eso qué es?

—–

Nota.- La imagen se la he pillado a Ritxi de un correo que metió en la lista de Hondartzan.

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13 comentarios

J.G. del Sol 27/12/2011 - 07:21

Ninguno de ésos superaría a la señora del Iturritxo (Ategorrieta,San Sebastián) haciendo bizcocho (ya me has dado hambre),aunque quizá mantenga su receta en secreto…

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Julen 27/12/2011 - 08:11

Los secretos de esas recetas son una paradoja que aceptamos de buen gusto… siempre que no casque la buena mujer. Hace falta mucha conversación para que ese conocimiento fluya en forma tácita. No hace falta documentar todo, que así se nos va el encanto de vivir, ¿no?

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David de Ugarte 27/12/2011 - 08:23

Comparto Julen al 100% tu rechazo a todo lo que sea tan abrumadoramente sexista y privativo, lo que no entiendo es la que te ha dado ultimamente a asociar lo sexista, privativo y alentado con una óptica de «juego de suma cero» (competitivo, para mi, es otra cosa) con lo masculino, como si a ti o a mi ser varones nos cargara con una especie de pecado original o tendencia innata a reprimir. De hecho no creo que haya nada menos innato en las personas que la lógica de la escasez…

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Julen 27/12/2011 - 09:16

David, al margen de mis opiniones, la cuestión es mostrar evidencias. Ese el comienzo de todo. Algo que parece que no ve mucha gente.

Me ha pasado ya en varias ocasiones: no hay problema porque no se «cae en la cuenta». ¿Tú habías oído hablar en tu entorno de que, por ejemplo en el Basque Culinary Center, entre consejo asesor y chefs del patronato, el resultado es 16 hombres y ninguna mujer? ¿Solo a mí me extraña? Por aquí viene una buena parte del problema: no es problema porque nadie muestra el dato. No sé si porque no conviene o porque no es «socialmente innovador», que dirían hoy en día.

Luego, que los grandes cocineros no usen licencias para poder reutilizar más su conocimiento a través de las webs… pues vale, es coincidencia. Cada cual con su punto de vista al respecto.

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David de Ugarte 27/12/2011 - 11:49

No, no, si a mi me había llamado la atención y me había parecido horroroso!! Lo que no veo no es el caso, sino la asociación que ya te leí en un post entre «lo masculino» y lo privativo, lo sexista, lo «competitivo» (en el mal sentido)… osea lo masculino como sinónimo de generación artificial de escasez y cortedad moral… es ese emergente en tu discurso lo que me descoloca, porque realmente creo que no hay nada «natural» o «genético» en esos comportamientos anticolaborativos, mediocres y cerrados, que no tienen nada que ver con tener cromosoma Y o no…

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Julen 27/12/2011 - 13:17

Sí, pero la cuestión es: ¿cuánta gente cae en la cuenta de esos detalles? Porque cuando tienes frente a ti un 16-0 parece que lo normal sería «que llame la atención». Pero no es el caso, David. Puede que a ti te llame la atención, pero ¿a cuánta más gente? ¿Cuántas voces lo señalan? De sexo masculino, casualidad, tienden a ser cero. Este es el principio de todo.

Luego pasamos a otro peldaño: cuando un montón de personas -varones todos- se juntan en el mismo sitio, ¿crees que va a surgir el mismo de tipo de actitud colaborativa que si en ese colectivo hay una distribución más equilibrada de hombres y mujeres? Y, si quieres, no califico la colaboración, pero ¿va a ser la misma? No, ¿por qué? Porque falta diversidad. Porque será más probable un cierto tipo de pensamiento grupal.

Por último, insisto: deja solo los datos. La realidad es la que es. Todo hombres. Y casualidad: con licencias de uso de contenidos en sus sitios web donde no hay alternativa al copyright. No unas las dos líneas; no unas sexo masculino y copyright. No hace falta. Solo es pura coincidencia.

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Isabel 27/12/2011 - 17:03

De acuerdo con los dos, la realidad sigue mostrándose como dice Julen, pero coincido con David en que es peligroso caer en el juego de suma cero.
Lo clarificador sería saber las causas en lugar de jugar con los supuestos. Cuando no tengo datos tiendo a analizar mi propia forma de actuar y a mi me gusta competir, pero aclaro, no con los demás sino conmigo. Es decir, cuando algo me gusta y creo que lo puedo hacer voy a por ello. No es una actitud contra nadie (ni hombres ni mujeres) sino de reto propio.
En este caso concreto también me preguntaría por qué 16 y cuales son los criterios (oficiales y no oficiales) que se barajan.
Y que conste que no me gusta nada conversar por escrito sobre estos temas, al no verse el gesto las palabras pueden resultar traidoras.

Un saludo

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Julen 28/12/2011 - 05:51

Gracias por mediar, Isabe 😉
Por volver sobre el mismo tema, porque creo que es el meollo de todo esto: cuando tienes un 0% de representación de la mujer tienes un problema, así de evidente.

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Javier Leiva 27/12/2011 - 17:28

En Mover el Bigote estamos con los tiempos que corren y lo compartimos todo con Creative Commons. De verdad.

Eso sí: lo nuestro no es alta sino media gastronomía 😉

Acaba de pasar buenas fiestas. Un abrazo.

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Julen 28/12/2011 - 05:52

Ya sabía yo que no todo iba a ser oscuridad, jajajaja. De todas formas, creo que cuanto más subes en la pirámide del éxito más encuentras actitudes de «proteger» más que de «compartir». ¿Por qué será?

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Beno 27/12/2011 - 17:32

La promoción de este país, a través de la cocina (parece que no tenemos otra cosa con que promocionarnos) además de ser una actividad que a mi particularmente me tiene cada día más harto, es como aquel viejo anuncio de Soberano.
No sólo el Patronato del Basque Culinary Center, los progrmas de TV, los jurados de concursos de quesos, de txistorras, , de alubias, de pintxos, de …… ¿acaso no hay cocineras profesionales? ¿ No han sido, son y serán aún por muchos años primordialmente las mujeres las que nos dan de comer al sur de Islandia?
Esto huele a no dejar de sitio, ni en su lugar, a las que lo ocupan.

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Espacios… – enIgualdade 24/03/2013 - 20:03

[…] con esto me viene a la mente las altas esferas de la cocina profesional, formadas únicamente por hombres. Son ellos quienes […]

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Espacios… : enIgualdade 29/05/2014 - 18:34

[…] con esto me viene a la mente las altas esferas de la cocina profesional, formadas únicamente por hombres. Son ellos quienes […]

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